CASA CERRADA
Todavía me pregunto como fui a parar adentro de este lugar. Lo recorro nerviosa. Tiene límites invisibles que no puedo traspasar. Las estrellas brillan con toda su intensidad. Venus, Marte, el cinturón de Orión, las Pléyades se desplazan a su ritmo. La luna se asoma naranja sobre el horizonte y asciende lentamente iluminando tenuemente el paisaje. Creo que una de las cosas que moviliza nuestro espíritu, es la idea de la eternidad, la eternidad no es sólo la infinita longitud del tiempo. Es una cosa distinta de la duración. Hay que desconfiar de las imágenes. Las únicas imágenes capaces de transportar una idea superior son las que crean en la conciencia un estado de conmoción y de extrañamiento. Oscuras habitaciones, casi desnudas, huecos misteriosos. Un gran reloj toca las horas con tristeza durante el día y da dos lúgubres toques a la medianoche.
©Carmen María Camacho Adarve
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