LA TORMENTA por Eduardo Owen Palma (Sydney, Australia)
Soy profesor ("mas viejo que el pan”), como se decía en Chile cuando allí vivía) que desde el año pasado escribe poesías. Nací en Chile y vivo en Australia desde 1972. Soy profesor primario retirado.
Hoy salió el sol
Con sus luces apagadas,
Unas cuantas nubes grises
Se habían estacionado en la vereda,
Frente a su casa,
Cubriéndolo todo:
El cielo se veía negro oscuro,
Las sombras se escondieron
Bajo sus brazos…
Todos los restos de luz
Que en los pétalos de las flores,
En la espuma de las olas,
En los muros blancos de algunas casas,
En la sonrisa de los caballos,
Habían quedado pintados,
Fueron devorados por la sombra total de la noche,
Que esta vez llegó de día:
Una tormenta,
Una de esas tormentas
Que sólo escapan de la cárcel de las nubes
Una vez cada cincuenta años,
Uno de esos fenómenos
De la naturaleza
Que llegan a ocupar
La primera página
De los diarios serios
Por el daño que le hacen
A justos y a pecadores,
Había escrito su prólogo en el cielo
Preparándose a entregarle
A este rincón del universo,
Uno de sus más grandes despliegues
De fuegos artificiales jamás visto
Por los ojos de animales,
Racionales e irracionales,
Acompañado por el ruido que harían
Quinientas bandas de circo tocando juntas…
Llegó el momento de la explosión,
El oscuro cielo reventó en mil pedazos,
Los rayos dividían al cielo
En mil potreros azules oscuros,
Los truenos venían después
Cantando con voz de barítono-bajo:
Los perros comenzaron a aullar,
Algunos,
Mientras otros canes se escondían
En los rincones de los patios
Y debajo de las camas,
Muertos de miedo,
Temblaban de miedo
Las paredes de las casas,
Los techos encogían sus cabezas,
Pensando en la salud de sus tejas,
Le tenían mucho miedo al granizo,
La lluvia lo mojó todo:
Paraguas e impermeables
Y a los que éstos cubrían,
Los ríos flacos,
Insignificantes,
Ahora eran todos Amazonas,
El agua visitaba las casas
Entrando por la mampara del frente,
Saliendo por la puerta de atrás,
Sin saludar
Ni quedarse a conversar,
Los habitantes del pueblo
Comenzaron a mostrar
La piel de sus pies,
Hasta más arriba de los tobillos,
Tratando de salvar
Sus preciados tesoros caseros
De las húmedas garras
De la corriente:
El agua se paseaba
Entre sus calcetines y sus dedos,
Pasaron muchos largos minutos
De ciento ochenta segundos cada uno,
Tal vez veinte de ellos,
Y,
Así como el cielo descargara su odio
Sobre todo lo que encontró a su paso,
Inesperadamente,
Las nubes le cedieron su espacio en el cielo
Al sol y a sus rayos,
Los truenos y los relámpagos
Dejaron de atormentar
Los ojos y los oídos de los perros:
Se cerraron los paraguas inútiles,
Los impermeables volvieron al ropero,
Las palas y las escobas salieron
A lamer los pisos de su chocolate de barro pegajoso,
Todos y cada uno
De los habitantes del pueblo,
Sufrieron algún tipo de daño
Material o psicológico,
Los perros siguieron tiritando
Hasta que llegó la noche
O hasta que les dieron un hueso:
Aquella tormenta de primavera
En que los vientos helados del sur
Le salieron al camino
A los vientos cálidos del norte,
Todos con puñales de rayos
Y truenos en la mano,
Causando todo tipo de problemas
En el cielo,
Fue tema de conversación
Por muchos años
Para todos los que vivían
En el pueblo
(Y sus perros)…
Eduardo Owen Palma owenmena@virginbroadband.com.au
0 comentarios