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TEMAS BLOG OFICIAL DE LA POETA Y ESCRITORA andaluza Carmen Camacho ©2017

micro relatos

MÚSICA

MÚSICA

 

 

La escuche  al abrir la puerta de la casa. Era la caja china. La música bajaba por la escalera, desde el cuarto de Elisa. Un escalofrió recorrió mi espalda. No había nadie en casa ¿Quién manipulaba la caja de música? 

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

LA ESPIRAL DE LA ARAÑA

LA ESPIRAL DE LA ARAÑA

 

La telaraña describe una espiral hasta llegar a un punto central. Representando el mundo. La araña tejiendo su telaraña es la señal de la fuerza creativa del universo.

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

NAUFRAGO

NAUFRAGO

 

 

Exhausto, con la mirada de negra luna, al borde de las lágrimas. Había navegado a la deriva, durantes semanas,  único superviviente de la vieja barcaza. Al llegar a tierra firme unos hombres lo arroparon. Ahora tenía miedo. Estaba completamente solo en un país extranjero.

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

CIRCO

CIRCO

 

El circo llegaba al pueblo como todos los años, con sus animales famélicos y unos payasos cargados de tristeza. Un domador demasiado gordo. Una trapecista vieja. La mujer barbuda. El circo, a mí, como cuando era un niño, me asomaba una pena antigua. Quería correr, esconderme en un rincón del patio. Contando el tiempo que tardaría en recorrer la calle ancha, hasta la plaza, aquella patética comparsa.

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

A MEDIA TARDE

A MEDIA TARDE

 

Pétalos de jazmines. Con fondo amarillo de verano. Alas de mariposa. Luces de estío. Disolviéndose. Desde el centro de una taza. De café con nata.   

 

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

CAMINANTE

CAMINANTE

 

Mario, se adentro por el sendero, dejándose acariciar por la frescura del aire. Caminaba en busca de las señales, para encontrase, con el corazón verde del bosque.

 

Carmen María Camacho Adarve ©2008

 

 

LUNES

LUNES

 

Lo último que vio fue una ventana abierta. Ni siquiera un recuerdo tenia sentido.  Quizá sea una alegoría a la soledad.  Cuando lo inusual  comienza a ser lo cotidiano. Son los misterios de la vida.   Los cuentos que subtitulan las paredes de la ciudad.   No siempre son verosímiles. La historia continua

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

 

TRIS TRAS

TRIS TRAS

 

Charles Dickens paseaba por los tejados del pueblo. Estaba atrapado. Dentro de su propio cuento.

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

 

MARTES

MARTES

 

 

 

 

Mujer luna. Mujer maga. Luz creativa. Para iluminar el martes. Al caer la luna.

 

Carmen María Camacho Adarve ©2008

 

 

LOLA

LOLA

 

Zapatillas de baile doradas. Sobre suelo blanco  con gatito negro. La bailarina danzaba sobre las pastas de un viejo cuento.

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

 

SIETE

SIETE

 

Salió de su casa para ir a trabajar a las siete de la mañana. Bajó los siete escalones que lo conducían hasta la calle. Subió al autobús de la línea siete. Ocupo el asiento numero siete.

Al bajar del autobús y sin venir a cuento un desconocido le pego siete tiros a bocajarro.

 

©Carmen María Camacho Adarve

 

 

 

El más dulce final

El más dulce final

 

 

Érase  una vez  un buscador de colmenas,  una mañana salió en busca de panales de miel, encontró,  en un árbol hueco una gran cosecha  de ella, y se inclinó tanto… que ,fue, absorbido por la miel,  y murió embalsamado desde entonces, hasta hoy,  nadie ha podido recordar un final mas dulce.

 

©Carmen María Camacho Adarve

El Globo Rojo

El Globo Rojo “El globo rojo”

¿Es el hombrecito el que atrapó al globo?,
¿Es el globo el que salió volando, llevándose al pequeño?, o ¿Es el hombrecito al que el globo atrapo?... un niño y un globo

Tarde

Tarde

Camine mucho, una vez,

 

 y llegue lo mismo tarde.

Es el viento...

Es el viento...

EL INDIO NAVAJO

 Era el viento El que les había dado la vida. Es el viento, El soplo de nuestras bocas El que ahora nos da la vida. Cuando el soplo se detiene, morimos. En la piel de la punta de nuestros dedos Se lee el rastro del viento: Testimonio que el viento soplaba Cuando nuestros antepasados fueron creados.    

EL LANZADOR DE ESTRELLAS

EL LANZADOR DE  ESTRELLAS

 
 

Cierto día, caminando por la playa reparé en un hombre que se agachaba a cada momento, recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar.  Hacía lo mismo una y otra vez.  Tan pronto como me aproximé, me di cuenta que lo que el hombre agarraba, eran estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una, las arrojaba de nuevo al mar.

Intrigado, lo interrogué sobre lo que estaba haciendo, a lo cual me respondió:

-    “Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la marea baja y estas estrellas han quedado en la orilla.  Si no las arrojo al mar, morirán aquí por falta de oxígeno”.

-    “Entiendo”, le dije, “pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa.  No puedes lanzarlas a todas.  Son demasiadas, y quizás no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa.  ¿No

Estás haciendo algo que no tiene sentido?”.

El hombre sonrió, se inclinó, tomó una estrella marina y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:

 

-    “¡Para ésta, sí lo tuvo!”

 

 

UN PEZ

UN   PEZ

 

 

 

-¿Que hace que te hace  levantarte  por la mañana de la cama?

 

 

El despertador del teléfono móvil y un café bien cargado.

 

 

 

-¿Qué te molesta de los otros?

 

 

Las voces a primera hora, la terquedad, y la mentira.

 

 

 

-¿Si fueses un animal cual te gustaría ser?

 

Un pez.

 

 

-¿Por qué?

 

 Un pez payaso; tiene la libertad de la mar sobrevive cada segundo a todos los peces grandes, a las mareas, y al hombre.

 

 

 

 

Mendigo

Mendigo NIÑO MENDIGO

Una vez paseaba por el mercado con mi madre.  Vi a un niño entre los puestos de frutas, verduras, animales, y especias llevaba una pernera del pantalón arremangada, le faltaba un pie.  Llena de conmiseración infantil pregunte a mi madre:  ¿madre como ese niño ha perdido un pie?  -Ella me dijo.

-Es un niño mendigo, a quien seguramente su madre le corto la pierna cuando era un recién nacido porque ella quería que fuese mendigo.

-Madre ¿me das una moneda?

Ella me la puso en la mano y fui en su busca.  Al acercarme el niño se echo hacia tras mostrándome el muñón que le sobresalía por el pantalón.  Detrás de unos puestos salios una niña gateando con sus pequeñas manos sucias sujetaba un plato.  Me miro sonriéndome dejando el plato sobre el muñón del niño al poner la moneda en el plato la niña no dejaba de tirarme del abrigo.  Choque con el plato, que dio al niño en el rostro, haciendo que le sangrara el labio por el golpe.  La niña aplaudía y reía.  El niño con el labio sangrándole intentaba coger la moneda que rodaba por el suelo perdiéndose entre el bullicio del mercado.

Me quede infinitamente triste con ojos llorosos y llenos de pánico pedí a mi madre una explicación de lo sucedido –dijo-

-Son personas que en ningún se sienten cómodas ni en su casa.  Van deambulando de ciudad en ciudad de pueblo en pueblo.  Los hombres no trabajan, las mujeres tampoco, pasan todo el día sentados.  El niño es el único capaz de alimentarlos.  Si no fuera por el; serian capaces de morir de hambre en cualquier; calle, banco, plazas, estaciones. En las estaciones de trenes.  Así cuentan que las madres llevan a sus hijos recién nacidos a un bosque y le cortan un brazo o una pierna.  Si el niño muere abandonan su cuerpo en el bosque.  Si sobrevive cuando son de pecho los llevan en brazos y sentadas en las aceras piden limosna cuando ya son capaces de andar los envían a las calles solos a mendigar.

Un gato

Un gato EL GATO

 

 

Nuestros vecinos tenían un gato.  Grande y de pelo negro.  Cuando el animal me veía salir de casa le gustaba acercarse a mi para frotarse contra mis piernas mientras hacia, ron, ron, ron.  A mi madre nunca le gustaron los gatos por eso me tenía totalmente prohibido que llevase el gato a casa.

 

Pero cuando ella estaba lejos llamaba al gato y el se deslizaba con sus elegantes movimientos y livianas pisadas hasta la cocina.  Saltaba sobre la piedra junto a la ventana y ronroneaba.  Sabia que le daría un poco de leche.

 

Saltaba mi corazón feliz dentro de mi pecho lleno de gozo.  Como si el viento me sacara en brazos a través de la ventana volando por el espacio más allá del reino de mi madre y de su casa al encuentro de una nueva estrella.

 

En la piedra de la ventana dejaba un platito con unas gotas de leche.  Mi madre vigilaba siempre la leche se habría dado cuenta enseguida.  Seguro que hubiese recibido una buena reprimenda, no por la leche no.  Porque muchas madres igual que la mía no perdonan nunca tus secretos.

 

 

 

POR FAVOR

POR FAVOR


 Imaginaos que solo tengo lo que llevo puesto.  No he comido nada hace ya varios días.  He buscado en todos los contenedores de basura de  esta ciudad.    Estoy aterida de frío en mitad de la noche.  Estamos  en enero.   soy una  vieja adormecida.    Mi única esperanza es que llegue la mañana porque se que me traerá un poco de calor.  De repente escucho unos pasos.  Un gentilhombre se acerca.  Recupero la esperanza.  Me acerco con timidez al hombre de buen corazón.  Luego de pensarlo unos segundos me atrevo a decirle “por favor”.  Pero él parece que no me oye ;  extiendo mi brazo ante él,  abro la mamo, pero él no mira para abajo.  Yo empiezo a tambalearme me siento muy débil.  A pesar de ello intento seguirlo durante unos metros, me voy quedando detrás del hombre.  Hasta  desplomarme sobre la acera.