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TEMAS BLOG OFICIAL DE LA POETA Y ESCRITORA andaluza Carmen Camacho ©2017

trozos literarios

Rafael Álvarez "El Brujo" - El Testigo, de Fernando Quiñones

El cinismo no es una creación contemporánea. Aquí hay un ejemplo refinadísimo.

El cinismo no es una creación contemporánea.    Aquí hay un ejemplo refinadísimo.

Diálogo entre Colbert y Mazarino
durante el reinado de Luís XIV de Francia, el ‘Rey Sol’

¡Hace cuatro siglos!

Colbert:  Para conseguir dinero, hay un momento en que engañar al contribuyente ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente, que me explicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta al cuello...

Mazarino:  Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas, se va a parar a la prisión.  ¡Pero el Estado...! ¡Cuando se habla del Estado, eso ya es distinto!  No se puede mandar el Estado a prisión.  Por lo tanto, el Estado puede continuar endeudándose.
¡Todos los Estados lo hacen!

Colbert:  ¿Ah sí? ¿Usted piensa eso?   Con todo, precisamos de dinero, ¿y cómo hemos de obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?

Mazarino:  Se crean otros.

Colbert:  Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.

Mazarino:  Es cierto, eso ya no es posible.

Colbert:  Entonces, ¿sobre los ricos?

Mazarino:  Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta, no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, sí.

Colbert:  Entonces, ¿cómo hemos de hacer?

Mazarino: Colbert, ¡tú piensas como un queso de Gruyere o como un orinal de enfermo! Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres. Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a esos a los que debemos gravar con más impuestos..., cada vez más..., ¡siempre más!
A esos, ¡cuánto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos!
¡Son una reserva inagotable!  


El loco literario la metáfora, Gérard de Nerval

El loco literario la metáfora,    Gérard de Nerval

 

Los últimos meses, antes del que sería su definitivo internamiento, Gérard de Nerval vivía en una habitación cuyo único mobiliario era una cama y varios sacos apoyados en la pared que contenían sus libros y bibelots, cada vez más escasos. El 24 de agosto de 1853, en un café de Montmartre, empezó a tirar su dinero al aire. Después se dirigió a casa de su padre, donde dejó un ramo de margaritas, y finalmente marchó al zoo; allí, durante un largo rato contempló abstraído al hipopótamo. La crisis nerviosa le sobrevino en la sala de los animales antediluvianos. Tuvo que ser conducido a la casa de salud del doctor Blanche, poseído, según explicó, por el alma de Napoleón, que le hacía escribir signos cabalísticos por las paredes de su celda.

Textos sobre "El loco literario la metafora"

Carmen María Camacho Adarve

En el riesgo de lo desconocido Por Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio

En el riesgo de lo desconocido  Por Gonzalo Márquez Cristo y Amparo Osorio

El pasado 10 de agosto falleció a los 86 años en Francia el lúcido poeta, filósofo, ensayista y traductor Roger Munier, quien fuera amigo entrañable de René Char, Paul Celan, E.M. Cioran e Yves Bonnefoy, entre otras grandes voces de la literatura universal.

Nacido en Nancy, el 21 de diciembre de 1923, estudió filosofía y teología y dirigió la colección el Espacio Interior de Editorial Fayard de París. Publicó numerosos textos de budismo, hinduismo, islamismo y taoísmo. Sus traducciones del alemán, inglés, griego antiguo, español y japonés, son piezas de culto en su Francia natal y contemplan la obra de Heidegger, Silesius, Kleist, Paz, Juarroz, Porchia, Heráclito, y el memorable libro Heidegger, Silesius, Kleist, Paz, Juarroz, Porchia, Heráclito,Haiku – de las cuatro estaciones.

Es autor de las siguientes obras: Contra la imagen (1963), El instante (1973), La visita que jamás viene (1983), Éxodo (1993); La ardiente paciencia de Rimbaud (1993), Orfeo (1994), La dimensión desconocida (1998), La cosa y el nombre (2001) y Las aguas profundas (2007)...

En 1972, desde Friburgo, Martin Heidegger, definitivo amigo de Munier, le envió una misiva donde analiza la “Carta del vidente”, que se ha convertido en un documento imprescindible para los estudiosos del infante iluminado, reproduciéndose en numerosas lenguas.

El exilio de Rimbaud, el ejercicio de la traducción, la pedagogía de la videncia, son algunas de las fronteras aquí franqueadas por este poeta que nos ha revelado en uno de sus textos:

 

“Hay otro mundo,

escondido en este.

Nosotros lo sabemos al crepúsculo.”

 

***

«Amigos poetas: Al recibir el cuestionario de la entrevista me sorprendió hallar en el sobre el lugar del remitente, pues Colombia es un país que recorrí en los años cincuentas y por tal motivo me pareció que se reintegraba mi pasado. Conocí esa patria, estuve en Bogotá, viajé a aquello que llaman clima caliente, amé ese rayo horizontal y murmurante denominado río Magdalena. Estuve en Girardot y en Barranquilla. Allí me ocurrió algo que los poetas conocen desde siempre, aprendí a dialogar con lo otro, no sólo porque el español me ofrecía esa posibilidad, como el alemán, el inglés y otras lenguas que hablo, sino porque conocía una cultura que me daba la opción de mirar a la mía desde afuera. El poeta es quien puede escapar de su mundo para regresar a él sigilosamente antes del amanecer.

Adjunto mis opiniones esperando no empobrecer los interrogantes que me han formulado y que son siempre y en toda circunstancia más definitivos y perdurables, que las inocuas, arrogantes y falaces respuestas que pueda dar un ser sobre la Tierra. Con mi abrazo de fraternidad, Roger Munier. Les Erables, Francia».

 

—Siguiendo la orientación de su obra, ¿la filosofía debe ser un dominio de lo poético?

Dominio es una palabra ambigua. Puede significar «domaine», el sentido del territorio que poseemos, y también dominación, autoridad, tutoría, imperio sobre... Me preguntan si considero que la filosofía es un «dominio» de lo poético. Por consiguiente, asumiendo esta ambigüedad del término, donde ella vendría solamente a tomar lugar, respondería: No. La filosofía no es un sector de lo poético. La filosofía es interrogante, y la poesía adhesión, aunque ella misma cuestiona, sobre todo canta. La filosofía no canta. Ella interroga. Y justamente, entre todo eso que cuestiona, existe también la poesía. Allí su interrogación es prudente y permanece en vilo. La filosofía se queda como pasmada ante la poesía. Ella interroga en ésta su cara a cara, y casi su contrario. Yo afirmaría: como el hombre interroga, la mujer responde... Interviene entonces el segundo sentido de dominio, que le conviene más en propiedad: el de autoridad, de tutoría. Pero es restricto, si no molesto, en este cara a cara, como el dominio del hombre en la confrontación hombre-mujer... La filosofía, dentro de su mirada clara, interroga conjuntamente los límites y la gloria de la poesía. Si ella ve bien los límites, ella queda fascinada por la gloria. Es la experiencia que yo realizo y de la cual consigo quizá, aquí y allá, dar forma en un decir que se quisiera unitario.

La poesía tiene grandes recursos en el alcance. Yo pienso en cuanto a mí, que la filosofía —digamos mejor el pensamiento—, ganaría en integrar a la poesía en su pensar y por derivación  en su palabra. El cara a cara no debería permanecer como un simple «uno frente al otro», pues él conduce naturalmente al encuentro, tiende a la unión. En la contienda hombre-mujer, esto es lo que llamamos el amor. Y nosotros sabemos que en el amor, cada uno de los compañeros termina fi­nalmente siendo lo que es, excepto en el momento fugaz del abrazo donde se opera la unidad de ten­sión que definió bastante bien la expresión de «combate amoroso». ¿Nosotros podemos esperar que filosofía y poesía, no existieran más que en breves instantes, alcanzando en este bello encuentro un decir más fresco y originario? Esto, en todo caso, es lo que yo busco...

 

—¿La incomunicación a la que nos condenó el lenguaje, es aquello denunciado en varios de sus poemas?

—El lenguaje es una equivocación, la más cruel inventada por la humanidad, y cuando más se extiende su eclipse sobre nuestro rostro, sobre nuestro cuerpo, más solos nos sentimos; a no ser que esa misma oscuridad —como ocurre algunas milagrosas veces— que generan las palabras por no lograr apresar nuestras ideas o sentimientos, dé paso al amor o al reino de lo poético, pues allí todo parece corregirse en un relámpago.

 

¿Aún es posible pensar en la herencia de lo «desconocido» y en el poder profético concedido a la palabra por algunos románticos iluminados?

—Sí, podemos hablar siempre de «videncia» en poesía. A condición justamente de que la poesía cese —como lo demandó Rimbaud en la Carta del vidente—, y se ocupe  simplemente de «ritmar la acción» humana, para proyectarse «adelante», en lo desconocido.

 

Podría hablar sobre sus acercamientos a escritores como Heidegger, Char, Paz, Porchia...

—Literariamente yo padecí, poco de influencias. Digamos que mi gran maestro fue y seguirá siendo Martin Heidegger, cuyo pensamiento y amistad tuvo sobre mí un extraordinario poder despertador. Primero, revelándome la dimensión de la nada, digamos más bien de la nada como «rien» en francés (Nichts en alemán), siempre insistente en el horizonte del hombre. Y además instaurando un cuestionamiento sobre las relaciones fecundas entre pensamiento y poesía. En materia de escritura, yo no he hecho sino intentar obedecer lo más justamente a una difícil exigencia dentro de la claridad.

 

—¿La marginalidad de lo poético, la exclusión orquestada por una sociedad vana y pragmática, hace obligatorio el aislamiento del poeta como lo postuló René Char al escribir: «Hiciste bien en partir, Arthur Rimbaud?»

—Es seguro que la verdadera escritura no comienza sino con el sentimiento profundamente experimentado en su poco de peso, frente a otra cosa que nos atormenta y es su origen como escritura, sin que jamás ella sepa eso que es, que la funda y la magnífica, pero la rebasa. Es por esto, me parece, que Rimbaud partió. La escritura para él (¡y por tanto aquella escritura!) no le hizo más peso. Es aquello que pretendo probar entre otras cosas, en el extenso libro que escribí sobre el destino global de Rimbaud, palabra y silencio: L’ardente patience d’Arthur Rimbaud, que aparecerá pronto en Editorial Corti. Ahora, si ella está bien: «adelante», la poesía será siempre «marginale», y quizá primero, para el poeta mismo.

 

La fácil poesía conversacional, coloquial-cotidianista, simple moda en Hispanoamérica, ¿qué territorio posee actualmente en el ámbito europeo?

—Me parece que la ligera poesía conversacional que es en efecto moda en América Latina, no ha encontrado refugio en Europa, sino bajo la forma de la «canción», muy viva en nuestro ámbito, y que le habla a un gran público. La canción se aleja más y más de una poesía hermética (y lo es, en efecto, en el cara a cara al que me referí, que la concierne tanto como al pensamiento). La forma más degradada de esta tendencia del puro reflejo de lo cotidiano habría que buscarla, en primer término, en el estúpido video-clip dentro del audiovisual omni reinante.

 

Su labor de traductor y editor es reconocida. ¿La traducción es traición pero también lealtad con el Espacio Interior, una ofrenda de nuestra voz y nuestro silencio?

—Yo he traducido, en efecto, bastante. Primero y ante todo, aquello que habría querido escribir yo mismo. El hecho es especialmente cierto en Porchia, en Juarroz; que publiqué en mi colección L’Espace Intérieur. Yo hice conocer al gran público en Francia a esos dos auto­res admirables. También capté la atención de numerosos lectores sobre Angelus Silesius, en mi selección de dísticos: L’Errant chérubinique (1970) y sobre el Haiku (1978), en una antología que ha llegado a su cuarta edición. A lo cual se agrega mi reciente traduc­ción comentada de los Fragmentos de Heráclito, en Editorial Fata Morgana. Todo aquello compone un paisaje interior que es el mío, y que yo puedo, me parece, integrar al conjunto de mi obra. Traducir, para mí, es aumentarse en una y otra dimensión.

 

¿La imagen poética surge de la dialéctica y la trasciende, la riqueza de la ambigüedad es la gran herencia de la poesía moderna?

—La imagen poética es en efecto la forma suprema de la «dialéctica», ella ajusta en una suerte indecible, dos términos en apariencia extraños o lejanos el uno del otro, sí no contrarios. Las más justas imágenes apaciguan una tensión, revelan una inmóvil fascinación que súbita nos aborda, a través de un ensamblaje milagroso de palabras. Esta inmovilidad, a mis ojos, es la misma que el pensamiento considerado, sin poder asirlo. En la imagen reside la gran fuerza de la poesía. Fuerza que es sólo de ella y que el pensamiento le envía. Me hablan de «ambigüedad». Es verdad que la imagen, aproximada según los criterios objetivos, parece ambigua. Pero los criterios objetivos no tocan el fondo de las cosas. Ellos no se aplican sino en un perímetro restringido que representa nuestra aproximación objetiva al mundo. Esta aproximación permite una influencia, que es aquella de la ciencia y de la técnica, de efectos sorprendentes. Pero el mundo así aproximado no es «el mundo», no es más que su superficie. Desde que nosotros dejamos esta superficie, la «ambigüedad» reina. No tengamos miedo de ella, pues ella es lo real mismo, inasible.

 

¿Es posible reconciliar al arte con la ciencia —como sueña Saint-John Perse— aún después de la guerra atómica y de los demás sofisticados artilugios de destrucción?

—Por lo dicho anteriormente, yo no pienso que nosotros podríamos reconciliar el arte con la ciencia. O no se tratará sino de un arte acompañante, que también a su manera, «ritmará la acción». El gran arte escapa al «dominio» de la ciencia. Yo pienso incluso que escapa al mundo. En todo caso, con certeza, a este mundo que la ciencia nos impone, que no es más que un mundo de exilio, cargado por lo demás, de una pesada amenaza.

 

¿Haría una propuesta para el nuevo milenio?

—Mi voto para el nuevo milenio, es que él simplemente pueda tener lugar...

 

(Les Erables, Francia, 1993)

 

EDÉN DE ROGER MUNIER (fragmentos)

(Vertidos al español por Gonzalo Márquez Cristo y Roger Munier)

 

En este momento también

el abismo está abierto,

donde todo se precipita

con rumor de grandes aguas

 

*  * *

En la noche casi llegada,

el cerezo en flor,

inmóvil, irreal,

como un vigilante blanco

 

 

*  * *

Todo se posee, es verdad,

en la luz.

No ver sino el contorno.

La luz dice la presencia.

El contorno está vacío

 

 

*  * *

Mi flecha partió

sin tocar blanco.

la presa es ella misma,

ella sola,

extraviada.

 

*  * *

Prefiero el alba

que en su fulgor aún

retiene la noche

 

*  * *

Los que creen en la vida

y quienes creen que no es sino un sueño

tienen sendos puntos donde son fuertes

y otros donde su certidumbre tiembla

 

*  * *

 

Atento al mundo sin sentirlo,

en una suerte de distancia extraviada,

de calma delirante

 

*  * *

El mediodía avanza…

Escucho el gong

el gong fúnebre

del verano.

 

*  * *

La conquista de la felicidad por Bertrand Russell (Fragmento)

La conquista de la felicidad  por Bertrand Russell  (Fragmento)

 

 

" Hay personas que son incapaces de sobrellevar con paciencia los pequeños contratiempos que constituyen, si se lo permitimos, una parte muy grande de la vida. Se enfurecen cuando pierden un tren, sufren ataques de rabia si la comida está mal cocinada, se hunden en la desesperación si la chimenea no tira bien y claman venganza contra todo el sistema industrial cuando la ropa tarda en llegar de la lavandería. Con la energía que estas personas gastan en problemas triviales, si se empleara bien, se podrían hacer y deshacer imperios. El sabio no se fija en el polvo que la sirvienta no ha limpiado, en la patata que el cocinero no ha cocido, ni en el hollín que el deshollinador no ha deshollinado. No quiero decir que no tome medidas para remediar estas cuestiones, si tiene tiempo para ello; lo que digo es que se enfrenta a ellas sin emoción. La preocupación, la impaciencia y la irritación son emociones que no sirven para nada. Los que las sienten con mucha fuerza pueden decir que son incapaces de dominarlas, y no estoy seguro de que se puedan dominar si no es con esa resignación fundamental de que hablábamos antes. Ese mismo tipo de concentración en grandes proyectos no personales, que permite sobrellevar el fracaso personal en el trabajo o los problemas de un matrimonio desdichado, sirve también para ser paciente cuando perdemos un tren o se nos cae el paraguas en el barro. Si uno tiene un carácter irritable, no creo que pueda curarse de ningún otro modo.

(...)

El que ha conseguido liberarse de la tiranía de las preocupaciones descubre que la vida es mucho más alegre que cuando estaba perpetuamente irritado. Las idiosincrasias personales de sus conocidos, que antes le sacaban de quicio, ahora parecen simplemente graciosas. Si fulano está contando por trescientas cuarenta y siete vez la anécdota del obispo de la Tierra del Fuego, se divertirá tomando nota de la cifra y no intentará en vano acallarle con una anécdota propia. Si se le rompe el cordón del zapato justo cuando tiene que correr para tomar el tren de la mañana, pensará, después de soltar los tacos pertinentes, que el incidente en cuestión no tiene demasiada importancia en la historia del cosmos. Si un vecino pesado le interrumpe cuando está a punto de proponerle matrimonio a una chica, pensará que a toda la humanidad le han ocurrido desastres semejantes, exceptuando a Adán, e incluso él tuvo sus problemas. No hay límites a lo que se puede hacer para consolarse de los pequeños contratiempos mediante extrañas analogías y curiosos paralelismos. Yo creo que toda persona civilizada, hombre o mujer, tiene una imagen de sí misma y se molesta cuando ocurre algo que parece estropear esa imagen. El mejor remedio consiste en no tener una sola imagen, sino toda una galería, y seleccionar la más adecuada para el incidente en cuestión. Si algunos de los retratos son un poco ridículos, tanto mejor; no es prudente verse todo el tiempo como un héroe de tragedia clásica. Tampoco recomiendo que uno se vea siempre a sí mismo como un payaso de comedia, porque los que hacen esto resultan aún más irritantes; se necesita un poco de tacto para elegir un papel adecuado a la situación. Por supuesto, si uno es capaz de olvidarse de sí mismo y no representar ningún papel, me parece admirable. Pero si estamos acostumbrados a representar papeles, más vale hacerse un repertorio para así evitar la monotonía. "

 

Bertrand Russell

 

 

Querido Amigo

Querido Amigo

Querido Amigo:

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.  No permitas que
nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un
deber.  No abandones las ansias de hacer de tu vida
algo extraordinario.

No dejes de creer que las palabras y las poesías sí
pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase, nuestra
esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La
vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima,
nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra
propia historia.

Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra
continúa:  Tú puedes aportar una estrofa.  No dejes
nunca de soñar, porque en sueños, el hombre es libre.

No caigas en el peor de los errores: el silencio.  La
mayoría vive en un silencio espantoso.  No te
resignes.  Huye.  "Emito mis alaridos por los techos
de este mundo", dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.  Se puede
hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no
podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso
transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por
delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa
que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo
y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las
experiencias de quienes nos precedieron de nuestros
"poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida.  La
sociedad de hoy somos nosotros Los "poetas vivos".  No
permitas que la vida te pase sin que la vivas.

Walt Whitman   

 

Si buscas el amor, el amigo o el hermano perfecto,
morirás sin conocer el amor, la amistad y la
hermandad.

  

 

Un play boy...

Un play boy...

Rubirosa: un nuevo viaje

Cuando estaba cerca, un cigarrillo sin encender nunca tocaba la boca de una mujer. Esos “dones” salen a la luz en el libro “El último playboy”, que ahora llega a España

Por EFE / elcaribecdn.com

Sabado 6 de mayo del 2006 actualizado a las 12:00 AM

   

Un don juan. Rubirosa, un hombre que hizo historia.

  

Con Zsa Zsa Gabor. La actriz Zsa Zsa Gabor nunca olvidó a su gran amante. Porfirio ya reinaba en su mundo. Su romance público con ella, pese a los matrimonies de ambos con distintos cónyuges, llenó cientos de paginas en las revistas.

  

Un rompecorazones. Cuentan quienes lo conocieron que no existe hoy un playboy como él. Este diplomático dominicano, protegido de Trujillo, estuvo casado o fue amante de algunas de las mujeres más ricas y hermosas del planeta.

  

El fin. Tres meses después de un crucero con el naviero Stavros Niarcho, en mayo de 1965, tomó las llaves de su Ferrari descapotable y enfiló por la avenida de los bosques de Boulogne. El choque a causa del que murió ocurrió a las 8 de la mañana.

 

 

  

 

Madrid. La figura del "carismático, pendenciero y vividor" dominicano Porfirio Rubirosa es rescatada por el escritor Jaime Royo-Villanova en “El último playboy”, una biografía novelada que repasa sus vivencias en el París de los años 20 y sus amores con actrices como Ava Gardner o Verónica Lake.

 

Cautivado por la excepcional personalidad de Rubirosa, el escritor español, de 35 años, se decanta en esta obra por el género de la novela, ya que considera que es la "mejor puerta" para el entretenimiento que, además, permite "retratar a un hombre, pero también a toda una época".

 

Buscavidas en las callejuelas de Santo Domingo y París, Porfirio Rubirosa llegó a situarse en lo más alto de la "jet set" internacional gracias a sus dotes de seductor.

 

“Sabía combinar perfectamente su faceta de pillo, de chico de la calle, con el manejo de los códigos de la alta sociedad", dijo Royo-Villanova en entrevista con EFE.

 

Boxeador, piloto de aviones, corredor de Fórmula 1, jugador de polo o buscador de tesoros, Rubirosa -que conoció su años dorados en los 50- mantuvo su código moral hasta la muerte.

 

Porque, como explicó el escritor, pese a que "se amó a sí mismo por encima de todo", consideraba la amistad como algo sagrado y siempre se mostró tal cual era, sin engañar a nadie.

 

"Aunque fue un canalla, siempre trató a las mujeres como si fueran las únicas del mundo", afirmó Royo-Villanova, para añadir que una muestra de su "carisma y modales" es que "ninguna de las mujeres con las que tuvo relación habló jamás mal de él".

 

Amante de Ava Gardner, Jane Mansfield o Verónica Lake, y casado en cinco ocasiones, Rubirosa concebía el amor como "una cuestión de instantes" y el sexo, como una competición, en la que su disfrute se basaba en cuanto hiciera gozar a la mujer, indicó el autor.

 

De las cualidades que más sorprendieron al escritor al ahondar en el personaje fue su "amor por la vida" y su "caballerosidad medieval", que junto al conocimiento de idiomas y al dominio de los protocolos sociales, consideraba fundamentales.

 

El escritor y periodista señaló que, aunque intenta ser imparcial en la descripción del "playboy" dominicano, ya que "sus defectos saltan a la luz", busca que el lector se enamore y perdone al personaje. Esa es su gran magia.

 

Rubirosa: una vida intensa, una leyenda

 

En vida, Porfirio Rubirosa jugó polo, piloteó bombarderos B-25, corrió ferraris en Le Mans, y buscó tesoros perdidos en el Caribe. Pero fue su éxito con el bello sexo que lo convirtió en una leyenda.

 

Sus conquistas incluyeron a Eva Perón, Ava Gardner, Jayne Mansfield, Verónica Lake y Dolores del Río. La cuenta final nunca se sabrá.

 

Un amigo confirma que Rubi, quien se casó con las dos mujeres más ricas del mundo una detrás de la otra, Doris Duke y Barbara Hutton, durmió con “miles de mujeres" mientras vivía en París en los 50 y 60. Toda una leyenda.

Discurso del Nobel Harold Pinter

Discurso del Nobel Harold Pinter Discurso de agradecimiento del Nobel de Literatura

Harold Pinter denuncia a

 

Estados Unidos

 

y a Gran Bretaña

 

 

 

 

 

"A EE.UU.le importan un bledo las Naciones Unidas y la legalidad internacional, y tiene su propio perrito faldero, la patética y supina Gran Bretaña"

 

Por Harold Pinter
escolar.net

En 1958, escribí lo siguiente:
’No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente cierta o falsa; puede ser al mismo tiempo verdad y mentira.’
Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican a la exploración de la realidad a través del arte. Así que, como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?
La verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la encuentra del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. Claramente, es la búsqueda lo que motiva el empeño. Tu tarea es la búsqueda. De vez en cuando, te tropiezas con la verdad en la oscuridad, chocando con ella o capturando una imagen fugaz o una forma que parece tener relación con la verdad, muy frecuentemente sin que te hayas dado cuenta de ello. Pero la auténtica verdad es que en el arte dramático no hay tal cosa como una verdad única. Hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan la una de la otra, son ciegas a su mera existencia. A veces, sientes que tienes durante un instante la verdad en la mano para que, a continuación, se te escabulla entre los dedos y se pierda.
Me han preguntado con frecuencia cómo nacen mis obras teatrales. No sé cómo explicarlo. Como tampoco puedo resumir mis obras, a menos que explique qué ocurre en ellas. Esto es lo que dicen. Esto es lo que hacen.
Casi todas las obras nacen de una frase, una palabra o una imagen. A la palabra le sigue rápidamente una imagen. Os daré dos ejemplos de dos frases que aparecieron en mi cabeza de la nada, seguidas por una imagen, seguidas por mí.
Las obras son "The Homecoming" y "Old times". La primera frase de "The homecoming" es "¿Qué has hecho con las tijeras?" La primera frase de "Old times" es "Oscuro".
En ninguno de los casos disponía de más información.
En el primer caso alguien estaba, obviamente, buscando unas tijeras, y preguntaba por su paradero a otro de quien sospechaba que probablemente las había robado. Pero, de alguna manera, yo sabía que a la persona interrogada le importaban un bledo tanto las tijeras como el interrogador.
En "Oscuro", tomé la descripción del pelo de alguien, el pelo de una mujer, y era la respuesta a una pregunta. En ambos casos me vi obligado a continuar. Ocurrió visualmente, en una muy lenta graduación, de la sombra hacia la luz.
Siempre comienzo una obra llamando a los personajes A, B y C.
En la obra que acabaría convirtiéndose en "The Homecoming", ví a un hombre entrar en una habitación austera y hacerle la pregunta a un hombre más joven sentado en un feo sofá con un periódico de carreras de caballos. De alguna forma sospechaba que A era un padre y que B era su hijo, pero no tenía la certeza. Esta posibilidad se confirmaría sin embargo poco después cuando B (que más adelante se convertiría en Lenny) le dice a A (más adelante convertido en Max), "Papá, ¿te importa si cambiamos de tema de conversación? Te quiero preguntar algo. Lo que cenamos antes, ¿cómo se llama? ¿Cómo lo llamas tú? ¿Por qué no te compras un perro? Eres un chef de perros. De verdad. Crees que estás cocinando para perros." De manera que como B le llama a A "Papá" me pareció razonable asumir que eran padre e hijo. A era claramente el cocinero y su comida no parecía ser muy valorada. ¿Significaba esto que no había una madre? Eso aún no lo sabía. Pero, como me dije a mí mismo entonces, nuestros principios nunca saben de nuestros finales.
"Oscuro". Una gran ventana. Un cielo al atardecer. Un hombre, A (que se convertiría en Deeley) y una mujer, B (que luego sería Kate) sentados con unas bebidas. ¿Gorda o flaca?, pregunta el hombre. ¿De quién hablan? Pero entonces veo, de pie junto a la ventana, a una mujer, C (que sería Anna), iluminada por una luz diferente, de espaldas a ellos, con el pelo oscuro.
Es un momento extraño, el momento de crear unos personajes que hasta el momento no han existido. Todo lo que sigue es irregular, vacilante, incluso alucinatorio, aunque a veces puede ser una avalancha imparable. La posición del autor es rara. De alguna manera no es bienvenido por los personajes. Los personajes se le resisten, no es fácil convivir con ellos, son imposibles de definir. Desde luego no puedes mandarles. Hasta un cierto punto, puedes jugar una partida interminable con ellos al gato y al ratón, a la gallina ciega, al escondite. Pero finalmente encuentras que tienes a personas de carne y hueso en tus manos, personas con voluntad y con sensibilidades propias, hechos de partes que eres incapaz de cambiar, manipular o distorsionar.
Así que el lenguaje en el arte es una ambiciosa transacción, unas arenas movedizas, un trampolín, un estanque helado que se puede abrir bajo tus pies, los del autor, en cualquier momento.
Pero, como he dicho, la búsqueda de la verdad no se puede detener nunca. No puede aplazarse, no puede retrasarse. Hay que hacerle frente, ahí mismo, en el acto.
El teatro político presenta una variedad totalmente distinta de problemas. Hay que evitar los sermones a toda costa. Lo esencial es la objetividad. Hay que dejar a los personajes que respiren por su propia cuenta. El autor no ha de confinarlos ni restringirlos para satisfacer sus propios gustos, disposiciones o prejuicios. Ha de estar preparado para acercarse a ellos desde una variedad de ángulos, desde un surtido amplio y desinhibido de perspectivas que resulten. Tal vez, de vez en cuando, cogerlos por sorpresa, pero a pesar de todo, dándoles la libertad para ir allí donde deseen. Esto no siempre funciona. Y, por supuesto, la sátira política no se adhiere a ninguno de estos preceptos. De hecho, hace precisamente lo contrario, que es su auténtica función.
En mi obra ¨The Birthday Party" creo que permito el funcionamiento de un amplio abanico de opciones en un denso bosque de posibilidades antes de concentrarme finalmente en un acto de dominación.
"Mountain Language" no aspira a esa amplitud de funcionamiento. Es brutal, breve y desagradable. Pero los soldados en la obra sí que se divierten con ello. Uno a veces olvida que los torturadores se aburren fácilmente. Necesitan reírse de vez en cuando para mantener el ánimo. Este hecho ha sido confirmado naturalmente por lo que ocurrió en Abu Ghraib en Bagdad. "Mountain Language" sólo dura 20 minutos, pero podría continuar hora tras hora, una y otra y otra vez, repetirse de nuevo lo mismo de forma continua, una y otra vez, hora tras hora.
"Ashes to ashes", por otra parte, me da la impresión de que transcurre bajo el agua. Una mujer que se ahoga, su mano que emerge sobre las olas intentando alcanzar algo, que se hunde y desaparece, buscando a otros, pero sin encontrar a nadie, ya sea por encima o por debajo del agua, encontrando únicamente sombras, reflejos, flotando; la mujer es una figura perdida en un paisaje que está siendo cubierto por las aguas, una mujer incapaz de escapar de la catástrofe que parecía que sólo afectaba a otros.
Pero, de la misma forma que ellos murieron, ella también ha de morir.
El lenguaje político, tal como lo usan los políticos, no se adentra en ninguno de estos territorios dado que la mayoría de los políticos, según las evidencias a las que tenemos acceso, no están interesados en la verdad sino en el poder y en conservar ese poder. Para conservar ese poder es necesario mantener al pueblo en la ignorancia, que vivan sin conocer la verdad, incluso la verdad sobre sus propias vidas. Lo que nos rodea es un enorme entramado de mentiras, de las cuales nos alimentamos.
Como todo el mundo aquí sabe, la justificación de la invasión de Iraq era que Sadam Husein tenía en su posesión un peligrosísimo arsenal de armas de destrucción masiva, algunas de las cuales podían ser lanzadas en 45 minutos, capaces de provocar una espeluznante destrucción. Nos aseguraron que eso era cierto. No era cierto. Nos contaron que Iraq mantenía una relación con Al Quaeda y que era en parte responsable de la atrocidad que ocurrió en Nueva York el 11 de Septiembre de 2001. Nos aseguraron que esto era cierto. No era cierto. Nos contaron que Iraq era una amenaza para la seguridad del mundo. Nos aseguraron que era cierto. No era cierto.
La verdad es algo completamente diferente. La verdad tiene que ver con la forma en la que Estados Unidos entiende su papel en el mundo y cómo decide encarnarlo.
Pero antes de volver al presente me gustaría mirar al pasado reciente, me refiero a la política exterior de Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Creo que es nuestra obligación someter esta época a cierta clase de escrutinio, aunque sea de una manera incompleta, que es todo lo que nos permite el tiempo que tenemos.
Todo el mundo sabe lo que ocurrió en la Unión Soviética y por toda la Europa del Este durante el periodo de posguerra: la brutalidad sistemática, las múltiples atrocidades, la persecución sin piedad del pensamiento independiente. Todo ello ha sido ampliamente documentado y verificado.
Pero lo que yo pretendo mostrar es que los crímenes de los EE.UU. en la misma época sólo han sido registrados de forma superficial, no digamos ya documentados, o admitidos, o reconocidos siquiera cómo crímenes. Creo que esto debe ser solucionado y que la verdad sobre este asunto tiene mucho que ver con la situación en la que se encuentra el mundo actualmente. Aunque limitadas, hasta cierto punto, por la existencia de la Unión Soviética, las acciones de Estados Unidos a lo ancho y largo del mundo dejaron claro que habían decidido que tenían carta blanca para hacer lo que quisieran.
La invasión directa de un estado soberano nunca ha sido el método favorito de Estados Unidos. En la mayoría de los casos, han preferido lo que ellos han descrito como "conflicto de baja intensidad". Conflicto de baja intensidad significa que miles de personas mueren pero más lentamente que si lanzases una bomba sobre ellos de una sola vez. Significa que infectas el corazón del país, que estableces un tumor maligno y observas el desarrollo de la gangrena. Cuando el pueblo ha sido sometido - o molido a palos, lo que viene a ser lo mismo – y tus propios amigos, los militares y las grandes corporaciones, se sientan confortablemente en el poder, tú te pones frente a la cámara y dices que la democracia ha prevalecido. Esto fue lo normal en la política exterior de Estados Unidos durante los años de los que estoy hablando.
La tragedia de Nicaragua fue un ejemplo muy significativo. La escogí para exponerla aquí como un ejemplo claro de cómo ve Estados Unidos su papel en el mundo, tanto entonces como ahora.
Yo estuve presente en una reunión en la embajada de los EE.UU. en Londres a finales de los ochenta.
El Congreso de Estados Unidos estaba a punto de decidir si dar más dinero a la Contra para su campaña contra el estado de Nicaragua. Yo era un miembro de una delegación que venía a hablar en nombre de Nicaragua, pero la persona más importante en esta delegación era el Padre John Metcalf. El líder del grupo de EE.UU. era Raymond Seitz (por aquel entonces el ayudante del embajador, más tarde él mismo sería embajador). El Padre Metcalf dijo: "Señor, dirijo una parroquia en el norte de Nicaragua. Mis feligreses construyeron una escuela, un centro de salud, un centro cultural. Vivíamos en paz. Hace unos pocos meses un grupo de la Contra atacó la parroquia. Lo destruyeron todo: la escuela, el centro de salud, el centro cultural. Violaron a las enfermeras y las maestras, asesinaron a los médicos, de la forma más brutal. Se comportaron como salvajes. Por favor, exija que el gobierno de EE.UU. retire su apoyo a esta repugnante actividad terrorista."
Raymond Seitz tenía muy buena reputación como hombre racional, responsable y altamente sofisticado. Era muy respetado en los círculos diplomáticos. Escuchó, hizo una pausa, y entonces habló con gravedad. ’Padre’, dijo, ’déjame decirte algo. En la guerra, la gente inocente siempre sufre’. Hubo un frío silencio. Le miramos. Él no parpadeó.
La gente inocente, en realidad, siempre sufre.
Finalmente alguien dijo: ’Pero en este caso "las personas inocentes" fueron las víctimas de una espantosa atrocidad subvencionada por su gobierno, una entre muchas. Si el Congreso concede a la Contra más dinero, más atrocidades de esta clase tendrán lugar. ¿No es así? ¿No es por tanto su gobierno culpable de apoyar actos de asesinato y destrucción contra los ciudadanos de un estado soberano?"
Seitz se mantuvo imperturbable. ’No estoy de acuerdo con que los hechos tal como han sido presentados apoyen sus afirmaciones’. dijo.
Mientras abandonábamos la embajada un asistente estadounidense me dijo que había disfrutado con mis obras. No le respondí.
Debo recordarles que el entonces presidente, Reagan, hizo la siguiente declaración: ’La Contra es el equivalente moral a nuestros Padres Fundadores’.
Estados Unidos apoyaron la brutal dictadura de Somoza en Nicaragua durante cuarenta años. El pueblo nicaragüense, guiado por los sandinistas, derrocó este régimen en 1979, una impresionante revolución popular.
Los sandinistas no eran perfectos. Tenían una claro componente de arrogancia y su filosofía política contenía un cierto número de elementos contradictorios. Pero eran inteligentes, racionales y civilizados. Se propusieron conseguir una sociedad estable, decente y plural. La pena de muerta fue abolida. Cientos de miles de campesinos pobres fueron librados de una muerte segura. A unas 100.000 familias se le dieron títulos de propiedad sobre tierras. Se construyeron dos mil escuelas. Una notable campaña educativa redujo el analfabetismo en el país a menos de una séptima parte. Se establecieron una educación y un servicio de salud gratuitos. La mortalidad infantil se redujo en una tercera parte. La polio fue erradicada.
Estados Unidos denunció estos logros como una subversion marxista/leninista. Desde el punto de vista del gobierno de Estados Unidos, se estaba estableciendo un ejemplo peligroso. Si a Nicaragua se le permitía fijar normas básicas de justicia social y económica, si se le permitía subir los niveles de salud y educación y alcanzar una unidad social y un respeto nacional propio, los países vecinos se plantearían las mismas cuestiones y harían lo mismo. En ese momento había por supuesto una feroz resistencia al status quo en el Salvador.
He hablado anteriormente de ’un entramado de mentiras’ que nos rodea. El presidente Reagan describía habitualmente a Nicaragua como un ’calabozo totalitario’. Esto fue aceptado de forma general por los medios, y por supuesto por el gobierno británico, como un comentario acertado e imparcial. Pero la realidad es que no estaba documentada la existencia de escuadrones de la muerte bajo el gobierno sandinista. No había constancia de torturas. No estaba probada la existencia de una brutalidad sistemática u oficial por parte de los militares. Ningún sacerdote fue asesinado en Nicaragua. De hecho, había tres sacerdotes en el gobierno, dos jesuitas y un misionero Maryknoll. Los calabozos totalitarios estaban en realidad muy cerca, en El Salvador y en Guatemala. Estados Unidos había hecho caer en 1954 al gobierno elegido democráticamente en Guatemala y se calcula que unas 200.000 personas habían sido víctimas de las sucesivas dictaduras militares.
Seis de los más eminentes jesuitas del mundo fueron asesinados brutalmente en la Universidad de Centro América en San Salvador en 1989 por un batallón del regimiento Alcatl entrenado en Fort Benning, Georgia, EE.UU. Ese hombre extremadamente valiente, el arzobisbo Romero, fue asesinado mientras se dirigía a la gente. Se calcula que murieron 75.000 personas. ¿Por qué fueron asesinadas? Fueron asesinadas porque creían que una vida mejor era posible y que debía conseguirse. Esta creencia los convirtió de forma inmediata en comunistas. Murieron porque se atrevieron a cuestionar el status quo, la interminable situación de pobreza, enfermedad, degradación y opresión que habían recibido como herencia.
Estados Unidos finalmente hizó caer el gobierno Sandinista. Supuso varios años y una resistencia considerable, pero una persecución económica implacable y 30.000 muertos al final minaron la moral del pueblo nicaragüense. Exhaustos y condenados a la pobreza una vez más. Los casinos volvieron al país, la salud y la educación gratuita se acabaron. Las grandes empresas volvieron en mayor número. La ’Democracia’ había prevalecido.
Pero esta "política" no estuvo, de ninguna manera, limitada a Centroamérica. Fue realizada a lo largo y ancho del mundo. No tenía final. Y ahora es como si nunca hubiese pasado.
Estados Unidos apoyó y en algunos casos crearon todas las dictaduras militares de derechas en el mundo tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Me refiero a Indonesia, Grecia, Uruguay, Brasil, Paraguay, Haití, Turquía, Filipinas, Guatemala, El Salvador, y, por supuesto, Chile. El horror que Estados Unidos infligió a Chile en 1973 no podrá ser nunca purgado ni olvidado. Cientos de miles de muertes tuvieron lugar en todos estos países. ¿Tuvieron lugar? ¿Son todas esas muertes atribuibles a la política exterior estadounidense? La respuesta es sí, tuvieron lugar y son atribuibles a la política exterior estadounidense. Pero ustedes no lo sabrían.
Esto nunca ocurrió. Nunca ocurrió nada. Ni siquiera mientras ocurría estaba ocurriendo. No importaba. No era de interés. Los crímenes de Estados Unidos han sido sistemáticos, constantes, inmorales, despiadados, pero muy pocas personas han hablado de ellos. Esto es algo que hay que reconocerle a Estados Unidos. Ha ejercido su poder a través del mundo sin apenas dejarse llevar por las emociones mientras pretendía ser una fuerza al servicio del bien universal. Ha sido un brillante ejercicio de hipnosis, incluso ingenioso, y ha tenido un gran éxito.
Os digo que Estados Unidos son sin duda el mayor espectáculo ambulante. Pueden ser brutales, indiferentes, desdeñosos y bárbaros, pero también son muy inteligentes. Como vendedores no tienen rival, y la mercancía que mejor venden es el amor propio. Es un gran éxito. Escuchen a todos los presidentes de Estados Unidos en la televisión usando las palabras, "el pueblo americano", como en la frase, "Le digo al pueblo estadounidense que es la hora de rezar y defender los derechos del pueblo americano y le pido al pueblo americano que confíen en su presidente en la acción que va a tomar en beneficio del pueblo americano".
Es una estratagema brillante. El lenguaje se usa hoy en día para mantener controlado al pensamiento. Las palabras "el pueblo americano" producen un cojín de tranquilidad verdaderamente sensual. No necesitas pensar. Simplemente échate sobre el cojín. El cojín puede estar sofocando tu inteligencia y tu capacidad crítica pero es muy cómodo. Esto no funciona, por supuesto, para los 40 millones de personas que viven bajo la línea de pobreza y los dos millones de hombres y mujeres prisioneras en los vastos "gulags" de las cárceles, que se extienden a lo largo de todo Estados Unidos.
Estados Unidos ya no se preocupa por los conflictos de baja intensidad. No ve ningún interés en ser reticente o disimulado. Pone sus cartas sobre la mesa sin miedo ni favor. Sencillamente le importan un bledo las Naciones Unidas, la legalidad internacional o el desacuerdo crítico, que juzga impotente e irrelevante. Tiene su propio perrito faldero acurrucado detrás de ellos, la patética y supina Gran Bretaña.
¿Qué le ha pasado a nuestra sensibilidad moral? ¿Hemos tenido alguna vez alguna? ¿Qué significan estas palabras? ¿Se refieren a un termino muy raramente utilizado estos días – conciencia? ¿Una conciencia para usar no sólo con nuestros propios actos sino para usar también con nuestra responsabilidad compartida en los actos de los demás? ¿Está todo muerto? Mirad Guantánamo. Cientos de personas detenidas sin cargos a lo largo de tres años, sin representación legal ni un juicio conveniente, técnicamente detenidos para siempre. Esta estructura totalmente ilegal se mantiene como un desafío de la convención de Ginebra. Esto no es sólo tolerado sino que difícilmente planteado por lo que se llama "la comunidad internacional". Esta atrocidad criminal está siendo cometida por un país, que se declara a sí mismo como "el líder del mundo libre". ¿Pensamos en los habitantes de la bahía de Guantánamo? ¿Qué es lo que dicen los medios? Lo reseñan ocasionalmente – una pequeña mención en la pagina seis. Ellos han sido consignados a una tierra de nadie de la que, por cierto, puede que nunca regresen. En la actualidad muchos están en huelga de hambre, alimentados a la fuerza, incluidos los residentes británicos. No hay sutilezas en estos procesos de alimentación. Ni sedaciones ni anestésicos. Solo un tubo insertado sobre tu nariz y dentro de tu garganta. Tú vomitas sangre. Esto es tortura. ¿Qué ha dicho la secretaria británica de exteriores sobre esto? Nada. ¿Qué ha dicho el primer ministro británico sobre esto? Nada ¿Por qué no? Porque Estados Unidos ha dicho: criticar nuestra conducta en la bahía de Guantánamo constituye un acto poco amistoso. O estáis con nosotros o contra nosotros. Así que Blair se calla.
La invasión de Iraq ha sido un acto de bandidos, un evidente acto de terrorismo de estado, demostrando un desprecio absoluto por el concepto de leyes internacionales. La invasión fue una acción militar arbitraria basada en una serie de mentiras sobre mentiras y burda manipulación de los medios y, por consiguiente, del publico; un acto con la intención de consolidar el control económico y militar de Estados Unidos sobre Oriente Próximo camuflado – como ultimo recurso – todas las otras justificaciones han caído por ellas mismas – como una liberación. Una formidable aseveración de la fuerza militar responsable de la muerte y mutilación de cientos y cientos de personas inocentes.
Hemos traído tortura, bombas de racimo, uranio empobrecido, innumerables actos de muerte aleatoria, miseria, degradación y muerte para el pueblo Iraqui y lo llamamos "llevar la libertad y la democracia a Oriente Próximo"
¿Cuánta gente tienes que matar antes de ser considerado un asesino de masas y un criminal de guerra? ¿Cien mil? Más que suficiente, habría pensado yo. Por eso es justo que Bush y Blair sean procesados por el Tribunal Penal Internacional. Pero Bush ha sido listo. No ha ratificado al Tribunal Penal Internacional. Por eso si un soldado o político americano es arrestado Bush ha advertido que enviaría a los marines. Pero Tony Blair ha ratificado el Tribunal y por eso se le puede perseguir. Podemos proporcionarle al Tribunal su dirección si está interesado. Es el número 10 de Downing Street, Londres.
La muerte en este contexto es irrelevante. Ambos, Bush y Blair colocan la muerte bien lejos, en los números atrasados. Al menos 100.000 iraquíes murieron por las bombas y misiles estadounidenses antes de que la insurgencia iraquí empezase. Estas personas no existen ahora. Sus muertes no existen. Son espacios en blanco. Ni siquiera han sido registrados como muertos. ’No hacemos recuento de cuerpos’, dijo el general estadounidense Tommy Franks.
Al inicio de la invasión se publicó en la portada de los periódicos británicos una fotografía de Tony Blair besando la mejilla de un niño iraquí. ’Un niño agradecido’ decía el pie de foto. Unos días después apareció una historia con una fotografía, en una página interior, de otro niño de cuatro años sin brazos. Su familia había sido alcanzada por un misil. Él fue el único superviviente. ’¿Cuando recuperaré mis brazos?’ preguntaba. La historia desapareció. Bien, Tony Blair no lo tenía en sus brazos, tampoco el cuerpo de ningún otro niño mutilado, ni el de ningún cadáver ensangrentado. La sangre es sucia. Ensucia tu camisa y tu corbata cuando te encuentras dando un discurso sincero en televisión.
Los dos mil estadounidenses muertos son una vergüenza. Son transportados a sus tumbas en la oscuridad. Los funerales son discretos, fuera de peligro. Los mutilados se pudren en sus camas, algunos para el resto de sus vidas. Así los muertos y los mutilados se pudren, en diferentes tipos de tumbas.

Aquí hay un extracto del poema de Pablo Neruda: "Explico Algunas Cosas":
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños
corría simplemente, como sangre de niños
Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

Quisiera dejar claro que citando el poema de Neruda no estoy comparando de ninguna manera la República Española con el Iraq de Saddam Husein. Cito a Neruda porque en ningún otro sitio de la lírica contemporánea leí una descripción más insistente y cierta del bombardeo contra civiles.
He dicho antes que Estados Unidos está ahora siendo totalmente franco poniendo las cartas sobre la mesa. Éste es el caso. Su política oficial es hoy en día definida como "Dominio sobre todo el espectro". Ése no es mi término, es el suyo. "Dominio sobre todo el espectro" quiere decir control de la tierra, mar, aire y espacio y todos sus recursos.
Estados Unidos ahora ocupa 702 bases militares a lo largo del mundo en 132 países, con la honorable excepción de Suiza, por supuesto. No sabemos muy bien como ha llegado a estar ahí pero de hecho está ahí.
Estados Unidos posee ocho mil cabezas nucleares activas y usables. Dos mil están en sus disparaderos, alerta, listas para ser lanzadas 15 minutos después de una advertencia. Está desarrollando nuevos sistemas de fuerza nuclear, conocidos como "destructores de búnkeres". Los británicos, siempre cooperativos, están intentando reemplazar su propio misil nuclear, Trident. ¿A quién, me pregunto, están apuntando? ¿A Osama Bin Laden? ¿A ti? ¿A mí? ¿A Joe Dokes? ¿China? ¿París? ¿Quién sabe? Lo que sí sabemos es que esta locura infantil - la posesión y uso en forma de amenazas de armas nucleares - es el corazón de la actual filosofía política de Estados Unidos. Debemos recordarnos a nosotros mismos que Estados Unidos está en un continuo entrenamiento militar y no muestra indicios de aminorar el paso.
Muchos miles, si no millones, de personas en Estados Unidos están demostrablemente asqueados, avergonzados y enfadados por las acciones de su gobierno, pero, tal y como están las cosas, no son una fuerza política coherente - todavía. Pero la ansiedad, la incertidumbre y el miedo que podemos ver crecer cada día en Estados Unidos no es probable que disminuya.
Sé que el presidente Bush tiene algunos escritores de discursos muy competentes pero quisiera prestarme voluntario yo mismo para el empleo. Propongo el siguiente breve discurso que él podría leer en televisión a la nación. Lo veo solemne, con el pelo cuidadosamente peinado, serio, confiado, sincero, frecuentemente seductor, a veces empleando una sonrisa irónica, curiosamente atractiva, un auténtico macho.
"Dios es bueno. Dios es grande. Dios es bueno. Mi dios es bueno. El Dios de Bin Laden es malo. Él suyo es un mal Dios. El dios de Sadam también era malo, aunque no tuviera ninguno. Él era un bárbaro. Nosotros no somos bárbaros. Nosotros no cortamos las cabezas de la gente. Nosotros creemos en la libertad. Dios también. Yo no soy bárbaro. Yo soy el líder democráticamente elegido de una democracia amante de la libertad. Somos una sociedad compasiva. Electrocutamos de forma compasiva y administramos una compasiva inyección letal. Somos una gran nación. Yo no soy un dictador. Él lo es. Yo no soy un bárbaro. Él lo es. Y él. Todos ellos lo son. Yo tengo autoridad moral. ¿Ves mi puño? Esta es mi autoridad moral. Y no lo olvides"
La vida de un escritor es extremadamente vulnerable, apenas una actividad desnuda. No tenemos que llorar por ello. El escritor hace su elección y queda atrapado en ella. Pero es cierto que estás expuesto a todos los vientos, alguno de ellos en verdad helados. Estás solo, por tu cuenta. No encuentras refugio, ni protección - a menos que mientas - en cuyo caso, por supuesto, te habrás construido tu propia protección y, podría decirse, te habrás vuelto un político.
Me he referido un par de veces esta tarde a la muerte. Voy a citar ahora un poema mío llamado "Muerte"

¿Dónde se halló el cadáver?
¿Quién lo encontró?
¿Estaba muerto cuando lo encontraron?
¿Cómo lo encontraron?
¿Quién era el cadáver?
¿Quién era el padre o hija, o hermano
o tío o hermana o madre o hijo
del cadáver abandonado?
¿Estaba muerto el cuerpo cuando fue abandonado?
¿Fue abandonado?
¿Por quién fue abandonado?
¿Estaba el cuerpo desnudo o vestido para un viaje?
¿Qué le hizo declarar muerto al cadáver?
¿Fue usted quien declaró muerto al cadáver?
¿Cómo de bien conocía el cadáver?
¿Cómo sabía que estaba muerto el cadáver?
¿Lavó el cadáver?
¿Le cerró ambos ojos?
¿Enterró el cuerpo?
¿Lo dejó abandonado?
¿Le dio un beso al cadáver?

Cuando miramos un espejo pensamos que la imagen que nos ofrece es exacta. Pero si te mueves un milímetro la imagen cambia. Ahora mismo, nosotros estamos mirando a un círculo de reflejos sin fin. Pero a veces el escritor tiene que destrozar el espejo - porque es en el otro lado del espejo donde la verdad nos mira a nosotros.
Creo que, a pesar de las enormes dificultades que existen, una firme determinación, inquebrantable, sin vuelta atrás, como ciudadanos, para definer la auténtica verdad de nuestras vidas y nuestras sociedades es una necesidad crucial que nos afecta a todos. Es, de hecho, una obligación.
Si una determinación como ésta no forma parte de nuestra visión política, no tenemos esperanza de restituir lo que casi se nos ha perdido: la dignidad como personas.

 

 

 

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Entrevista a Bryce

Entrevista a Bryce ENTREVISTA A ALFREDO BRYCE

Mª Luisa Páramo

Licenciada en Lingüística y Periodismo. Doctoranda del Dpto. de Filología Española III (CC Información UCM)

"Mi literatura nace de un empacho de asombro. El escritor es un ser sorprendido"

"La dificultad de expresar sentimientos conduce a la ruptura del párrafo, que está muy ligada también a la narrativa oral"

"Mi escritura es un proceso de recaptura mediante la memoria y de reelaboración mediante el oficio"

 on la publicación de Huerto cerrado, en 1968, se abría una nueva y sorprendente página en la literatura, sobre todo en la literatura que se escribe en español. En esa página, Alfredo Bryce Echenique ha ido trazando un personalísimo camino creativo que, partiendo de Perú, ha recorrido también otros continentes, a veces por las amplias avenidas de la memoria, a veces por los estrechos callejones del sentimiento, ahora yendo, luego regresando, teniendo siempre como única guía la propia sensibilidad y, como vehículo, ese estilo característico que hace creer a quien se deja llevar por él que es oyente de lo que lee.

Tras aquel primer libro de cuentos llegaron otros, pero llegaron también novelas, como Un mundo para Julius o ese memorable díptico en el que Martín Romaña navega por los mares de la imaginación y del sentimiento a bordo de un sillón Voltaire.

Bryce Echenique sigue escribiendo y se encuentra quizá en un momento de plena madurez literaria. El pasado 1995 ha sido para él un año muy fértil, sobre todo en el terreno editorial: el hito principal lo marca la publicación de su por ahora última novela No me esperen en abril (Anagrama); por otra parte, Espasa Calpe ha editado una antología de su narrativa bajo un título indudablemente cargado de sugerencias, Para que duela menos, interesante panorámica apoyada en un sólido estudio que, a modo de introducción, ha realizado el crítico Juan Ángel Juristo sobre la obra del escritor peruano; al acabar el año, aparecía además en el mercado el volumen Cuentos completos (Alfaguara), una recopilación de sus relatos y de otros textos muy característicos.

Resulta obvio decir, por tanto, que últimamente se ha hablado y se ha escrito mucho sobre la obra de Alfredo Bryce Echenique. Así que nuestra conversación en su casa de Madrid se planteó desde el principio como un abordaje a la figura del escritor y su proceso creativo, más que como repaso de sus ya numerosos libros publicados, desde la certeza, claro está, de que autor y obra no son fácilmente separables, y menos en este caso.

Acababa de volver a España después de pasar una temporada en los Estados Unidos como profesor invitado por la universidad de Yale. La charla se desarrolló sin prisa. Su actitud era a veces concentrada, hurtando la mirada apenas entrevista; otras veces divertida, con una risa más guasona que alegre. Su voz, pausada, fluyendo bajo la visera de un bigote muy poblado, parecía provenir de muy adentro.

- Hay quien escribe por necesidades de expresión y quien lo hace con el objetivo de vivir de la literatura; otros incluso ansían la fama y la inmortalidad. ¿Cuál es su caso?

- Uno escribe por necesidad. Lo hago porque me gusta, porque me encuentro cómodo en ello. Desde niño fui siendo conducido a la conciencia de que lo que deseaba era escribir, antes de desear ser escritor, y después fui asumiendo el oficio con todas sus consecuencias. Siento la necesidad de hacerlo, constantemente pienso en ello; en fin, es algo que está ligado totalmente a mí y ya una parte importantísima de mi vida es escribir. Le he dedicado muchos años e incluso mucho trabajo extraliterario. El hecho mismo de haberme venido a Europa y haber dado clase en colegios y universidades por aquí y por allá era probablemente porque no pensé nunca que la literatura era un oficio que me iba a dar de comer. Si eso lo he conseguido al cabo de los años, es un resultado pero no es una búsqueda. En cuanto a la gloria y la fama, no van mucho con mi carácter.

- ¿De qué se nutre? De la memoria, la imaginación, las musas, la literatura ajena, el buen oído...

- Yo creo que la memoria influye mucho en lo que escribo, es un proceso de recaptura mediante la memoria y de reelaboración mediante el oficio, el trabajo, la imaginación. No creo que deje nada a las musas, las musas son el trabajo y nada más. Y sí, en mi vida hay dos tipos de experiencia que se marcan en la literatura: la vital, la que me ha dado el ser quien soy y como soy, mis viajes, mi estancia en distintos países, mis recuerdos de Perú, mis recuerdos de Europa, los muchos años que llevo ya por aquí; y la otra experiencia, que yo creo que es muy importante, es la cultural, el hecho de haber sido durante mucho tiempo profesor universitario y haberme dedicado a la cultura latinoamericana, no solamente a la literaria, sino a la sociológica, a la política, etcétera. Y haber leído tanto. Es importantísima para mí la literatura; en los momentos en que escribo leo mucha novelística y literatura en general. La literatura de los demás me ha servido mucho, me ha estimulado. Una buena novela es un gran acicate para una persona que está escribiendo; tal vez lo sea para mí en particular, porque siempre he sido un escritor más intuitivo y emotivo que racional: necesito estímulos -que suelen venir de los libros, de la grandeza de la obra de otro- que me hagan sentir que también yo quiero escribir, que me justifiquen un poco. Nunca he sido demasiado profesional, en el sentido frío del término, necesito estímulos afectivos para escribir y llego a establecer relaciones muy afectivas con determinados libros. Hay escritores importantes a los que uno vuelve siempre: esta mañana estaba leyendo unas cosas de Stendhal, por ejemplo; este otoño que he pasado en Estados Unidos he leído mucho a Rabelais y a otros clásicos franceses y todo eso me espolea. Hay algunos estimulantes seguros, como Cervantes, pero también los hay imprevistos, porque de repente puede caer en tus manos una buena novela de algún joven, de algún amigo, y eso también es un estímulo.

- ¿Esta comunicación entre vida y literatura es abierta y total o hay algún filtro?

- Es una comunicación abierta: los libros que uno lee y le emocionan, uno los vive, es vivir la emotividad. Descubrir a un escritor como Céline o leer algunos cuentos de Hemingway son vivencias que trazan una especie de río profundo entre vida y obra. Definitivamente lo creo. No tengo una actitud racional y crítica ante la obra de otros, simplemente admirativa.

- ¿Se siente usted un personaje literario? Porque lo es, ¿no? Al menos anda alguno por ahí circulando con su nombre.

- Persona literaria, mejor que personaje literario. Sí, soy una persona que vive mucho la literatura, que vive con ella y para ella y de esa forma todo me alimenta, incluso las cosas más alejadas de los libros acaban siendo literarias para mí.

- ¿Qué importancia tienen para usted los lugares?

- ¿Los lugares? Depende: si hay amigos en ellos, tienen mucha importancia; si no hay amigos, normalmente los tacho del mapa para no volver más. A mí me interesa el paisaje humano. Cada día me doy más cuenta de hasta qué punto me molesta viajar a donde no se me ha perdido nada, a donde no hay nadie que me espere.

- ¿Hay algún lugar al que desee volver?

- Me gustaría mucho volver al Perú, a Lima, a mi ciudad, a la costa, porque el país de uno es también amigos y paisaje.

- ¿Entonces se sigue sintiendo peruano?

- Sí, claro que me siento peruano, es difícil dejar de sentirse peruano. Nunca se llega a ser otra cosa, ni se debe intentar.

- ¿Tiene usted voluntad de estilo? Ese estilo oral, como tantas veces se ha llamado, ¿es natural o está muy pulido para llegar a conseguir las metas que se propone?

- No sé si puedo hablar de voluntad de estilo. Llegué a este estilo escribiendo y leyendo. Muchas veces he explicado la deuda que tengo con Julio Cortázar y con algunos escritores más, pero sobre todo con Julio por el momento emotivo en que lo leí: acababa de terminar mi primer libro de cuentos, me sentía lleno de ciertas ataduras, con ciertos temores de infringir la regla, el academicismo, la sintaxis, la gramática, y Cortázar fue para mí una especie de ventarrón de libertad con su manera deshilachada, rota, de crear un párrafo, sobre todo en sus relatos, que es lo que yo leí en ese momento. Eso me llevó a redactar un cuento, "Con Jimmy, en Paracas", que no estaba en ese primer libro, Huerto cerrado, y con él reemplacé el segundo de los relatos que no me gustaba nada, ¡y en ese relato me encontré, encontré mi estilo! Luego ha ido proliferando de un libro a otro, extendiéndose o haciéndose más conciso dependiendo del tema, de la envergadura de la obra y de lo que uno pretenda en cada caso. Ese estilo con el tiempo sufre cambios, quizá porque se enaltece y se va casi hasta escapárseme de las manos -que es una de las cosas que más trabajo me cuestan, evitar que se me escape de las manos-, pero no es algo preconcebido. Yo no podría escribir de otra manera, aunque mis libros vayan teniendo variantes o sigan distintos derroteros de sentimientos, porque es un lenguaje muy afectivo el que creo al escribir. A veces reflexiono sobre este aspecto, o alguien me lo comenta, o leo algún artículo crítico sobre mí y tomo conciencia de ello, pero sobre esa toma de conciencia aún incide más trabajo, más escritura. Si mi estilo es oral, que lo es, la oralidad me cuesta mucho, porque no es grabación, es sensación de oralidad, de libertad de expresión, pero en el fondo es fruto de mucho trabajo, de mucha corrección. Y cada vez más.

- Llevando al extremo esa oralidad, ¿no le gustaría ser un cuentacuentos, o un juglar?

- Admiro la bondad de los cuentacuentos porque en realidad no dejan huella, sólo está el momento de alegría y de emoción que provocan en un auditorio. Yo he querido llevar ese homenaje y esa admiración a mi obra. Además, también me gusta contar un buen cuento oralmente en momentos determinados; antes lo hacía con mayor frecuencia, tal vez ahora no lo hago tanto porque con los años uno prefiere guardar sus energías para la escritura. Pero gozo con el espectáculo de la narrativa oral, hablada quiero decir, porque he tenido la suerte de conocer a narradores orales magistrales. La pena es que esa gente no deje nada escrito, porque es demasiado reducido el ámbito de los auditorios.

- La digresión, tan característica en su obra, ¿es un recurso narrativo o es un reflejo de una digresión vital y existencial?

- Las dos cosas. Es un recurso narrativo porque, en una literatura emotiva y sentimental como es la mía, la digresión es fundamental: la dificultad de expresar sentimientos conduce a la ruptura del párrafo, a que la frase entre por un lado del túnel y pretenda salir por otro lado que no existe, aunque luego vuelva al camino. El desorden de la sensibilidad y la emotividad está ligado a ese no terminar una cosa y empezar con otra, de ahí que haya escritores -yo no tanto, aunque lo podría hacer si reflexionara sobre ello- que acuden con frecuencia a signos como los puntos suspensivos. Dejar unas cosas sugeridas para entrar en otras y quizá después retomar aquéllas está muy ligado también a la narrativa oral, a esos cuentos que muchas veces no tienen ni principio ni final, y todo eso ha ido brotando en mis libros por la necesidad interna de contar tal y como yo soy. Uno de los aspectos más autobiográficos de mis libros es la sensibilidad y el placer que encuentro en la escritura.

-¿El género supone una atadura?

- No, nunca he sentido el género como atadura. Gómez de la Serna se topó con todos los géneros y ninguno, ejerció todos en uno, y a mí estas cosas me seducen. Hay géneros que no he trabajado porque no tiendo a la forma aquélla específica, pero en mi prosa hay aspectos teatrales y aparecen versos sin rima y sin medida, así que puedo decir que he tocado esos otros géneros. A mí particularmente más bien se me presenta el problema de la extensión en la narrativa. Siempre digo que estoy nostálgico del cuento porque me gusta escribirlos, por eso suelo alternar la novela y el libro de relatos, pero la necesidad de escribir historias largas me ha hecho romper esa alternancia y ahora estoy pensando en nuevas novelas.

- Pero éste era el turno del cuento, ¿no?

- Es probable que pronto vuelva a escribir cuentos porque requieren menos tiempo. Mi dedicación a la literatura es tan intensa que en cuanto tengo que atender un par de torpezas burocráticas ya no tengo ganas de escribir, me siento impuro para la literatura, contaminado por la sociedad y por las incomodidades de la realidad. Ahora quiero escribir un par de novelas -que no serán muy extensas, lo intuyo por los temas- y espero dejar una terminada y la otra tenerla al menos muy avanzada antes de un viaje de retorno a Perú que tengo pensado para pasar allí un tiempo largo. Espero no volverme loco el primer año de readaptación, que será atroz, que será kafkiano burocráticamente. Además, esta vez tengo que plantearme la mudanza; al venir a Europa me fue suficiente con una maleta, pero ahora tengo que levantar una casa y eso es algo que me quita el sueño. Pasará un año entre una cosa y otra y ahí aprovecharé para escribir cuentos, aunque sea con la mínima estabilidad. Tengo una carpeta llena de temas para narraciones cortas, incluso alguna iniciada, muchas notas, pero no estoy todavía en el momento de escribirlas. Es triste: pienso que algún día puedo ir a la carpeta y ver que todo eso se me ha enfriado.

- ¿Qué es la lengua para usted? ¿Un simple material de trabajo?, ¿una amiga?, ¿una enemiga?

- Para un escritor es una amiga y una enemiga. El escritor tiene que pelearse con ella mientras va creando la suya propia dentro de esa otra que es común a todo un mundo, llámese en este caso español o hispanoamericano, porque es la misma lengua, y en ello estamos. Yo escribo literatura en lengua castellana y no voy a hacer nunca literatura en ningún otro idioma. Es también el útil de trabajo, es la herramienta, y unas veces se utiliza mejor y otras peor. Hay que jugar con ella, luchar con ella, estirarla, pero son una maravilla sus posibilidades.

- ¿No hay mucho inglés en sus obras?

- Es algo autobiográfico, vivencial. Yo he tenido una formación anglosajona que se suma a las canciones que he escuchado, el cine que he visto -sin subtítulos, por supuesto- y la literatura que he leído y a la que vuelvo cada cierto tiempo. Esto se tiene que reflejar en una literatura emotiva, es inevitable: si quiero hacer una literatura que esté mezclada de vida, tengo que poner en ella lo que es la vida para mí.

- ¿Verbo, sustantivo, adjetivo?

- ¿Con cuál me llevo mejor? Nunca me lo había planteado así, pero me enteré por un estudio lingüístico que alguien hizo sobre mí que no hay nadie que adverbialice más los adjetivos, los sustantivos y lo que encuentre por delante.

- ¿Qué diferencias ha podido percibir entre literatura y periodismo?

- La diferencia está en el encargo: que me pidan un artículo sobre tal tema no es lo mismo que escribir lo que me apetece y luego ver dónde lo publico. Sé que hay una diferencia pero yo no he sabido estar a la altura de esa diferencia: mi periodismo ha sido muy literario y, en la medida en que lo ha sido, me he encontrado a gusto al escribirlo. Hay artículos escritos por mí de la nada, podríamos decir, que me encantan, y otros sesudos y concienzudos de los cuales me he aburrido; he querido cumplir con mi deber, estar a la altura del compromiso, pero no ha sido igual el resultado. Porque yo, si estoy a gusto, tiendo a extenderme y, claro, si me dicen tantos folios, cuatro o seis, ya le están poniendo una traba a mi manera de escribir.

- Los críticos hablan de extrañamiento al referirse a la actitud ante la vida que muestra en su literatura. ¿Qué le extraña de la vida?

- ¡Uf! Me extraña todo casi. Mi literatura nace de un empacho de asombro, es la única forma que tengo de darle respuesta a la angustia, al miedo, al aburrimiento que me produce la realidad. A veces veo las cosas con un temor que no se justifica. El escritor es un hombre sorprendido.

- ¿Y el humor es una defensa?

- Puede serlo. En la medida en que me hace soportar las cosas con menos amargura, con menos cólera o con menos temor, sí, es un paraguas o un pararrayos vital. De todas formas, está ligado a mi persona, no puedo escribir sin reírme un poco.

- ¿Y el amor?

- El amor es un motivo de sorpresa. He querido mucho en la vida. Mis amigos lo saben.

- Habla usted de amor, de afecto; ¿no se cree, sin embargo, el ombligo del mundo?

- ¡El ombligo del mundo es el Cuzco! No, mi actitud sentimental no me lleva a querer ser el centro de las cosas, sino a estar en el centro de ellas.

- ¿Qué es lo que más valora de su herencia familiar?

- El humor. Vengo de una familia que se ha reído mucho siempre y eso me ha marcado. Nunca hemos tenido una buena relación con la realidad, somos gente un poco sobrepasada por los acontecimientos y reaccionamos mediante el humor. Las reuniones de la familia de mi madre son increíblemente graciosas.

- ¿Se ve Perú mejor desde fuera?

- Habría que comparar la respuesta de un peruano que esté dentro con la de otro que esté fuera. Uno que vive allí diría ahora que está en el quinto cielo; y yo, que estoy fuera, me pregunto si tanta ilusión corresponde a la realidad. Después del horror la gente ha necesitado sentirse viva, no tener miedo a salir a la calle y eso se ha plasmado en un régimen autoritario, eficaz en muchas cosas. Los peruanos están viviendo una sensación maravillosa de posguerra, no les gustan los ruidos estridentes, les traen malos recuerdos. Hace unos meses estuve allí y asistí a una escena curiosa: unos niños hicieron estallar unos petardos y eso provocó una enorme ansiedad entre las personas que estaban cerca; a mí sólo me molestaron por el ruido, pero a ellos les traían evocaciones dolorosas. Entiendo que esto ocurra después de haber sufrido pavor. Hoy muchos peruanos pueden decir que están viviendo en el país de la bonanza y del neoliberalismo, pero la miseria que uno ve desde fuera -y cuando vas allí lo sigues viendo desde fuera porque no conectas con la sensibilidad de la gente- a mí me da miedo. Desde luego yo no lo veo tan bien como lo ven ellos, pero llega un momento en que digo que, si están tan contentos de todo y las cosas les parecen tan positivas, a lo mejor es que es cierto. Pero no. Anoche terminé de leer un libro sobre el Perú que me dejó muy preocupado: allí todos están con la ilusión de plantearse como modelo los llamados "tigres asiáticos" y este libro estudiaba la economía de esos países; las diferencias son tan notables que creo que ese sueño de llegar a ser un tigre puede acabar en la realidad de ser un tigre de papel. Es algo muy peligroso.

- Volvamos aquí. ¿Se puede escribir en Madrid y sobre Madrid?

- He escrito bastante en Madrid y sobre Madrid. Es una ciudad que me está dejando marcas literarias, marcas susceptibles de ser llevadas a la literatura; eso es indudable. Luego es una ciudad donde ha habido siempre mucha tertulia, aunque yo a esto no soy muy afín porque nunca he sido de un grupo sino que me he querido mantener abierto a muchos grupos y explotar con inteligencia y con cariño mi imagen de extranjero. Esto es algo que aprendí en Francia, era una forma de no mezclarme en aquellas cosas que me iban a hacer daño o que me iban a aburrir. Aquí me muevo entre amigos que a veces tienen que ver con la literatura y mucho, porque la leen, la hacen, la comentan, la critican, o que son totalmente ajenos a este mundo, pero para mí tienen la misma importancia desde el punto de vista de la experiencia literaria: una cosa es la experiencia cultural y otra la vivencial, aunque luego se mezclan, por supuesto.

- ¿Disfruta usted su trabajo de profesor?

- Ahora ya en pequeñas dosis. Disfruté mucho durante muchos años, pero mis últimos cursos de profesor en Francia no fueron muy afortunados, a pesar de tener el mejor grupo de colegas que uno pueda soñar. Después he vuelto en pequeñas dosis, como digo. He estado en la universidad de Austin, en Texas, y ahí sí, la amistad, la enseñanza, todo se mezcló de forma preciosa; luego en Puerto Rico ocurrió así nuevamente y ahora otra vez en Yale. Pero claro, si acepté ir a esos lugares era porque me acercaban a una tonelada de amigos o porque me permitían aislarme para escribir, y así fue: La última mudanza de Felipe Carrillo la escribí la mitad en Cuba y la mitad en Austin; ahora en Yale he empezado un libro nuevo, he leído mucho, he tenido alumnos muy buenos que me han querido mucho y yo he tenido otra vez esa relación que hace que mi trabajo como profesor sea positivo, no sólo para ellos sino para mí, es decir, una relación en la que veo que hay placer, en la que se intercambia algo más que el frío dictado de una clase. Mi fama en Francia era la de un antiprofesor, mis clases empezaban antes y terminaban después, es decir, la hora de clase no era necesariamente lo más importante, y eso es probable que me hubiera afectado en el último periodo en Montpellier.

- ¿Significa algo para usted ser un escritor de final de milenio?

- Imagino lo que puede ser decirle a una niña en el año 2001 ó 2002, oye, si vas a Nueva York tráeme música de mediados del siglo pasado: algo muy chocante. Pero soy un escritor de la segunda mitad del siglo XX, para bien o para mal. La idea del fin de milenio, sin embargo, es como Navidad o Año Nuevo, sólo algo desasosegante, interminable y aburrido. Decididamente, para mí no significa nada. Yo soy bastante más prosaico.

Mª Luisa Páramo

Joge Luis Borges

Joge Luis Borges Jorge Luis Borges
Uno aprende.

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano o encadenar un alma,
y uno aprende que el amor no significa recostarse,
y que una compañía no significa seguridad,
y uno empieza a aprender.

Que los besos no son contratos,
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Uno aprende a construir todo su camino en el hoy
porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes,
y los futuros tienen una forma de caerse a la mitad.

Después de un tiempo uno aprende que "sí" es demasiado,
y hasta el calorcito del sol quema.
así que uno planta su propio jardín,
y decora su propia alma,
en lugar de esperar que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada adiós... uno aprende.

Jorge Luis Borges

El Edil

El  Edil -El alcalde de Baiona (Bayonne) obvia los casos de violación registrados en fiestas
Así ha respondido el alcalde a una pregunta sobre las violaciones denunciadas: "Cuando a las cuatro de la mañana, una se quita la camisa y baila en tanga ante sus amigos, se corren más riesgos que permaneciendo vestida".
Mientras en Vitoria-Gasteiz siguen disfrutando de sus fiestas, en Baiona (Bayonne) ya ha llegado la hora de hacer balance de las suyas.

Para su alcalde, Jean Grenet, el balance es satisfactorio, a pesar de la muerte de un joven de 19 años que se produjo el fin de semana y el grave accidente de otro sufrido al caer de una atracción. El alcalde ha afirmado que esos sucesos no son fallos de la seguridad de las fiestas y que no son responsabilidad de la organización.

De todos modos, su respuesta ha sido bastante más desafortunada cuando se le ha preguntado sobre los casos de violación que se han producido en la localidad, casos que en principio no había incluido en la lista de incidentes. Jean Grenet ha afirmado textualmente lo siguiente: "Cuando a las cuatro de la mañana, una se quita la camisa y baila en tanga ante sus amigos, se corren más riesgos que permaneciendo vestida".

tesis del garrafón

tesis del garrafón TESIS SOBRE
EL
GARRAFÓN

De vez en cuando los gobernantes se despiertan con la boca seca y la cabeza cual caja de grillos, mientras siente la acuciante necesidad de correr al baño debido a un ataque de naúsea.

Se dicen:

-¡Hay que acabar con la droga¡.

Y ponen en marcha complicados planes y extrañas campañas publicitarias para solucionar el problema, aunque el primer problema sea que no entendamos muy bien, lo que pretenden y a que se refieren con exactitud. Y a que en el saco roto de conceptos difusos entran las mas diversas y variopintas, sustancias, de efectos bien diferenciados. Desde el gelocatil, la aspirina, la cocaína, el hachís,la nicotina, y la Maria en los garbanzos.

Suelen ser batallas perdidas de antemano, porque desde tiempos remotos al animal humano le ha gustado meterse todo tipo de sustancias en el cuerpo. Pero cuando la defensa a ultranza de la salud se convierte en una gesta que no desdeña alguna solución violenta - es que es la propia salud- lo que se pone en peligro sin duda.

Y aún con amenazas violentas, la prohibición incita al personal a ponerse ciego.

De esta forma nos encontramos con la sonrisa de los asiduos a las pastillas que no paran de dar saltos y besarse, la flotante mirada del fumador de hachís, palabrería incontenida del usuario de cocaína, divagar melancólico del fumador de mariguana...

La noche acoge a los sonámbulos. Y el pensamiento se se diluya en la vorágine y sus múltiples formulas.

De esta manera pasamos como si nada entre estupefacciones y piruetas de saltimbanquis que provocan la química entre gentes de mente febril entregadas al extravío.

Para terminar sin poder librarnos de caer en las garras de las pócimas malignas y bebedizos. El garrafón, martillazo metálico, como quieran llamarlo.

Y ningún plan de saneamiento social lo tiene en cuenta, porque según los responsables de los locales, -no existe-. Igual que las meigas y sus hechizos; Haberlo haylo. En la modernidad y los avances en tecnologías se presenta el garrafón perfectamente embotellado y etiquetado, con todos los sellos de garantías para tranquilidad " moral" de quien comercia con él, del que nos lo sirve sin remilgos a diez veces superior al precio que con se pagó.

Conspiración luciferina para aniquilar a los espíritus inquietos.

Acostumbrados nos tienen a ese sabor amargo y acre . Pero no inmunizados, no hay virus ni bacteria que se cultive en tan asesino brebaje.

Tal vez sea, por este motivo entre otros, que algunos supervivientes de la noche tengan apariencia de seres inmortales.

Lo hemos bebido a lo largo de años de existencia, y hemos notado como en cada trago se rompía. Dolorosamente. Parte de nuestro sistema nervioso.

Solo una copa de garrafón basta para posibilitar el viaje mas rápido hacia el infierno, en el tren de la mas alta velocidad de los lingotazos.

Es la metafísica del pelotazo, su desinhibición cabezona, y su capacidad para romper los últimos restos de un carácter templado. Aunque cobre su deuda con el zumbido del resacón.

Son las llaves herrumbrosas que abren puertas a lo desconocido.
Haciéndonos recordar con imágenes deformadas colocándonos a patadas en la purria.

Nos hace amigos sin salida de los venenos. Despertando nuestra sed de fábulas, choques eléctricos, sacudidas que nos llevan a pedir otra mas. Con el toque de campanas repiqueteando en nuestras cabezas.