LAS FLORES (del libro cuentos de una poeta)
Leo me regalo, tres flores de papel plata, que encontró en unas piedras, cerca de una alcantarilla, plantadas en una maceta de plástico azul. Las puse en la ventana y cada mañana las riego con acetona en la que disuelvo un puñado de sal. Las flores crecieron de una forma sorprendente. Tanto crecieron que todos los vecinos, comenzaron a escribir cartas petitorias, en sus pétalos de tres colores.
Las flores de Leo se deshojaron poco a poco disueltas en lloros de muñecas y penitencias de viudas. Pude salvar el único pétalo que quedaba de color azul y escribir un poema muy malo que hablaba de osos y gorilas, que bailaban en un jirón de nube malva, cogidos de la mano.
Y así fue, como deje de creer en Leo y de escuchar sus historias sin final. No sabía aun que todo el mundo, se parece, deje de creer en el amor, como lo contaba los programas de televisión, que Leo siempre veía. De creer en cualquier clase de-importancia- cuando me di cuenta que todo consiste en: guarda besos, en una caja de chocolatinas y guardados para el futuro. Lo que los poetas llaman amor es una fría especulación a veces muy arriesgada.
A la poeta le gustan; las hojas de los árboles, las hojas de los libros, las hojas grandes, de las plantas muy grandes. Mientras por las noches estudia en viejos tratados de brujería, la estadística para averiguar hasta que punto, conocen lo que es el amor, aquellos que nunca han recibido nada a cambio.
He decido no mimar a Leo, no mimar a nadie. Y ponerme un vestido largo para salir a la calle y bajo la falda escondo, un ramo de margaritas doradas. para coronar con ellas los libros de poesía.
©Carmen María Camacho Adarve
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