El neoliberalismo cambia el agua de las aceitunas. Por Bernardo Schifrin
¿En que anda nuestro investigador?
DESFACIENDO ENTUERTOS
De sopetón tropezó con el amigo de la infancia. Caminando por Diagonal entre la maraña hu-mana, casi se le escapa un insulto (a él y al otro)
-¿Porqué no mira por donde camina? ¡Atropellando a la gente! Ptss…
-¡Qué decís querido!
– Para un cachito,¿vos sos?
Si.¡Qué sorpresa! Y se pegaron un fuerte abrazo.
– Disculpá, no te había reconocido. (Estaba muy cambiado,envejecido, vestido con excesiva modestia, entre tantos cagatintas con zapatos lustrados, sus alpargatas bigotudas resaltaban . como una mosca en la leche.)
Lo conocía desde los siete años, casi cuarenta atrás. Debía llevarle…unos once años. Gracias a él comenzó a andar en bici, su padre le había regalado una bicicleta inglesa para que le durara mucho, los pies no le llegaban a los pedales y no lograba mantener el equilibrio. El viaje hasta el Once y luego desde Moreno pedaleando hasta más allá del balneario Cascallares para pescar, en las nacientes del arroyo Reconquista, fue una aventura en parte penosa y en parte maravillosa, en la que adquirió confianza en si mismo, a partir del cual comenzó a sacarse el gusto con la bici.
-Mirá acá hay un boliche ¿tenés tiempo para tomar un café? ¡Qué cambiado estás! ¿Seguís viviendo en Carlos Pellegrini y Córdoba?
Se sonrió… -No! Ahí viven ahora los bacanes. Con esta pinta no me dejan ni entrar en el hall de la casa donde vivía. ¿Te acordás que estudiaba en el Krausse? Me iba así…así. Cambié a una escuela agrotécnica que quedaba en la Provincia, a los becarios nos daban pensión. La Naturaleza y el campo siempre me tiraron un montón. Pero como mis viejos eran unos secos y yo no tenía ni un mango, cuando me recibí no me quedó más remedio que conchabarme en explotaciones ajenas, bien digo explotaciones ¡Cómo me sacaron el jugo! ¿Y vos? Se te vé bien.
–Estudié administración hasta terminar la Licenciatura mientras laburaba, pero como no me prendo en las elusiones impositivas y otras mafiolerías anduve a los tropezones hasta que un amigo me llevó de segundo a organizar la Policía Aeronáutica. Vos sabés como son esas cosas, por más papistas que el Papa al final nos rajaron Me las rebusco con una agencia de seguridad y vigilancia, y por mi cuenta me doy el gusto de investigar los grandes curros económicos, lo que descubro algún día tal vez puedan resultar útil.
-¡Uy! si yo te contara, otra que curros.
- Dale! Las informaciones me hacen sentir en mi salsa…
-La serenata es larga. Cuando después de mucho transpirar conseguí juntar unos pesos, ni pensar en la pampa húmeda, la tierra costaba un dineral y cada vez más. Me enteré de una
Colonia olivícola que estaba tirada. Vendían las chacras baratas y me entusismé. Por algo las vendían baratas, la Colonia podría ser un vergel, pero es imposible salir adelante, los que tienen la sartén por el mango son capaces de afanar hasta a su madre… Estoy ahí varado desde los ochenta.
-¿Qué les hacen?
- Tal vez no te interesen las provincias de segunda, exprimidas hasta parecer pobres.
-Como no me van a interesar?
-Hay tema para hablar dos días, deberías hacernos una visita para verlo con tus propios ojos. En mi casa tengo lugar por demás, la Colonia la fundó Perón por los cincuenta para que trabajaran familias numerosas. En las casas siguen viviendo, pero trabajar ¿deande? Única-mente de empleado público.
Así fue que nuestro investigador se reencontró con un viejo amigo y con un tema de indaga-ción desconocido que le llevó más tiempo del que pensaba. Acalló su conciencia con el argu-mento que por el 10 de Enero medio mundo estába de vacaciones, los festivales todavía no comenzaban y al trabajo de vigilancia lo podía controlar de ojito. Además como sarna con gusto no pica…
Su mujer aguantó la noticia bastante bien, aunque íntimamente pensó: ¿Ahora este en que se va a meter?
Para endulzarle la píldora le prometió que se tomarían vacaciones en Febrero y volver con artesanías del lugar que podría ilustrar las clases que ella dictaba.
LA COLONIA (2
Los mil cien kilómetros en su auto los hizo en 14 horas, desde la madrugada, hasta una mara-villosa noche con el cielo tachonado de estrellas ¡tantas juntas! una pegada a la otra, en plena oscuridad bastaba alzar los ojos para que el negro se cuajara de plateado.
Llegó reconfortado por el espectáculo pero hecho pelotas, por suerte su amigo disponía de ciertas comodidades, un calefoncito eléctrico, esos con depósito en los que se calienta el agua y deben desenchufarse antes del baño para no morir electrocutado.
El asado recalentado, estaban esperándolo desde el mediodía.
-No me imaginaba que ibas a viajar de un tirón, pensé que haría noche por Córdoba y llega-rías para almorzar.
- Soy rápido para los mandados, la ansiedad en medio de un viaje no me deja descansar.
Y en voz baja para que no escuchara una morocha que debía ser la señora del hogar
- Es como si me picaran pulgas en el culo.
-Mejor que descanses porque mañana vamos a pataconear desde tempranito, aprovechando la fresca. Y cada finca de la Colonia tiene quince hectáreas, son treinta y tres, más como veinte que se fueron agregando en lotes linderos y los que plantó la gente en el fondo de la casas o donde dispusieran un poco de agua. La tercera habitación que está frente al baño es la que te preparamos.
-Buenas noches macho. Buenas noches señora y gracias por todo.
-Faltaba más, gustosa de que nos visite un viejo amigo de mi marido.
(No tan viejo. Más vieja será tu abuela.)
EL OLIVAR
Al clarear, después de tomar unos mates con galleta, se dispusieron a salir.
-¿Trajiste zapatillas? andá a cambiarte las botas que acá ojalá te embarraras.
-Te molestan mis botas ¿o me estás pisando el poncho?
- No montés el picazo ni te hagás el criollo, che porteño. Acá soñamos con la humedad.
-Está lindo templado.
- Ajá, por un par de horas. Cuando fundaron la Colonia se plantaron los olivos a diez metros por diez. Trabajando a la sombra se aguanta mejor el calor.
- Los veo medio secos.
-Están tristes como nosotros, les falta humedad.
-Para crecer como crecieron debieron regarlos.
-Hace rato que no se los poda, por eso van para arriba, parecen eucaliptos.
- Si ni hacen poda…
- No te apures, tenías razón cuando decías que sos impaciente, ya vas a ir hilando una cosa con otra. Mirá las acequias, estan duras, parecen de adobe viejo desde que dejaron de conducir agua.
-Y esos cañitos?
-Se instalaron para riego por goteo y economizar el agua. A los árboles grandes como estos, que tienen raíces muy extendidas habría que suplementarlo con riego por manto, pero si no nos dan agua ni para el goteo. Guarda con los pinches, que son bravos, cuando la tierra se deja de trabajar el monte vuelve a invadirlo todo. No soy el único abandonado vamos a recorrer otras fincas, todas las que vos quieras. Empecemos con la de al lado, cruzá el alambre que te lo tengo.
- Tenés razón, está igual o peor que la tuya.
- Algunos nos empecinamos en seguir cuidando, pero al final la seca pudo con el ánimo.
-Los azotes de la naturaleza son una maldición.
-Ma que azotes. Acá llueve como siempre en verano, 300 a 400 milímetros anuales.
-¿Y entonces?
- Piano…piano, pucha con los porteños atropellados. No te vayas a poner nervioso, entre buscar el caballo y ensillarlo al sulki se nos van a ir un par de horas.
-Cuanto hace que no ando en sulki! Me gustaría visitarte con más tiempo y paladear la vida del campo, pero ande irá el buey que no are.
-Si te remuerde la conciencia usemos tu coche, haremos más rápido.
- Haberlo dicho, conmigo dejate de vueltas. ¿Para donde rumbeamos?
PUEBLO Y ASFALTO
-Hasta el dique en total son veinte kilómetros de ida y otros tantos de vuelta.
-¿Y ese caserío ché? (3
-Es el pueblo más viejo de la zona, fundado por el 1650 más o menos, fijate el velocímetro.
Desde la Colonia hicimos cuatro kilómetros justo.
- Creía que era más chico, está lindo.¿Cuántos habitantes tiene?
- Ahora deben ser cerca de dos mil, cuando yo llegue eran… mil, milagros del progreso.
-Qué cantidad de casitas iguales!
-Las hizo el gobierno. También hicieron un hospital nuevo.
-¡Macanudo!
-Aja. Ahora seguí por el camino asfaltado, a treinta kilómetros hay otro paralelo mejor que éste.
- No digás ¿tan cerca?
-¡Guarda con los pozos!
- Debe pasar tráfico pesado.
-Si un camión cada muerte de obispo. Negocio de la Sideco Sudamericana, que dicen es de Macri, pijotearon con el fundamento, cuando terminaron se lo veía lindo. Les firmaron el final de obra y si te he visto no me acuerdo Ya lo reconstruyeron como tres veces pero si lo de abajo no responde…
-¡Qué asesinos!
- Estos investigadores ven en cada afano un crimen, siempre a la caza de asesino, con todos los afanos que hay si los chorros fuesen asesinos estaríamos todos muertos. Dobla hacia la montaña por el camino de tierra.
-¿De tierra? Cada vez más lindo y más lindo, cada vez peor y peor ¡mama mía! Pobre mi coche querido.
- No tengas miedo. Es más transitable que el asfaltado. La maquina de vialidad pasa a menudo y sin material roto encima, resulta fácil de emparejar.
EL DIQUE
-Che, por acá los olivos están verdes.
- ¿Ves la acequia de material? Es la principal. Estas finquitas se benefician con la cercanía, total nadie controla. Del agua que circula a la cabecera del departamento no llega ni la cuarta parte, acá el que no corre vuela y el agua es la vida.
- ¿ Y esas edificaciones grandes?
-Una estación experimental instalada al mismo tiempo que la Colonia.
- Parece abandonada.
-Funcionó pocos años, cuando cayó Perón chau estación. Después se les ocurrió usarla como recreo para jubilados, pero nunca vimos a ningún jubilado y el equipamiento fue... sustraído.
- Agárrese como pueda como en el catch “ Los nenes malos contra los jubilados”
-Ya falta poco. Si querés paramos antes y seguimos caminando, la cuesta final es empinada y muy pedregosa.
-Llevo buenas cubiertas, sentí el motor, tira como cuando era nuevo.
- ¿En que quedamos, no era pobre coche? En fin, vos sabrás, el camino termina en el dique. Ya llegamos
-¡Qué lindo viejo!
- Lo construyó la Nación en la época del veinte, es de piedra suelta revestida con concreto, le caben 30 hectómetros cúbicos, pero no la usaban, los ganaderos estan habituados a las represas, en otros lados les dicen tajamares, cuando se quedan sin agua la roban de la acequia.
- El dique parece seco.
- Cuando yo llegué estaba lleno. La historia es lunga, la experimenté en carne viva, y así te la voy a contar.
- Vine para eso.
- Y para visitarme, no? ¡Lindo amigo! Lo pasado pisado
-Pará loco. Volver a encontrarte fue una suerte, pero una cosa no quita la otra.-.- ¿Qué pasa? ¿No le entra agua?
- Entra como siempre, no es la primera vez que secan el dique. Por el sol deben ser las diez y media, tenemos tiempo para llegar al otro Dique que quiero mostrarte.
- Por el reloj las once menos cuarto ¿Queda lejos?
- Hay que volver hacia el pueblo y de ahí son unos doce kilómetros por el camino asfaltado. Mientras viajamos te sigo contando.
-Dale. (4
ORÍGENES DE LA OLIVICULTURA ARGENTINA
- Vos sabés que Peron había sido agregado militar a la embajada en Italia.
-Si, era un gran admirador de Mussolini.
-También ayudó a los españoles, les regaló dos o tres barcos de trigo, cuando con el franquis-mo se morían de hambre.
-Con razón recibieron tan bien en España al exilado.
- Hacia el final de la guerra mundial se dio cuenta que otro sol calentaba, pero las circunsta-ncias nos permitían aliviar la dependencia económica de Inglaterra y Norteamérica.
- Así nos enchufaron los ferrocarriles al borde de su vida útil y en los años cincuenta contrató a la Pan American para explotar el petróleo.
-Yo me refiero a la olivicultura. Conociendo a Italia y España se dio cuenta que estas provin-cias llamadas pobres eran aptas. En Arauco sobrevivía sin cuidarlo un olivo plantado por los jesuitas hace 400 años. Después de la guerra lo único que tenía para exportar España era aceite de oliva y aceitunas.
Los mandamás del mercado cerealero de Chicago, trataron de aprovechar la volada y desa-creditaron al de oliva para vender más caro el de maiz, pero con los años la verdad se impuso El de oliva es el mejor aceite y el más saludable.
-¿Y el de chía?
-A la chía, originaria de América, en ese momento no le daban bolilla, recién ahora comienzan a usarla algunos naturistas, cuando la consiguen. Además la olivicultura era ideal para sus-tentar en pequeñas explotaciones a decenas de miles de familias.
El gobierno invitó al país a un famoso especialista italiano Pier Giovanni Garoglio, cuyos dos tomos editados por la Universidad de Cuyo aún conservan actualidad. La olivicultura recibió impulso en Cuyo, el Norte de La Rioja y hasta en los Llanos de la Rioja, que curiosamente no son llanos estan atravesados por un cordón de las Sierras Pamperas.
-Llanos montañosos y después decís que los porteños somos complicados.
-Llanos es el apellido de antiguos pobladores, y no me cargosees más con tu viveza porque no vamos a terminar nunca y te vas a ir como viniste
-Epa! Pare mano tallador que tengo el cutis delicado.
- A un porteño por más que se haga el campero, lo sacás del asfalto y termina muriéndose de aburrimiento.
-De qué te la tirás? ¡Al fin y al cabo vos también sos porteño!
-Vivía en Buenos Aires, que es distinto. Nací como a cien kilómetros en la provincia..Disculpá. si te ofendí, estoy hasta acá de tantas macanas. Lo cierto es que la ganadería no ofrecía suficientes oportunidades de trabajo a los jóvenes y se veían obligados a emigrar para ganarse el puchero.
- YPF dirigido por Mosconi, nacionalista sin z, organizó hasta líneas de transporte al Sur desde La Rioja y Catamarca, para que los obreros criollos se incorporaran a la empresa, los extranjeros sindicalizados por los anarco y los comunistas resultaban muy difíciles de manejar.
-Muchas familias de por acá tienen parientes en la Patagonia. Pero volviendo al tema, lo que te quiero hacer comprender es que se fundó la Colonia para beneficiar a la gente del pago.
LA CANALIZACIÓN
Aunque el agua del Dique que vimos por entonces estaba disponible, previendo el futuro construyó otro que es al que estamos llegando. Pará a darle un vistazo, está sembrado con alevinos de pejerrey, en semana santa es un paraíso para los pescadores.
- El otro está vacío y éste desborda. ¿Es rica el agua?
- No! No la probés parece sal inglesa, nunca hicieron la canalización y se salinizó.
- Tanta colonia modelo, con casas de tres dormitorios y dos baños, cincuenta mil olivos implantados y se olvidaron de hacer un canal de de un metro por un metro y diez kilómetros de largo.
- Si te parece vamos volviendo que la patrona preparó un almuerzo especial. Las casas son de un modelo que copiaron de la colonización francesa en Argelia.
- Después nos quejamos de las potencias imperialistas. ¡Casas para los argelinos!
- No, dejate de joder, en la creación de nuestra Colonia no mezquinaron nada, y la entregaron hasta con una fábrica de aceite completamente equipada, además de percherones y tractores para trabajar la tierra.
-Y colonos franceses? (5
- No le des vueltas, colonos elegidos por concurso, criollos, inmigrantes, españoles, italianos, suizos, que se hubieran criado entre olivos. Pero cuando voltearon a Perón para olvidar hasta su recuerdo se la agarraron con la Colonia. La canalización la adjudicaron a una empresa que instaló un obrador cavó unos cientos de metros y desparramó algunos tubos, con eso le firma-ron el final de obra, el estado pagó, y mita y mita se deglutieron la conducción. Estamos llegan-do a las casas , querrás bañarte, o por lo menos lavarte un poco, que entre los calorones del mediodía y el polvo parecemos candidatos a estatuas de arcilla, después del almuerzo si que-rés salteamos la siesta y aprovechamos para seguir conversando. Ahí se asoma mi patrona.
EL ALMUERZO
-Qué tal les fue?
-Bien señora, con un guía como su marido voy a terminar conociendo de olivicultura.
- El se toma todo muy a pecho, sueña con volver a los buenos tiempos.
- Puse a calentar el calefón, acá tenés una toalla, mientras te higienizas con agua tibia , yo me saco la camisa y me echo unos baldes del aljibe que está fresquita, hasta en invierno me baño con agua fría, el reuma se da poco, el clima es muy seco.
-En veinte minutos tengo el almuerzo.
-A falta de plata, gracias a la cocinera comemos.
- Nada complicado, comida casera.
- Es la mejor. Permiso señora.
-Atienda nomás.
Sentí el perfume:-¡Flor de carbonada!
- En el jardincito hago algo de huerta.
- El mundo al revés, ella cultiva y yo pichincheo. Ando averiguando si alguno de los pocos puestos que no han sido abandonados carnea para llenar el congelador.
- Dejan los puestos así porque sí?
- El pueblo con sus comodidades tira, sobre todo a los más jóvenes y a la larga los punteros políticos o los grandes estancieros se quedan con la tierra. Les entregan casitas, además cobran unos pesos sin transpirar, por empleos inventados. Y de esa manera los tienen agarrados en las elecciones.
Después de la siesta cuando baje el sol te voy a llevar a lo de un agrimensor que está reca-liente por lo que nos pasa.
-No creía haberme cansado tanto. Permiso voy a probar una granada, allá en el Sur no son tan coloradas.
-Acá se aclimatan, como los mismos higos de tuna. Y son españolas (Canta) Granada tierra encantada de sangre y de sol…
-¿No habrán empinado el codo por ahí? A él cuando toma se le da por cantar.
- ¿Y que tiene de malo? Canto por no llorar. Macanas, comer bien alegra..
-Yo paso las tunas , las espinitas me joden.
-Estas no. Trajeron una especie que llaman australianas, lisitas como una pera.
-Pruébelas Don, que son muy refrescantes.
-Bue, vamos a hacerle caso a la señora.
- A la tarde voy a convidarle un arrope de tuna.
- Todo lo que no cuesta nos permite seguir tirando. Andá a sestear un rato que se te cierran los ojos.
-Muy rica la comida. Gracias señora. Hasta luego.
HISTORIA DE LA MUJER
-No te hacía levantado ¿El calor no te dejó dormir?
- Adentro de la casa es tolerable, no tengo costumbre de dormir siesta, pero me vino bien. Apunto lo que me contaste, quedé impresionado.
(Mientras prepara el mate)- A propósito ¿Qué te pareció mi patrona?
-Bien ché, muy amable y servicial.
- La verdad que entre tanta malaria es lo mejor que pudo haberme pasado, sin ella ya hubiera mandado todo a la mierda. Bien dicen que suerte de unos es desgracia de otros. La conocía de vista, tuvo que morir el marido para que entabláramos relación. Era muy trabajador el pobre, un gringo paisano suyo que tiene varios puestos en el mercado de abasto de la capital provincial, lo hizo venir de Italia para que le atendiera la finca que por acomodo consiguió le entrega-
ran en la Colonia, así conoció a mi mujer por entonces una criollita de la zona, se casaron (6
y tuvieron hijos. Durante una gran sequía, que abarcó todo el norte del país, se llevaron hasta la última gota de agua del dique, no quedó ni para tomar, casi todos los Colonos se fueron…
-¿Cómo que se llevaron el agua?
- El agrimensor te lo va a explicar con lujo de detalles. Dejame que te cuente de mi mujer, que es mi mayor tesoro. Cuando en la finca resultaban inútiles los esfuerzos que se hicieran, el patrón lo llevó trabajar en uno de sus puestos del mercado de abasto, con la promesa de volver a emplearlo en la Colonia una vez restablecidos los riegos, pero finalmente se decidió por vender la finca.
El gringuito enojado, dejó el empleo e instaló una pequeña verdulería con la que logró ver crecer a sus hijos hasta que no dependieron más de él.
Entonces se ilusiónó con retornar al campo, vendió la verdulería para comprar una finca pelada en la Colonia, más o menos en la época en la que se normalizaron los riegos. Como los olivos se habían secado, se largó a plantar hortalizas, para venderlas en los pueblos cercanos en vez de traerlas desde Córdoba, San Juan y a veces hasta de Buenos Aires. Se le dieron bien, pero lo hicieron tropezar, el cultivaba seis o siete variedades. Los grandes comerciantes que poseían equipos de camiones para surtirse en los mercados concentradores traían de todo, verduras frutas, comestibles secos, ropas, herramientas agrícolas, le hicieron el boicot, no les convenía que vendiera barato. Sólo le compraban los bolichitos, los tomates se pudrían, las verduras de hoja se amustiaban y cuando el cosechaba cebolla, papa o batata, duplicaban sus cargamentos para hacerle perder plata.
Acá la mayoría de la gente compra con libreta están obligados a pagar más caro aunque él las vendiera por nada.
En plena malaria la mujer se esmeraba para hacerle olvidar las dificultades, tenía la casa reluciente y le preparaba los platos de comida peninsulares que a él tanto le gustaban.
Fue a ver al Intendente para proponerle instalar en las plazas de los pueblos un par de veces por semana puestos de verduras, un día en un lado y al siguiente en otro, además los puesteros podrían vender parte de su producción faenada, carne vacuna, cerdo, cabritos, pavos, gallinas, beneficiándose ellos y la población.
Pero el hombre cuidaba su sitial, no quería enemistarse con el comercio grande, emparentado a los capitostes de la provincia. Además a él no le convenía facilitarles la actividad a los pues-teros, prefería que residieran en los puebles donde dependían del dinero que repartía entre su tropa. Así que le fue dando largas al asunto hasta quedar en nada.
El gringo quintero se tiraba de los pelos, con las hortalizas de hoja que se amustiaban se iba secando el también por dentro, los tomates podridos le envenenaban los humores y los tubér-.culos que no cosechaba lo arrastraban hacia abajo, al final se lo sacaron de encima, sufrió un derrame cerebral.
El ex patron y paisano concurrió al entierro y siguió visitando a la reciente viuda, fruto apete-cible para el mayorista del mercado de abasto, que también había enviudado. Aunque bastante mayor que ella, te estoy hablando de veinte años atrás, le prometió el oro y el moro, viaje de bodas a Italia para presentarla a su familia, casa con sirvientas en la capital de la provincia, y hasta una manito de ayuda a los hijos que dejó el finado. Ella le pidió tiempo, su viudez era muy reciente, tanto apuro la avergonzaría. Te juro que yo la visitaba sin otra intención que consolarla, pero vos sabés como son los consuelos, y bastantes vueltas había dado ya con el marido entre la ciudad y el campo.
Consultó a los hijos, no le podían pedir que se sacrificase conviviendo con un viejo por rico que fuese, para beneficiarlos. El viaje de gran señora a Italia no le hacía ni fu ni fa, ella era del pago y vaca que cambia de querencia se atrasa en la parición, es una forma de decir nuevos hijos no pensaba tener.
Fuimos incubando la relación y al cabo de un año y pico se vino a vivir conmigo. Fue lo mejor que me pasó en la vida; cedió a sus hijos la herencia, una finca pelada, con pocos recursos mandaron a implantar algunos olivos y siguieron viviendo en la ciudad, mi mujer me pidió que los ayudara controlando que los implantaran bien.
Me parece que charlé por demás, me doy pisto con mi mayor logro.
- Una historia de amor para compensar tanta aridez.
-La cebadura ya está lavada. Convine con el Agrimensor visitarlo por la tarde, son un par de kilómetros.
- Dale, vamos en el auto.
EL AGRIMENSOR (7
-Pucha cuanta maleza.
-Nadie cuida. El vive en la cabeza del departamento, dicta clases en el secundario y se da una vuelta de vez en cuando. Estacioná a la vuelta en el portón de la calle cinco. El timbre no suena. Voy a golpear las manos Debe estar dando vueltas por adentro.
Aunque es un poco celoso de su propiedad, vamos a animarnos a entrar a buscarlo.
Recorramos los callejones principales.
-¡Guarda el perro!
-Es un cachorrito… chiquito, chiquito ¡Hola amigo!
-Hola ¿El señor es quien lo está visitando?
-Voy a presentarlos. Un amigo el licenciado…
- Mayor gusto. Ingeniero Méndez.
-Lo mismo digo.
-El licenciado fue subjefe de la Policía Aeronáutica. Ahora tiene una agencia de investigaciones y le interesan las irregularidades que se cometen, se lo traje porque quien mejor que usted. conoce la Colonia.
- Más que irregularidades. Tengo algo que hacer, espérenme en la galería, pueden sentarse en los toconcitos, las sillas por desgracia desaparecieron, enseguida vuelvo.
-Seco el tipo, cero amabilidad
-Tiene carácter, es de duro de roer como el padre. Allá vuelve.
- Bueno ¿Por dónde quieren que empiece?
- Por dónde le parezca.
-Mi viejo de chiquilín fué tambero por el sur de Córdoba . El trabajo del tambo a mano era muy duro, se comenzaba a ordeñar a las tres o cuatro de la madrugada entre el barro y la bosta, lloviera o tronara. Le rogó al estanciero, una persona muy vinculada, que lo recomendara para la adjudicación de una finca en la Colonia. De olivos solo conocía lo que le había contado su abuelo andaluz, le asignaron una de las últimas, que estaban implantadas a medias, las mejores las entregaron a postulantes con experiencia. Él plantó unos parrales para mantenerse durante los años que tardara el olivo en dar frutos y fue completando con brotes de raíz los árboles que faltaban. En uno de los viajes a San Juan donde compraba las herramientas y los insumos agrícolas que por acá no se conseguían, conoció a mi madre, ella había completado el secundario. No se achicó por ser poco letrado, suplía la instrucción con inteligencia, a darse vuelta no le iban a ganar. Andaba por los treinta y ella era más joven, al poco tiempo se casaron. La cosa es que se dio maña para que nunca nos faltara nada. Yo me crié en esta finca.
COLONOS SOLIDARIOS
Por entonces se repartíanlos trabajos comunitarios. Papá se encargaba de que el Dique larga- ra los turnos de agua. No disponían de medios de comunicación, ni teléfonos, intercomu-nicadores, ni nada, pedaleaba en bicicleta los veinte kilómetros, a veces tenía suerte y algún carro o chata lo cargaba un tramo, fuera como fuese cumplía su tarea. Otros estaban a cargo de cuidar percherones y tractores, que les habían entregado para usar entre todos. Los europeos que alguna vez habían prensado aceitunas se dedicaban a alistar la fábrica de aceite, para tenerla lista cuando se comenzara a cosechar. El edificio de la fábrica está en el camino de la Colonia entre la calle 3 y la 4, a la vuelta échele un vistazo. Los olivos se retra-saban, les costaba a los plantines que habían traído de Catamarca adaptarse a nuestra tierra, el agua de esta zona es más salada. En una de las asambleas con las autoridades el viejo pidió que el gobierno le diera un sueldo para seguir haciendo de llavero (el que abre y cierra las compuertas en los turnos de riego) o iba a tener que buscar trabajo en otro lado, porque con lo que sacaba de uva no alcanzaba a vivir. Los otros colonos lo apoyaron. Con esa mensualidad se sintió más confiado y pudo casarse.
LA FORTUNA DE UN TRAPALÓN
Al poco tiempo cayó Perón y ningunearon a la colonia, como a cualquier otra cosa que él hubiera hecho. La cuota de agua de riego a las colonias se mantuvo porque estaba acordada en las escrituras de las fincas, pero le encontraron la vuelta, secaron el Dique.
Manubens Calvet un usurero de Traslasierra en Córdoba, había comprado en remate
judicial y en cómodas cuotas, la estancia de Pinas que fuera de Lisandro de la Torre,
según se decía la más grande del país sin caminos públicos que la cruzaran, fue quien (8
nos arrebató el agua.
Lisandro se había endeudado con los bancos para instalar molinos, aguadas, cañerías, tanques australianos y mantener el ganado durante los meses secos, pero se atrasó en los pagos. Sus enemigos consiguieron que le bajaran la caña. Tal vez esa amargura fue una de las causas de su suicidio, además de la desilusión política.
A Manubens Calvet puede haberlo oído nombrar, se hizo famoso por la heredera paraguaya, que a su muerte, de la Parca no se salva nadie, inventó un obispo.
Cuando compró la estancia tuvo la suerte de los transfugas, durante la guerra mundial el hierro se fue a las nubes, desarmó, molinos, cañerías, tanques australianos y con lo que le dieron pagó a los bancos la hipoteca de la estancia, que le salió gratis.
Hacia los años sesenta una gran sequía se abatió sobre las tierras semiáridas, los animales se le morían. Acudió a uno de sus correligionarios el hasta entonces ignoto presidente Guido, títere de los militares, quien lo autorizó a desaguar nuestro dique mediante una zanja en tierra que atravesaba 200 kilómetros de desierto. Del dique salían doscientos litros por segundo y a Pinas llegaba un chorrito para que el ganado cuatrereado del usurero no se muríera de sed.
Los colonos formaron brigadas y trataron de impedirlo, pero un ejército de sicarios y capangas armados protegían la zanja de tierra por la que circulaba el agua hacia Traslasierra (Córdoba).
EL ÉXODO
En la Colonia no quedó agua ni para tomar, de sus cientos de pobladores sólo se quedaron un puñado que caminaban desde los pueblos con los bidones del agua indispensable para sub-sistir Todos lo que pudieron emigraron, entre ellos los que tenían experiencia en olivicultura, no quisieron ni volver a oír de la Colonia.
El agua recién volvió a acumularse en el reservorio del Dique a mediados de los 70, para entonces la mayoría de las fincas se habían vendido por una bicoca.
Algunos las compraron para revenderlas cuando se normalizara el riego, otros como inversión semiturística, una buena casa rodeada de monte virgen y olivos secos y por último los menos que disponían de poco dinero y aspiraban a trabajar la tierra cuando pudiesen
JUSTICIA CORRUPTA
Los colonos más viejos iniciaron juicio contra el estado por los perjuicios que les había ocasio-nado el injustificado incumplimiento en el suministro de la cuota de agua establecida en la con-cesión. Durante la primera gobernación de Menem, del 73 al 76, los tribunales provinciales fa-llaron, según las órdenes del ejecutivo provincial, en contra de los pequeños productores.
Los naipes seguían marcados, además se los conde-naba al pago de las costas, y al no tener con que enfrentarlas les exigieron renunciar a la solidaridad común para no caer en la volteada. A quienes no acataran la voluntad omnímoda les rematarían las fincas, o les harían el favor de comprárselas por casi nada.
Mi padre con su trabajo diario contribuyó a que se volvieran a cumplir los volúmenes de los turnos de riego, y hasta trató de poner en marcha la fábrica de aceite.
El espíritu solidario que imperaba entre los primeros colonos había sido reemplazado por el interés en hacerse de lo que fuera y de cualquier manera, los capachos de acero inoxidable de las prensas, valiosos y transportables, se los llevó un caudillo opositor, entre bueyes no hay cornadas, quien se había quedado con fincas de colonos, al que se lo recuerda porque tenía al personal muerto de hambre, nunca les pagó un sueldo entero. Y cuando le reclamaban los cagaba a gritos.
El clima de desconfianza se fue extendiendo, a mi viejo le envidiaban el sueldo de encargado del agua y lo acusaban de privilegiar su finca. Lo cierto que teníamos riego porque defendía el agua con uñas y dientes, y en cuanto murió nos la quitaron. Pero eso es otra historia.
EL RENACIMIENTO
En los ochenta con los turnos de riego restablecidos los que habían comprado barato para revender concretaron su negocio. Algunos nuevos propietarios trabajaban con ahínco, un químico con experiencia en producción de alimentos instaló, en la mejor de las fincas de la Co- lonia, una fábrica de aceitunas de mesa orgánicas con 500.000 kilos anuales de capacidad. Los precios de las aceitunas crudas a los productores se fueron para arriba.
Los compradores de otros lugares se veían obligados a pagar al contado como (9
la fábrica local. La prosperidad despertó envidias.
En esos años se pergeñaron los pasos de nuestro actual desastre. El Menem gobernador creó la Administración Provincial del Agua, que más adelante desconocería los derechos de los colonos a las cuotas de agua. Cuando llegó a la Presidencia completó el plan con la Ley de diferimiento impositivo a 17 años, que los gerentes financieros de grandes empresas acogieron alegremente, la mayor parte de la deuda, que se devaluaría, la destinaron a diversas especulaciones y con el resto del dinero del Estado Nacional se largaron a realizar implantaciones superintensivas. Olivos de corta vida útil, 15 años a lo sumo, contra cientos que viven los convencionales, además requieren gran cantidad de electricidad para extraer el agua de las napas profundas, emplean cantidades de herbicidas y abonos químicos, poca mano de obra y al cabo de su vida útil las fracciones desertizadas son abandonadas.
En cuanto comenzaron a producir el precio de nuestras exportaciones a Brasil se vino abajo, los pequeños y medianos productores vieron mermados sus ingresos.
Es decir todo lo contrario de la política olivícola que proyectó Perón, una olivicultura con decenas de miles de pequeños productores radicados por estos pagos que contribuyeran al desarrollo zonal.
CONCENTRACIÓN
La Administración Provincial del Agua comenzó reduciendo la cantidad de agua que se entregaba a la Colonia y terminó negándosela totalmente, la destinaba a los pueblos, adonde trasladaron a los ancestrales puesteros, la mayoría de ellos sin títulos de propiedad. Les construyeron casitas y les entregaron subsidios, o los emplearon en la administración pública sin obligación de trabajar. Con el correr de unos años los campos abandonados se concentrarían en pocas manos, la dirección de catastro provincial no tiene computarizados los registros de tierras, lo que facilita el cambio de titularidad sin dejar huellas. Como muestra basta un botón, las fincas cuando recibíamos agua se vendían en 60.000 dólares, hace días el rector de la Universidad Nacional de La Rioja, compró tres fincas en remate judicial a 12.000 pesos en total. Cuando se apropien de todas las Fincas de la Colonia por casi nada, tal vez se decidan a canalizar, por fin, el agua salinizada del otro Dique. El primer año habrá que tirarla, pero al siguiente podrán restablecer las cuotas de riego.
Mire yo abandoné San Juan pensando atender la Finca que heredamos del viejo, al mismo tiempo trabajaría mensurando las tierras de los puestos. La finca sin agua no produce nada
y como tengo fama de no entrar en componendas ni legalizar los despojos, los tiburones no usan mis servicios profesionales. Del Intendente y la obra pública ni hablemos, paga cualquier cosa por adornos inútiles. Cuando llegó se hacía llamar licenciado, decía haber estudiado en Estados Unidos, aunque no sabía ni una palabra de inglés, seguramente después de quebrar un negocio en Córdoba, compró un título de los que venden por Internet y volvió al pueblo. Pretendía ser elegido heredero del cargo que había sido de su padre, hizo la campaña repartiendo billetes de cinco pesos.
Me quedé sin medios de vida, vuelvo a San Juan en estos días, me despido de la colonia defi-nitivamente. Perdone el espiche, espero que le sea de utilidad.
-Muchas gracias. Es usted un hombre valiente.
- Acá ya no tengo nada y perdido por perdido…
LOS BENEFICIOS DE LA INVERSION EXTRANJERA
- Parece resentido.
- Puede ser, me parece que fue Jacinto Benavente quien escribió una obra que se llamaba
“ Los intereses creados”, pero se va con una mano atrás y otra adelante, créeme es de fiar.
El investigador se sentía abrumado., para disimularlo sonrió ¿Así que el campesino leyó a Benavente?
-Créeme que es de fiar, se va con una mano atrás y otra adelante.
Cuando arribaron a la casa la patrona lo convidó con bizcochos que había preparado especialmente.
-Esto lo voy a menear. No puede quedar así.
- Con discreción señor, por favor. No sea que me saquen el subsidio a las amas de casa.
- El químico en alimentos que instaló la fábrica me contó que lo invitaron en Buenos Aires a una reunión de la Junta Regional de Andalucía, en la que promovían la venta de maquinas olivícolas españolas, y anunciaron que muchas empresas españolas se iban a instalar
en la Argentina. Como acá no se controla el vertido de efluentes, se ahorran el valor (10
de la tierra y las construcciones necesarias para purificarlos. ¿Sabés que en Aimogasta
hay un enorme lago azul de salmueras y soda cáustica que se vierten después de usarlas?
Y ahora anuncian con bombos y platillos que una empresa española compró cinco mil hectáreas para dedicarlas a la olivicultura.
-¡Qué barbaridad viejo!
- Encima las empresas españolas las exportan a su país, y luego las rexportan envasadas a mucho mayor precio, made in Spain.
EL REGRESO ANTICIPADO
- Es cosa de no creer.
-Te invité a venir para agitar el avispero, pero no te presenté a otros colonos porque tengo miedo que alcen la perdiz. El agrimensor estoy seguro que no va a batir a nadie sobre quien te hizo venir, está peleado con todos. Por favor ni se te ocurra nombrarme. Antes cosechaba cincuenta mil kilos al año, ahora cuatro, cinco mil, lo que dan olivos faltos de riego. Los políticos nos entregan cincuenta centavos por kilo como ayuda del gobierno, entre eso y el subsidio de mi mujer vamos tirando, dependemos de ellos para no morirnos de hambre.
Ese atardecer el investigador emprendió antes de lo previsto el viaje de retorno a Buenos Aires.
A su esposa la alegraría veranear en Enero.
Bernardo Schifrin
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