CARTA AL REY MELCHOR (Publicado en Diario Jaén, cinco de Enero, 2014)
Por Carmen Camacho
Por esas cosas de la vida nunca envié esta carta, al rey Melchor.
Han pasado muchos cinco de enero, en Jaén, desde aquella noche de
reyes. Cuando miraba la leña arder en la chimenea y buscaba en las
llamas algún destello de armiño rojo, el sonido de cascos de caballos,
y la estrella... mis padres hacían que me durmiera antes para poder
hacerte invisible a mis ojos y de ese modo permanecer intacto en el
arcón mágico de mi pensamiento.
Como ya sabes ha pasado el tiempo. Ahora tengo mi parte de
responsabilidad, como en algún momento la tuvieron mis padres.
En aquella carta hablan de la magia, lo mágicos que somos; y por
negarnos como tal estamos ciegos ante nuestros corazones. Las miradas
pierden brillo y las armaduras crecen ¡Tenemos tanto miedo! De
entregarnos, de creer, de salir mal heridos.
Entonces caminamos entre sombras pidiendo deseos desesperados a gritos
lejos de la convicción de que podemos hacerlos posibles.
Para pedirte un regalo ahora tengo que apelar al niño pequeño y sabio
a lo que me resta de inocencia. Mi mirada está cansada muchas veces
nublada, mi corazón… ¿Dónde queda a veces nuestro corazón? Hay
muchas cosas que no entiendo, sin embargo necesito seguir creyendo, en
la pasión, en el amor.
Ahora en la edad adulta debo asumir responsabilidades, no quiero
perder mi sonrisa ni el color de la inocencia en mi mirada; vi muchos
“grandes” con caras largas, con mochilas cargadas de cuentas no
resueltas empeñados en seguir anclados en un pasado irreversible,
irrevocable, tuve mucho miedo de ser como ellos.
Si ya sé yo tengo lo mío... volviendo a lo nuestro te pido que quites
de mis ojos las vendas invisibles, que no me permiten ver la verdad,
dame fortaleza sin dañar mi sensibilidad, dame tesón sin volverme
caprichosa....
Ahora más que nunca, querido Melchor, necesitamos de los sueños y
de las ilusiones para superar esta grave crisis. No puede existir un
desequilibrio tan grande como para no desear el regalo de la magia,
con toda nuestra fuerza, las ilusiones y los sueños.
Magia para poder creer en nosotros. Es todo lo que deseo encontrar
esta madrugada en mis zapatos.
Con cariño:
Una niña que ya creció
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