tren de larga distancia
TREN DE LARGA DISTANCIA
Dos, pasajeros y sus distintos pensamientos, suben al tren. Han florecido los primeras cerezas. A pesar de todo el esplendor de un sol de finales de marzo, el el aire quedaba un resabio de invierno.
Brillaba el sol como lo hace en las arenas de las playas.
El tren iba medio vació era una hora muerta y en cada estación se subían y apeaban pasajeros sin apresuramiento.
El techo del vagón de un blanco muy intenso que resplandecía hasta en los mas ocultos rincones dando a los rostros de los pasajeros un éter de luminosidad.
La separación siempre es triste. Sin tener en cuenta a las personas, del alma se desprende una luz blanca resplandeciente una tristeza del mero hecho de separarse.
y mientras se está separado. Mano sobre mano esperando a que llegue el momento apropiado. Nada ocurriría.
Les entristecía a veces porque esperar representaba para los dos, la oscuridad en la que sus almas vivían
También a los dos, les recordaba la profundidad recogida y misteriosa de un templo, algo que les traía a la memoria la profundidad recogida y misteriosa de una Catedral, algo les recordaba, como que el fondo de una hornacina brillaba el Cristo. Parecía como una tenue claridad, que se esfuma, procedente de la patina de los siglos.
Cuando ellos, ya enfrentaban al mortal accidente, (aún sin saberlo). Eran capaces de afrontar el drama que la situación ante la muerte exige, la de encontrarse llenos de calma y serenidad.
Dos, pasajeros y sus distintos pensamientos, suben al tren. Han florecido los primeras cerezas. A pesar de todo el esplendor de un sol de finales de marzo, el el aire quedaba un resabio de invierno.
Brillaba el sol como lo hace en las arenas de las playas.
El tren iba medio vació era una hora muerta y en cada estación se subían y apeaban pasajeros sin apresuramiento.
El techo del vagón de un blanco muy intenso que resplandecía hasta en los mas ocultos rincones dando a los rostros de los pasajeros un éter de luminosidad.
La separación siempre es triste. Sin tener en cuenta a las personas, del alma se desprende una luz blanca resplandeciente una tristeza del mero hecho de separarse.
y mientras se está separado. Mano sobre mano esperando a que llegue el momento apropiado. Nada ocurriría.
Les entristecía a veces porque esperar representaba para los dos, la oscuridad en la que sus almas vivían
También a los dos, les recordaba la profundidad recogida y misteriosa de un templo, algo que les traía a la memoria la profundidad recogida y misteriosa de una Catedral, algo les recordaba, como que el fondo de una hornacina brillaba el Cristo. Parecía como una tenue claridad, que se esfuma, procedente de la patina de los siglos.
Cuando ellos, ya enfrentaban al mortal accidente, (aún sin saberlo). Eran capaces de afrontar el drama que la situación ante la muerte exige, la de encontrarse llenos de calma y serenidad.
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Carlos -