Un sol parado en la orilla del mar
En la mañana busqué la sombra abajo en unas rocas, y me quedé esperándote, ¿dónde andabas?
Como si los recuerdos se me hubieran hecho de colores, me respondieron:
—Levantando la orillita del mar.
Un sol parado ponía brillos al mar y corría por la playa. El rojo era un ascua que atizaban las olas.
—Si así fuera -les dije- ya me habríais enrollado un pedazo para encontrar barcos hundidos en vez de bucear.
— ¿no veis que me te tiene presa el sueño?
Una cosa es verdad –continué-
A La mar la persiguen los pájaros.
Así la veo acercarse, con una turba de gaviotas prendidas en el vestido azul de las olas y, las aves se alzan pro el como la arena para volver a caer en el agua... en ese momento tomó mi mano el mar, abrió la suya y con una sonrisa: "ten, te los regalo", me dijo.
De botones de coral, chapas de refresco y caracolas, tengo mil frascos, yo los tomé haciéndole ver mi sorpresa.
-Tienes de arena el iris y brillos de canica en las pupilas cuando lloras.
Me dice el mar , lo repite el mar, como si me quisiera embrujar y yo corro y corro y viene detrás de mí, persiguiéndome hasta que me tumba para hacerme cosquillas y yo me revuelco de risa y me escapo y se enfada porque después regreso muy seria y le levanto la orilla y lo descubro lleno de miradas por dentro, dueño de todos esos ejércitos de peces que lo alimentan como a un rey amplio y caprichoso, amarrado a sus riquezas, robándole las almas a esos inocentes que se metieron a pescar en su silencio de pescadores y que se asoman desde su propio espanto para decirme:
tú que andas siempre como colgada del brazo del mar , pídele por nosotros, nuestra voz es un viento que sopla donde nadie oye, no podemos ni siquiera solearnos el nombre en la cruz de algún panteón. Pídele por nosotros.
Yo me quedo muy triste escuchándolos y luego voy y les hago dibujos en la arena con las cosas de la tierra y se los doy al mar para que de arrepentimiento se los lleve y no se sientan tan solos.
Ellos me lo agradecen y me arrojan lo poco que tienen, botones, chapas, caracolas y yo se los guardo y le encanta porque me llena frascos y más frascos como si fueran tesoros, pero mejor no digo nada porque me acordé que yo colecciono secretos. Y me perdí en sus aguas
Los oigo desde lejos y aunque no quiera se me llena de incongruencias el corazón. Ese día al amanecer, decidí que ya era tiempo de marcharme.
A los que escuchan al mar se les prenden los ojos como esas lámparas que andan por los callejones temblando para no tropezarse con la oscuridad, pero a mi no me da miedo; a mí, el alma se me sale del cuerpo, así tan liviana, que le cuesta trabajo volver porque se la lleva la brisa como invitándola a contemplar el mar desde las estrellas pero yo le digo que no, que mejor.
-¡vuelve alma mía¡- para seguir escuchando al mar que aunque está viejo le sobran las magias para pasearse por los infiernos como si llevara la cuenta de las almas.
Me ha contando el mar que su secreto es ponerse esa capa invisible que le regaló un Santo que lo visita mucho y que lo protege de la maldad. Aunque no cree en los encantos y por eso se queda como temblando por dentro, y yo oigo como dan vueltas y vueltas las olas de un lado para otro y a el lo oigo discutir con esos sueños que se visten de susto para picarlo.
-¡Tenemos que cuidarlo mucho y entonces¡...Si, si, Sí.
Y entonces se me ocurrió buscar un tabla y sobre ella pinte figuras de colores y también un mar chiquito igualito que él, para que adonde quiera que vaya nunca se pueda ir.
Escuchaba el ruido de las olas Y recordé a mis padre, a mi hermana que se fue tras de mí jugando a pisarme la sombra con una felicidad extraña, hasta que la vi perderse entre la gente con la cartera al hombro.
Caminé y caminé viendo como se repetía una y otra vez la misma escena, el mismo pedazo de tierra donde me detenía para sólo divisar mi casa y luego el mar y otra vez mi casa.
La luna era un arañazo de luz en la distancia cuando me dejé caer vencida por el sueño era tan pequeña.
-¡Esta niña otra vez se le hizo de noche en la playa¡. Dios mío que vamos a hacer con ella.
Me encontraron a la mañana en el corral junto al escándalo de las gallinas.
-¿Escuchas el mar madre? Viene por nosotros.
¿Lo escuchas? como si se abriera la tierra, tragándose los cerros, la lluvia anunciando con tambores y trompetas el fin de todo.
En guerra el agua con el agua, el trueno con el trueno.
¡Sálvame madre, te lo ruego¡
El sueño se repite.
No quiero dormir, pero los ojos se me hacen de hierro y se me caen hasta el fondo de un abismo hasta que despierto, para oír otra vez los pasos de mi madre, ¡Esta cría esta mal¡... las voces de mis hermanos y mi padre que hablan y hablan, como si sembraran en el aire las palabras y les naciera el mundo del que no se quieren ir.
A mi lado está siempre mar, con perfume de silencios que huele a secretos, consolándome con esa dulzura que se le sale ¡y corre¡ a espantar a la muerte que se acerca lenta, muy lenta, como si me anduviera midiendo el alma.
De todas maneras va a encontrarse con que la estamos esperando.
Y me fui siguiendo al mar. Y el agua me llevo al lugar donde encuentra sus tesoros.
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