PARQUE DE LAS FLORES (Publicado en Diario Jaén)
Detrás de cada parque hay una historia nuestra inevitable decadencia Los lugares abandonados personifican, de un modo crudo y bello al mismo tiempo, el poder e imperio del polvo. Son escenarios de la recolonización de la naturaleza y el más firme presagio de la victoria final de la suciedad y la basura.
Los parques abandonados se reconvierten en "geografías del olvido" en las que sólo es posible reeditar un pedacito de su pasado. Su presente se sale de la historia, la deja fuera. De todas maneras La historia queda confinada, sitiada, por el desparpajo de lo sucio. De los paseantes nocturnos que dejan, botellas vacías de alcohol en ese paseo de la desolación. Y pobres que duermen en los bancos y locos que te piden un cigarro cuando en las mañanas dormitan al sol. Sin niños, que paseen en bicicleta que dejaron de ser sitios de recreación y se transformaron en refugio de la desolación.
El silencio es quien somete, como un tiránico rey, a los lugares abandonados, condenándolos al solo sonido de los vencejos aves intrusivas que los anidan y regentean.
Los colores del otoño y su brillo. Lo opaco señorea por doquier y una pátina de tristeza cubre absolutamente todo, dejando -en larga agonía- espacios otrora llenos de vida, de proyectos y esperanzas. Descoloridos, olvidados, sólo les resta esperar su completa desaparición.
Manchados, sucios, vestidos de polvo y mugre, humedad y umbría, como muestrario descarnados de la decadencia material de las cosas. Un anuncio. Falsa eternidad de aquellas cosas que parecen quedar al margen del tiempo, lo que no queremos ver, lo que nos duele. Rodeados de vida, de voces, de sonidos urbanos, en el corazón de nuestra ciudad cajas de silencio y de decadente tranquilidad. Irónicamente la paz más absoluta se ha apoderado de ellos y el apaciguamiento experimentado en sus ambienten recrean la falsa eternidad de aquellas cosas que parecen quedar al margen del tiempo. Desechos que nos despiertan a una realidad alternativa que, aunque queramos esconderla, nos acompaña siempre.
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