De Nariz Evidente
DE NARIZ EVIDENTE Y TORPEZA COHERENTE
(Discusión sobre lo que es leyenda y lo que es memoria Histórica).
No sé mucho de eso, pero imagino que son pilas enteras de libros sobre el tema, estudios de postgrado, coloquios, mesas redondas, debates. Incluso, no estoy seguro, tal vez de eso se discuta en alguna clase de esas que se imparten en ésta o en otras universidades privadas con carreras de las llamadas "de humanidades".
Y ya que estamos en esto de la humanidad y sus sinrazones, me pregunto si en las carreras de humanidades se da la materia de dignidades y honestidad, si es que hay quien la imparta y quien la apruebe.
O tal vez esa materia se imparte y se aprueba en colectivo, en muchas partes, no sólo en un aula.
Y me pregunto también si la dignidad no va de la mano de la indignación y deshonestidad, ese sentimiento difícil de anclar en una definición pero que tiene que ver con esa rabia que se siente en las tripas frente a una injusticia.
Tal vez es esta capacidad de indignación y deshonestidad... una de las características del ser humano.
Una carrera de "humanidades" debiera tener las materias de dignidad y de indignación, honestidad y deshonestidad.
Es más, uno no podría graduarse de ser humano si no aprobara estas materias.
Ustedes disculpen si estoy un poco, o un mucho, desviado del tema.
No es sólo porque de por sí no me dieron material ni tema, sino que sólo me dijeron; escribe del asunto y luego pensamos que hacer con tu proyecto. Así me dijeron. Yo me quedé pensando. ¿Será que me van a escuchar?, me pregunté. Y me contesté. Creo que sí.
Como no me dieron tema, pienso que podría hablar sobre qué es Los Otros, qué lo definen, qué lo pinten y le den forma.
O, por ejemplo, explicar por qué estoy en la Ciudad
Y no se crean, yo no muy sé de la Ciudad pero parece que está un poco retirado de donde están los bulevares y la plaza de la Magdalena. Entonces pensé que pues habrá que alzar la voz para que llegue tan lejos.
Y en eso estoy, o sea pensando en las voces y las distancias, cuando escucho una voz abajo a mi izquierda que dice:
- De eso se trata, de alzar la voz -.
Yo sentí un escalofrío recorriendo mi espalda y me dije "esa vocecita, esa vocecita".
Y entonces llevé instintivamente mi mano al bolsillo izquierdo de mi pantalón porque ahí guardo el tabaco y por aquello del no te crezcas y paciencia.
¿En qué me quedé? Ah sí, en que no me dieron tema para esta plática.
Es más, ahora que me acuerdo, quiero hacer una denuncia. Porque resulta que en la Asamblea de Los Otros me pasaron una notilla que decía:
"sup.: avisa si vas a ir para las ponencias del día 3 de agosto. Si vas a ir, entonces te invitamos. Y si no vas a ir, pues no te invitamos".
No sé qué piensen ustedes, pero me parece que quien redactó ese mensaje bien podría estar asesorando a cualquiera de los insignes candidatos a la presidencia de este País.
Bueno, el caso es que no me dieron tema sobre el cual hablar y yo me quedé preocupado porque qué tal que están pensando que voy a cantar una de esas coplas que luego el tal... le pone música y la canta el tal Joaquín Sabina, y a ellos los siguen las muchachas y a mí me siguen los policías (cambiaron los tempos). No hay derecho.
Entonces en eso estoy, o sea contando cuántos policías andan tras de mí (seguramente para pedirme un autógrafo), cuando escucho otra vez esa vocecita que ahora dice:
- chsiit, csiiit -.
Yo primero pensé que era la voz de mi conciencia, y como a ésa de por sí no le hago caso, me dije:
- No te angusties. Él se quedó en la selva, apoyando a los de la Comisión Intergaláctica. Así que debe ser tu imaginación. Es prácticamente imposible que hasta aquí haya llegado...
- Yo, el eterno perdedor en las elecciones del corazón, el amor imposible, el suspiro inconfesado de... de... bueno, dejo el espacio en blanco para que, ponga su nombre y su corazón en los míos prendidos. Heme aquí, yo soy...
Digo con evidente desazón
Al decir esto último, él hace unos pasos de baile mientras entona la versión -libertaria- tunera y -Chun-chún de "La Suegra", cuya versión en spanich ocupaba el primer lugar en el TOP de "Radio Insurgente. La Voz, voz de los sin voz. Transmitiendo desde las montañas del Sur.
Yo aplaudo discretamente y pregunto- cuestiono- reclamo:
- Sí, pero vine para hablar con la Comisión Civil Internacional de Observación de Derechos Humanos, que vino a constatar la animalidad exhibida por los gobiernos del mundo en esta Cumbre de la Aldea Global. Y, bueno, ya que andaba por aquí, me pregunté "¿En qué enredos se habrá metido ahora aquel de la nariz evidente y la torpeza recurrente, aquel a quien honor le hice al nombrarlo mi escudero?” Y me dije que debía constatarlo personalmente y, como dije antes, heme aquí -.
- Hombre, no te hubieras molestado. Te hubiera mandado un correo electrónico -, le digo mientras oculto tabaco.
- Nada, no ocultes el regocijo que te provoca mi presencia. Y nada de caravanas, basta con que me des un poco de tabaco -. No espera mi respuesta, toma el tabaco y recarga su pipa y una mochilita que, entonces me doy cuenta, lleva a su espalda.
- ¿Vas llegando o te estás yendo? -, pregunto entre la desazón y la esperanza.
- Llegando-, dice él tirando el tabaco y mi ilusión al suelo.
- Hablando de mitos -, le digo con manifiesta mala leche, - ¿tienes algo qué decir?
- Baja su mochila y la abre mientras dice:
Que nada bueno se puede esperar.
Enciende su pipa y hurga dentro de la mochilita mientras agrega:
- Por lo demás, no te afanes en escribir. Tengo algo mejor que lo que puedas elaborar -, y sin más preámbulos me entrega unas hojas arrugadas.
Yo voy a preguntar que qué es eso cuando señala:
- No tienes por qué agradecerlo. Lo he hecho con mucho gusto, gran alegría y desbordado entusiasmo. Y ya me tengo que ir -, dice poniendo de nuevo la mochilita a su espalda y perdiéndose en fría madrugada.
...
En otra madrugada, pero en las montañas del Sur, Hace algunos años, vino a la Ciudad en búsqueda del mal y el malo, visitó la Escuela de Antropología e Historia. Ignoro el motivo de su visita y nunca me lo aclaró. Tal vez había quedado de verse ahí con alguno de los contactos que le pasaban información sobre los complicados laberintos del mal y el malo. O tal vez se echo a caminar y los pasos lo llevaron a acercarse hasta allí. El caso es que, entró a esta escuela, pasó unos minutos en ella y luego. Tal vez, no lo sabemos, se mezcló en el patio con estudiantes, trabajadores y maestros.
Algo recuerdo de lo escrito en aquellas hojas arrugadas, ahora, en esta madrugada.
...
Y más allá, en una madrugada más retirada en tiempo y en espacio.
No apareció, pero el anciano, en el trayecto de vuelta, me contó una historia de un mundo hecho abajo y después dominado por arriba.
"No todos ni todas, bajan la cabeza y se desmayan", dijo el anciano por decir "no todos se resignan y conforman". Y algo más agregó que yo escribí con letra torpe y apresurada en mi diario de campaña.
Creo que, puesto que no me dieron tema para la plática de hoy , aceptarán ustedes que les lea este extraño, por serio, texto dónde se trata de sintetizar lo que: El, andante caballero, , y el Anciano, traductor involuntario de una cultura en resistencia, escribieron y dijeron en ésta y otras madrugadas. Se llama...
LOS OTROS QUE SOMOS.
La historia o la leyenda se tejen de madrugada. Habrá, es cierto, quien cuestione su veracidad y pretenda clasificar una u otra en el endeble criterio de "verdadero" o "falso". Para lo que concierne a lo que ahora cuento, no importa ni lo uno ni lo otro.
Las palabras que nombran lo que está por hacerse no salen de pronto ni en cualquier parte, sino que van buscando un lugar dónde nacerse y esperan el tiempo propicio para surgir.
Hay un lugar en el que la oscuridad y la luz se encuentran y se tocan apenas un instante. Después se va cada una a su camino, a su espera. Así van la sombra y la luz, siguiéndose y evitándose, hasta que se olvidan de lo que son y se hacen de nuevo en lo otro, rehaciendo una y otra vez el hoz morón de su deseo. Ese lugar tiene también su tiempo, y en él la muerte y la vida se postergan. Es el amor, dicen, quien entonces ahí reina.
Es en la madrugada, en ese espacio y tiempo, donde hay quien está ya y quien llega apenas. Dicen que es la sombra quien espera, acechando con la mirada de quien lleva como maldición la duermevela, a que la luz desnude sus ropas y sus miedos, que recueste el cuerpo y ponga de pie el deseo.
¡Ah, la madrugada! Hay ahí, esperando siempre (es decir, no estando), una piel compleja hecha de dos tibiezas, que la arroparían del frío y soplarían lejos la soledad.
En ese delgado límite, donde no hay muro ni abismo, la palabra recorre todos los calendarios y asume una forma que es hablada en muchas lenguas.
Digo ahora lo que esa palabra me cuenta en ese quiebre del tiempo, con la niebla de la duermevela, y en la lengua de la montaña:
Hay en cada hombre, en cada mujer, un otro y una otras diferentes.
Escondido está lo otro, como guardado está. Esperando espera. Estando está.
A veces es un rasguño, imperceptible afuera y definitivo dentro; otras es un terremoto que rompe la fastidiosa cotidianeidad; y a veces es una piel, caricia o áspero roce, que rasga con tierna furia la piel de afuera y revela y rebela la otra piel, la del otro, la de la otra que somos.
Pero es siempre un dolor lo que obliga a salir eso otro que somos sin serlo todavía.
Las más de las veces somos lo otro con un "NO" que es un desafío a la docilidad impuesta.
Y no nos vemos.
No si solos somos lo otros que somos.
Entre la desbocada competencia por la corrupción y el crimen que son el combustible del "sálvese quien pueda", hay una, uno, otro, otra, alguien que dice "no".
Hay, por ejemplo, una joven mujer que aparta su paso del conformismo de ser lo que el varón quiere que sea y pone en un rincón sus miedos para vestirse y desnudarse con el traje siempre nuevo de la rebeldía.
Y hay un profesionista que, contra toda la prudencia desde arriba impuesta, arriesga su bienestar y seguridad para ir por una medicina para quien no conoce hasta que yace moribundo.
Hay una joven estudiante que lo acompaña, entre otras cosas, porque hay lecciones que no se aprenden en las aulas ni en los libros, sino en las calles.
Hay un indigente que elige serlo pero con dignidad, la que se viste con los colores que antes eran vergüenza y hoy son alegría. Hay un hombre, un campesino, que elige levantar las tierras. y ser rebelde y ser solidario es también ser un reo de alta peligrosidad.
Y hay mujer, que no importa si es joven, adulta, madura o anciana, sino que es mujer, y que carga ahora como cadenas lo que no quiere sino como alas, y que para eso une sus pasos a otros pasos. Tiene todos los nombres y todos los rostros que abajo se nombran y se miran.
Y hay un fotógrafo, un reportero, que deja la cámara inerte porque el corazón se le conmueve y le manda que no convierta en mercancía el instante que la empresa le reclama para la venta, que escribe lo que ve y escucha, y no lo que los lentes y audífonos del Poder le imponen. Porque hay quien se pasa del otro lado de la línea, para ver lo que abajo se ve, lo que se calla.
Y hay un hombre, una mujer, un niño, un anciano, una joven, un otro, una otra que prefiere dignidad a humillación, honestidad a deshonestidad y que obra en consecuencia.
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