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TEMAS BLOG OFICIAL DE LA POETA Y ESCRITORA andaluza Carmen Camacho ©2017

LA TORMENTA por Eduardo Owen Palma (Sydney, Australia)

LA TORMENTA   por Eduardo Owen Palma  (Sydney, Australia)

 

 

 

 

Soy  profesor ("mas viejo que el pan”),  como se decía en Chile cuando allí vivía) que desde el año pasado escribe poesías. Nací en Chile y vivo en Australia desde 1972. Soy profesor primario retirado.

 

 

 

Hoy salió el sol

Con sus luces apagadas,

Unas cuantas nubes grises

Se habían estacionado en la vereda,

Frente a su casa,

Cubriéndolo todo:

El cielo se veía negro oscuro,

Las sombras se escondieron

Bajo sus brazos…

 

Todos los restos de luz

Que en los pétalos de las flores,

En la espuma de las olas,

En los muros blancos de algunas casas,

En la sonrisa de los caballos,

Habían quedado pintados,

Fueron devorados por la sombra total de la noche,

Que esta vez llegó de día:

 

Una tormenta,

Una de esas tormentas

Que sólo escapan de la cárcel de las nubes

Una vez cada cincuenta años,

Uno de esos fenómenos

De la naturaleza

Que llegan a ocupar

La primera página

De los diarios serios

Por el daño que le hacen

A justos y a pecadores,

Había escrito su prólogo en el cielo

Preparándose a entregarle

A este rincón del universo,

Uno de sus más grandes despliegues

De fuegos artificiales jamás visto

Por los ojos de animales,

Racionales e irracionales,

Acompañado por el ruido que harían

Quinientas bandas de circo tocando juntas…

 

Llegó el momento de la explosión,

El oscuro cielo reventó en mil pedazos,

Los rayos dividían al cielo

En mil potreros azules oscuros,

Los truenos venían después

Cantando con voz de barítono-bajo:

Los perros comenzaron a aullar,

Algunos,

Mientras otros canes se escondían

En los rincones de los patios

Y debajo de las camas,

Muertos de miedo,

 

Temblaban de miedo

Las paredes de las casas,

Los techos encogían sus cabezas,

Pensando en la salud de sus tejas,

Le tenían mucho miedo al granizo,

La lluvia lo mojó todo:

Paraguas e impermeables

Y a los que éstos cubrían,

 

Los ríos flacos,

Insignificantes,

Ahora eran todos Amazonas,

El agua visitaba las casas

Entrando por la mampara del frente,

Saliendo por la puerta de atrás,

Sin saludar

Ni quedarse a conversar,

 

Los habitantes del pueblo

Comenzaron a mostrar

La piel de sus pies,

Hasta más arriba de los tobillos,

Tratando de salvar

Sus preciados tesoros caseros

De las húmedas garras

De la corriente:

El agua se paseaba

Entre sus calcetines y sus dedos,

 

Pasaron muchos largos minutos

De ciento ochenta segundos cada uno,

Tal vez veinte de ellos,

Y,

Así como el cielo descargara su odio

Sobre todo lo que encontró a su paso,

Inesperadamente,

Las nubes le cedieron su espacio en el cielo

Al sol y a sus rayos,

Los truenos y los relámpagos

Dejaron de atormentar

Los ojos y los oídos de los perros:

Se cerraron los paraguas inútiles,

Los impermeables volvieron al ropero,

Las palas y las escobas salieron

A lamer los pisos de su chocolate de barro pegajoso,

 

Todos y cada uno

De los habitantes del pueblo,

Sufrieron algún tipo de daño

Material o psicológico,

Los perros siguieron tiritando

Hasta que llegó la noche

O hasta que les dieron un hueso:

Aquella tormenta de primavera

En que los vientos helados del sur

Le salieron al camino

A los vientos cálidos del norte,

Todos con puñales de rayos

Y truenos en la mano,

Causando todo tipo de problemas

En el cielo,

Fue tema de conversación

Por muchos años

Para todos los que vivían

En el pueblo

(Y sus perros)…

 

Eduardo Owen Palma owenmena@virginbroadband.com.au

 

 

 

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