Ana y la poeta
Ana, te gustan las hojas de los árboles, las hojas de los libros, las hojas de las hojas de las puertas, las hojas de las flores; tus mejillas Ana son pálidas mientras estudias en las hojas de un grueso volumen noches y noches a los poetas clásicos. Quieres llegar a saber hasta que punto conocen lo que es amor aquellos que casi nunca han recibido nada a cambio.
Toma tus pastillas Ana en el hospital sin nombre no hay necesidad que te vayas a agonizar a la ciudad ni tapices con piedrecillas de colores el colchón de tu cama.
Ana escribes poemas tristes en el cuaderno de notas de los poetas clásicos Ana, no tienes ningún interés por la literatura, escribes poemas tristes porque todo el mundo lo hace. Pero no dejas leer a nadie tus tristezas ni siquiera a tu amiga la poeta.
Los poemas de Ana, son gritos de niña en la oscuridad a pesar de todo Ana, no quiere madurar para convertirse en sacerdotisa al servicio de unos dioses, malhumorados, que se aburren en la penumbra en sus templos de la cultura.
Ana toma las pastillas si quieres andar por las calles de nadie, tienes tanto derecho a ello como tu hermano, tienes tanto derecho a ello como cualquiera. Pero ten cuidado de no llenarte el alma de conceptos equivocados porque, entonces, creerás que la gente da los buenos días por favor.
Nadie tiene derecho a disponer de tu alma porque eres mujer.
©Carmen María Camacho Adarve
2 comentarios
Supra Skytop -
Pablo -
Mira que me gustaría que me dedicasen una poesia. Muy bonito de verdad.Un besazo Carmen Maria.