Unos versos sobre el olivo (Publicado en Diario Jaén)
Por Carmen María Camacho
Es tan viejo el olivo que llegó a la Bética de manos de los fenicios.
El legendario y mítico olivo
ya aparece en el Nuevo Testamento:
Por si algunas de las ramas fueran desgajadas, y tú, siendo
olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido
hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te
jactes contra las ramas, y si te jactas, sabes que no sustentas tú
a la raíz, sino la raíz a ti.
Epístola de Pablo a los romanos
Escribo versos de olivos, en esta noche sin luna y en el azul a lo lejos, en la Loma, se apagan los luceros. Donde los hombres acompañados de sus sombras salen de los campos donde viven los olivos, verdes, verdes, verdes, plata, blancos, donde duerme la lechuza su sueño de poder volar por la Catedral de Baeza. Y a veces en noches de luna, bailan las gitanas, descalzas, con sus cestas de mimbre en las caderas y sus ojos negros aceituna. Van bailando por el olivar para espantar la negrura cuando suben del río de coger juncos.
El olivar con su cortijillo blanco es campo, campo, campo. Los olivos blancos. Cargados de “ronquios”.
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