EN LA CASA DE LOS LOCOS
Todas las mañanas, Ana, va a limpiar en la casa de los locos. La espera en la escalera, María, que camina a pasitos cortos, es delgada, en sus ojillos negros, baila la risa, y hace pucheros si se enfada… es una niña de cincuenta años. Va siguiendo a Ana por los cuartos, mientras ella limpia, le hace siempre las mismas preguntas.
Niña ¿Cuándo es mi santo? ¿Falta mucho?
-Unos meses.
-Niña, niña, ¿Cuándo es mi santo?
-en agosto.
María, se pasea por el pasillo, con su sonrisa infantil. María no quiso crecer. Esa mañana tocaba ir al mercadillo, María compró una maceta de margaritas mustias.
-Niña, niña, ven niña, llamaba con la puerta de su cuarto abierta, sentada en la cama y sujetando con las dos manos sobre su regazo la maceta de margaritas mustias.
-Niña, niña ¿Dónde pongo la maceta?
- la puedes poner en la estantería
-¡pero niña¡ no puedo que moja a las muñequitas.
-Niña, niña ¿Cuánto falta para mi santo?
-Poco falta poco.
-¿tu vas a venir niña?
-Si, claro que si.
-Sabes niña te voy a invitar a tarta ¿me vas a traer cositas? peluchines, pinturitas, colorete para la cara, y muñecas que hablan… niña, niña pronto es mi santo. Sabes niña cuando sea grande dejare esta casa ya lo tengo pensado me iré a una muy grande con un jardín que tenga muchas flores donde pasare a todas mis muñecas.
©Carmen María Camacho Adarve
0 comentarios