Infancia
HABLAR DE
MI INFANCIA
No me gusta hablar de mi infancia. Para olvidarla muchas mañanas paseo por la ciudad sin ir a ninguna parte y durante horas.
Y tengo derecho a deciros a todos los que me seguís en mis reflexiones y a mis amigos que no me gusta hablar de mi infancia, es mi derecho, no me gusta dar explicaciones de mi negativa a tratar ese periodo de mi vida, como la de todos los seres humanos, todos los que ya hemos pasado esa etapa, si respeto a los que hablan de su infancia con cualquiera que se les ponga a tiro, respetadme entonces también a mi. Ni me pidáis por favor explicaciones ¡dejen mi infancia¡ No me gusta que con el paso de los años mi infancia se convierta en una leyenda sobre la infancia.
Es mi deseo tenerla siempre en mi corazón, caprichosa, tirana, confusa en recuerdos, prolija en imaginación.
A veces cuando pienso en ello, ganas me dan de hacer imprimir unas tarjetas, como las de visita pero en las que se pueda leer frases como:
-Por favor no haga comentarios sobre su infancia o la mía gracias.
- Me agradaría eviten el discurso sobre la infancia.
-Pasen por alto la infancia muchas gracias.
Si se, con toda seguridad que si diera estas tarjetas, la gente me sometería a todo tipo de comentarios y a muchos malentendidos. Pensarían como era de prever: se ha vuelto loca o algo esconde. Alguna perversión cosas raras de esas seguramente.
¡0tra vez¡ estoy criticando a la sociedad. Eso que trato siempre de contenerme pero pierdo el control.
Prosigo mi paseo y arriba veo un planeador, silencioso y tranquilo se va alejando dibujando círculos en el cielo. Me asalta un dulce sueño si fuese capaz de echarme en este banco y dormir con unos veinte minutos seria suficiente.
Pero soy incapaz necesito un espacio cerrado y oscuro. Me levanto y cruzo el parque.
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