Carnaval
EL
CARNAVAL
Pasaron elegantes carrozas. A través de los cristales, se ven damas de altos peinados, caballeros, y políticos con pelucas de cabello blanco que caen en rizos sobre sus hombros. Muchos peatones, parados, y emigrantes sin papeles se quedan contemplando esas carrozas, pues son de última generación. Ligeras, embellecidas con cristales han sustituido a los antiguos y pesados coches. Solo los tienen los aristocrátas, los ricos, algunos funcionarios y gente del gobierno. Además del cochero, llevan por lo menos un lacayo de pie en la parte de atrás, señoras de la política , damas ricas, y aristocrátas, llevan por lo menos un lacayo de pie en la parte de atrás, y todas ellas rivalizan en que la librea de sus criados sea la mas elegante.
También ruedan cochecillos de dos ruedas, arrastrados por extranjeros indocumentados, a cada conductor ayuda un niño empujando por detrás. En ellos van gente mas modesta no pueden sostener un tronco de caballos ni servidores uniformados y dados de alta en la Seguridad Social.
Vendedores ambulantes; Árabes, orientales, indios, morenos, y parados de larga duración... tan larga que ya no tienen ni la tarjeta del paro. Con mugrientos sombreros de alas anchas y unas cestas colgadas del cuello, pregonan a gritos navajas, tijeras, alfileres, antiparras para los cortos de vista e imágenes de Santos. Lo mismo que los demás transeúntes , llevan zapatos y aún medias espantosamente sucios, pues las calles están cubiertas de barro negro entre el cual se pudren, obras urbanas del ayuntamiento, desperdicios de carne, pescado y toda clase de inmundicias.
Ni en la casa mas elegante hay agua corriente (por la sequía). Por esto los mas modestos raramente se asean y los ricos, gente del gobierno, funcionarios y políticos, cuando se levantan, únicamente pasan un paño humedecido por la cara, el cuello y las manos. Como despiden un tufillo , para que no se note, damas y caballeros se echan enormes cantidades de colonia tan fuerte que puede llegar a marear.
Entre los zapateros, nombraron al presidente, - y se quedaron igual -, zapateros, carpinteros y demás artesanos trabajan en tabucos de veinte metros cuadrados, desde el amanecer hasta cerca de la noche. A pesar que solo da para un pieza, viven allí con su mujer y sus hijos algunos ya peinan canas... Pero así lo quiso la ministra de obras.
Raramente se ven campesinos y los pocos que quedan, portan cestas donde llevan esmirriados frutos de milagrosas cosechas por si consiguen venderlos.
También sus vidas transcurren en extrema pobreza. Por la sequía, un cambio de ministro, una tormenta de piedras. Basta. Para que sufran paro durante meses.
Las tabernas están casi siempre muy concurridas, por zapateros, bonos, moratinos, trujillos, chaves, ediles, concejales, y hasta opositores del gobierno.Altos cargos extranjeros invitados.
Mosqueteros, estudiantes, poetas, cantantes, y periodistas, comen salchichas y tocino salado al mismo tiempo que se ríen a carcajadas, hablan en voz alta de don Gaspar, don José, don Manuel, don Carol y un largo etc... De personajes públicos y otros privados.
Con largos tragos de vino se regalan.
A las puertas de las tabernas, pasan manifestantes, pero en la calle, están pandas juveniles violentas, rivales, están los del botellón, y los que se quieren casar, enfermos sin cama del seguro, parientes lejanos de un primo hermano de un edil, los laicos, católicos, protestantes, musulmanes... Cofrades.
A veces se encuentra un escribano.
-Mire, usted, también es verdad...
¡ Se escapaban los del mundo de la cultura¡.
El escribano sentado sobre un banco de madera y teniendo un tonel por mesa, escribe con pluma de ave las cartas que la gente del pueblo, o los ciudadanos (según se mire). El cliente espera de pie mientras él escribe:
Al presidente, al gobierno, al rey, aun ministerio,al defensor del pueblo, a las asociaciones. Y luego cobra unos pocos céntimos. Hay muchos, emigrantes, ancianos, niños, jóvenes y parados medio analfabetos. A pesar de la cultura del capital y el ministerio de educación con sus titánicos esfuerzos, por eso en las raras ocasiones en que los servicios de inteligencia no se enteran que escriben cartas de protesta han de solicitar de su servicio.
Compañías de comediantes representan obras de teatro en plena calle subidos encima de tablados.
Comienza la función de los políticos casi inmediatamente después de comer.
Hay mucho público viéndoles. La gente está de pie, ya que no se encuentran bancos ni sillas.
Los ricos, y los altos cargos extranjeros invitados asisten a los mítines de la calle en sus carrozas, desde cuyo interior ven cómodamente sentados magistrales interpretaciones sobre: El talante, la democracia, y tolerancia. Compra de voluntades, derechos del ciudadano, andaluces engañados, intereses económicos, las armas y las guerras.
CARNAVAL
Pasaron elegantes carrozas. A través de los cristales, se ven damas de altos peinados, caballeros, y políticos con pelucas de cabello blanco que caen en rizos sobre sus hombros. Muchos peatones, parados, y emigrantes sin papeles se quedan contemplando esas carrozas, pues son de última generación. Ligeras, embellecidas con cristales han sustituido a los antiguos y pesados coches. Solo los tienen los aristocrátas, los ricos, algunos funcionarios y gente del gobierno. Además del cochero, llevan por lo menos un lacayo de pie en la parte de atrás, señoras de la política , damas ricas, y aristocrátas, llevan por lo menos un lacayo de pie en la parte de atrás, y todas ellas rivalizan en que la librea de sus criados sea la mas elegante.
También ruedan cochecillos de dos ruedas, arrastrados por extranjeros indocumentados, a cada conductor ayuda un niño empujando por detrás. En ellos van gente mas modesta no pueden sostener un tronco de caballos ni servidores uniformados y dados de alta en la Seguridad Social.
Vendedores ambulantes; Árabes, orientales, indios, morenos, y parados de larga duración... tan larga que ya no tienen ni la tarjeta del paro. Con mugrientos sombreros de alas anchas y unas cestas colgadas del cuello, pregonan a gritos navajas, tijeras, alfileres, antiparras para los cortos de vista e imágenes de Santos. Lo mismo que los demás transeúntes , llevan zapatos y aún medias espantosamente sucios, pues las calles están cubiertas de barro negro entre el cual se pudren, obras urbanas del ayuntamiento, desperdicios de carne, pescado y toda clase de inmundicias.
Ni en la casa mas elegante hay agua corriente (por la sequía). Por esto los mas modestos raramente se asean y los ricos, gente del gobierno, funcionarios y políticos, cuando se levantan, únicamente pasan un paño humedecido por la cara, el cuello y las manos. Como despiden un tufillo , para que no se note, damas y caballeros se echan enormes cantidades de colonia tan fuerte que puede llegar a marear.
Entre los zapateros, nombraron al presidente, - y se quedaron igual -, zapateros, carpinteros y demás artesanos trabajan en tabucos de veinte metros cuadrados, desde el amanecer hasta cerca de la noche. A pesar que solo da para un pieza, viven allí con su mujer y sus hijos algunos ya peinan canas... Pero así lo quiso la ministra de obras.
Raramente se ven campesinos y los pocos que quedan, portan cestas donde llevan esmirriados frutos de milagrosas cosechas por si consiguen venderlos.
También sus vidas transcurren en extrema pobreza. Por la sequía, un cambio de ministro, una tormenta de piedras. Basta. Para que sufran paro durante meses.
Las tabernas están casi siempre muy concurridas, por zapateros, bonos, moratinos, trujillos, chaves, ediles, concejales, y hasta opositores del gobierno.Altos cargos extranjeros invitados.
Mosqueteros, estudiantes, poetas, cantantes, y periodistas, comen salchichas y tocino salado al mismo tiempo que se ríen a carcajadas, hablan en voz alta de don Gaspar, don José, don Manuel, don Carol y un largo etc... De personajes públicos y otros privados.
Con largos tragos de vino se regalan.
A las puertas de las tabernas, pasan manifestantes, pero en la calle, están pandas juveniles violentas, rivales, están los del botellón, y los que se quieren casar, enfermos sin cama del seguro, parientes lejanos de un primo hermano de un edil, los laicos, católicos, protestantes, musulmanes... Cofrades.
A veces se encuentra un escribano.
-Mire, usted, también es verdad...
¡ Se escapaban los del mundo de la cultura¡.
El escribano sentado sobre un banco de madera y teniendo un tonel por mesa, escribe con pluma de ave las cartas que la gente del pueblo, o los ciudadanos (según se mire). El cliente espera de pie mientras él escribe:
Al presidente, al gobierno, al rey, aun ministerio,al defensor del pueblo, a las asociaciones. Y luego cobra unos pocos céntimos. Hay muchos, emigrantes, ancianos, niños, jóvenes y parados medio analfabetos. A pesar de la cultura del capital y el ministerio de educación con sus titánicos esfuerzos, por eso en las raras ocasiones en que los servicios de inteligencia no se enteran que escriben cartas de protesta han de solicitar de su servicio.
Compañías de comediantes representan obras de teatro en plena calle subidos encima de tablados.
Comienza la función de los políticos casi inmediatamente después de comer.
Hay mucho público viéndoles. La gente está de pie, ya que no se encuentran bancos ni sillas.
Los ricos, y los altos cargos extranjeros invitados asisten a los mítines de la calle en sus carrozas, desde cuyo interior ven cómodamente sentados magistrales interpretaciones sobre: El talante, la democracia, y tolerancia. Compra de voluntades, derechos del ciudadano, andaluces engañados, intereses económicos, las armas y las guerras.
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