sobre los caprichosos dioses
SOBRE LOS CAPRICHOSOS DIOSES
Cuando cumplió los dieciocho años pensó rebelarse contra lo fatal de el azar. Supo entender y entendió que la casualidad era fruto de la coincidencia y esta forma parte de una maldición.
debo- se dijo-. Enfrentarme al caos, no puedo consentir que ninguna fuerza fuera de mi propio determinismo rija mi camino.
Dentro de su cuarto dedico día y noche a escribir su historia de intensa creación.
Escribió la futura historia de su vida, en sus páginas no dejo espacio para lo casual, lo fortuito, y el azar.Llenó todas las horas, todos los minutos , y los fragmentos de milésimos segundos . Selecciono con minuciosidad, sobresaltos, sueños, ilusiones, hábitos,melaconlías, sorpresas, viajes, alegrías, pesadillas, enemigos, sueños... De nada se olvidó.
Sólo dudo ante su muerte, no le parecía justa ninguna muerte para una mujer libre, ella que se atrevía a desafiar cualquier intromisión de la casualidad y que daba por sentado que la vida la escribe uno mismo, el destino, y su trayectoria es uno el que le da la forma correcta.
Y dejó en blanco la última página de la historia de su vida hasta encontrar una digna y justa solución.
Así fue como gano la partida al caos, métodicamente, se fue cumpliendo su existencia, según ella lo había escrito.
Solamente ella, la única mujer que había vencido al los caprichosos dioses, sus egoísmos, su falta de ternura, sus implacables mandatos, sus insoportables interferencias.
Y fue totalmente libre para escoger su muerte, se sumió en el eterno dejar de ser, el ser el otro, el no ser.
Estudió todo lo escrito y lo vivido por otros para ser infinitamente libre: las buenas muertes, las malas agonías, las dulces, las insufribles, las asépticas de hospital, las anodinas, y las neutrales.
Y tuvo que asumir y ser víctima de su propia decisión.
Abrió la historia de su vida y escribió su página final.
Y pensó: gritarles a las cosas vivas puede hacer que muera el espítu que hay ellas.
Los palos y las piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras rompen el corazón...
Me muero por las lenguas muertas.
Me muero porque las palabras me matan.
Cuando cumplió los dieciocho años pensó rebelarse contra lo fatal de el azar. Supo entender y entendió que la casualidad era fruto de la coincidencia y esta forma parte de una maldición.
debo- se dijo-. Enfrentarme al caos, no puedo consentir que ninguna fuerza fuera de mi propio determinismo rija mi camino.
Dentro de su cuarto dedico día y noche a escribir su historia de intensa creación.
Escribió la futura historia de su vida, en sus páginas no dejo espacio para lo casual, lo fortuito, y el azar.Llenó todas las horas, todos los minutos , y los fragmentos de milésimos segundos . Selecciono con minuciosidad, sobresaltos, sueños, ilusiones, hábitos,melaconlías, sorpresas, viajes, alegrías, pesadillas, enemigos, sueños... De nada se olvidó.
Sólo dudo ante su muerte, no le parecía justa ninguna muerte para una mujer libre, ella que se atrevía a desafiar cualquier intromisión de la casualidad y que daba por sentado que la vida la escribe uno mismo, el destino, y su trayectoria es uno el que le da la forma correcta.
Y dejó en blanco la última página de la historia de su vida hasta encontrar una digna y justa solución.
Así fue como gano la partida al caos, métodicamente, se fue cumpliendo su existencia, según ella lo había escrito.
Solamente ella, la única mujer que había vencido al los caprichosos dioses, sus egoísmos, su falta de ternura, sus implacables mandatos, sus insoportables interferencias.
Y fue totalmente libre para escoger su muerte, se sumió en el eterno dejar de ser, el ser el otro, el no ser.
Estudió todo lo escrito y lo vivido por otros para ser infinitamente libre: las buenas muertes, las malas agonías, las dulces, las insufribles, las asépticas de hospital, las anodinas, y las neutrales.
Y tuvo que asumir y ser víctima de su propia decisión.
Abrió la historia de su vida y escribió su página final.
Y pensó: gritarles a las cosas vivas puede hacer que muera el espítu que hay ellas.
Los palos y las piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras rompen el corazón...
Me muero por las lenguas muertas.
Me muero porque las palabras me matan.
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