poemas
carmen camacho lectura del poemario Bonus Track en Palma de Mallorca
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Dibujaba ventanas de Juanrroz 8 de junio
Lebrillos
Son bonicas las tardes de noviembre.
Mi colcha de cretona
Que me bordo mi madre,
Por la que vuelan a ciegas,
Una bandada de pajarillos imposibles.
También hay que tener en cuenta
Que se pueden hacer juicios temerarios.
Los juicios fríos y los esquemas
Solo sirven para arreglar,
Los desagües y algunas alcantarillas.
Esto no va a cambiar en casi nada
Que me gusten mucho
Los lebrillos azules,
Ni que se me escurra
Al fregar los cacharros
mi anillo de oro de casada.
Esto no va a cambiar en nada,
Mi falta de memoria
Sigo sin tomar rabos de pasa.
Es solo una historia más,
de las de noches en blanco. De este enero.
Ahora me traes rosas amarillas como la luna,
y ahí está, tu callado rostro en la ventana
que rememora otras horas.
Yo como tú,
en la cartera guardada esta la foto,
que alguna vez eche a la luna,
esa obsesión tuya
que fuera feliz –dijiste
en la clase de astronomía¬— se ha quedado vacía nuestra silla.
Y lo bueno,
lo bueno de haber mencionado mucho,
mucho al ancho cielo nocturno
es que allí podemos citarnos.
O encontrarnos
de tanto en tanto.
Sanar el mal de ojo
Arranca con la fresca sombra, adormideras
que guarden en su cáliz –enredadas— las calenturas;
los paños calientes, tisanas, dolamas, aceite de oliva,
el saco —carbonilla de infancia—, recógelo en cajita de plata;
las ascuas del brasero de hojalata –oxidada—,
bajo tu pupitre de la escuela. Dos por una dos, tres por una tres,
dos por cuatro ocho.
Haz con el espurreo un hatillo, préndelo
las trenzas de tu pelo,
de cuando chica,
que guardó, en un cajón la chacha Concha.
Arranca el romero, el del monte.
Y en la pared ponlo, delante
de la lumbre. Que se lleve lo malo
y traiga lo bueno, pronto.
Que las naranjas colgada en hileras
no mienta: de diez en diez,
haz sitio a toda esperanza.
Abre la puerta, niña,
y súbete a la palma
que está a la puerta que antes fuera
la casa de tu abuela.
Quédate quieta, en luna nueva.
No vuelvas a robar,
versos de aquel huerto.
Ya no sirven
A RATOS ME DESCUBRO
Ofreciéndote mi sombrero,
Pinzas de tender la ropa,
Espinas de oro para tu corazón.
A veces pongo distancias inauditas en algún puerto donde amarrar tanta soledad y a la deriva.
A veces me encuentro en medio del delirio, viejas ruinas y te doy
aquello que tus ojos y los míos no van a contemplar.
Lunes Por Carmen M. Camacho
LUNES
Te he soñado,
ya de día,
a las diez y cuarto:
estábamos en un bar de mugre oscura contra la luz del domingo,
olor a salmuera,
gentes de vuelta de algún mercadillo.
Nos invitamos a subir,
sin pagar.
Y arriba,
sentado en el taburete negro,
tocaste de forma nueva mi cuerpo
y la sangre con las que tú me sueñas.
A lo lejos,
el sonido metálico del futbolín. Del despertador.
Cara de muerta por Carmen María Camacho
El postigo abierto a medias,
Celosía de mi ansiedad
colorín que antes cantaban,
cuando triste estaba…
Los cerezos se han secado.
¡Alma cántaro!
no ves, que las nubes
se las lleva, el viento
Y que el viento,
no te quiere tocar.
Y sí, te digo que,
Tienes, cara de muerta
y sí, te digo que no,
Que manía es la agonía.
Que ahora lo entiendo;
Es una solea.
No es, un sí, o un no, ¿un ojalá?
¡Alma de cántaro!
si viajas al pasado no hay ná
Que ahora ¿quieres estar?
¡Me rio! No hagas trampas,
Después lloras. Cara de muerta, alma cántaro.