Un Viejo Palacio Microrelato
Todo empezó en la galería central de un viejo palacio, donde había un fresco que representaba a una dulce muchacha francesa de fines del siglo XIX. Los dueños creían, que la muchacha se hallaba enferma de amor y de tristeza, y que, si no le conseguían novio, moriría a corto plazo. Me asignaron sueldo y me convertí en novio de la muchacha. Empecé a visitarla. Los dueños, nos dejan solos, aunque sospecho nos vigilan en secreto. La muchacha me recibe en la melancólica sala, yo me sentaba en un gastado sofá de terciopelo rojo, -puesto allí para darle compañía- le llevaba rosas blancas, bombones o libros, le escribo, poemas, sonetos o epístolas, ella me echa suaves miradas, yo la llamo amor mío, la beso a hurtadillas, a veces voy más allá de lo que permiten el decoro y la inocencia de una muchacha de fines del siglo XIX. También Leonor me ama, baja los ojos tenuemente y, suspira. ¿Cuándo nos casaremos amor mío? –Pronto- le respondo. Es muy poco lo que gano.
© Carmen María Camacho Adarve
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Jesús Garrido -