DOS Y DOS
Rubén la ha dicho a María que la poeta esta muy enferma. Los amigos de la poeta saben que llora sin cesar a lo largo de la noche; por las mascotas que quieren dejar de serlo, sin saber, como conseguirlo, por todas las mujeres maltratadas que quieren denunciar y no se atreven, por los niños cuyos ojos son cegados al nacer, por todas las muchachas ingenuas cuyos corazones son perforados con una aguja de tricotar el mismo día que brota el amor, por todas las gitanas que paren un gitanito cada agosto, por todas las flores de tela que deberían ser flores de verdad, por todos los árboles de plástico que querrían dar manzanas para que las coman los niños pequeños..
La poeta llora sin cesar por las erráticas ambiciones de todos los muñecos de guiñol con cara de pinocho y cuerpo de trapo.
La poeta esta siendo lentamente envenenada porque respira la negra nube letal y púrpura de las injusticias.
Llora la poeta porque sus lágrimas no sirven para nada y sólo consiguen desteñir un poco el contorno de las palabras pintadas con un lápiz de carpintero en la almohada de su cama, amor, respeto y compasión son vocablos vacíos de sentido que ni siquiera tienen derecho a ser escritos.
Harmonie ha regalado a la poeta una flor natural la poeta ha colocado la flor natural en un vaso con agua y ha dejado de llorar un breve momento.
Los poetas que lloran apenas tienen derecho a la estima de sus porteras. La dureza de corazón es virtud por consentimiento universal.
Rubén le ha dicho a María que solo vale la pena llorar por uno mismo.
María si eliges la estadística tendrás que andar un camino muy árido hasta poder demostrar que dos y dos no siempre suman cuatro.
© 2008 Carmen María Camacho Adarve
0 comentarios