DESAHUCIADOS (publicado en Diario Jaén)
Por Carmen María Camacho Adarve
De tanto caminar por Jaén ha dejado de ser un paisaje para ser un estado de ánimo del corazón; la belleza de su forma, sus fronteras donde termina desolada y vacía, es como el entramado de la conciencia y la memoria que se separan o se vuelven de cristal en la memoria de la ciudad, donde pasan todas las cosas, las olvidadas, las públicas, las ocultas, las que nunca pasaron y existen, en los zaguanes antiguos, en las casas deshabitadas, en los álamos de los parques, hay nombres escritos quedan nombres escritos y en sus luces y sombras que llaman al que pasa a su lado.
Esta mañana cruzando los mismos semáforos, hoy, con frío y una lluvia de tristeza. He leído en el periódico que a Jesús y Neiva, una pareja joven con dos niños gemelos que los desahucian, no pueden pagar la hipoteca... es como esa carta que uno espera todos los días de su vida y nuca llega y cuando llega es demasiado tarde.
Me pregunto que si ignorar lo que está ocurriendo; es una manera de dejarnos a la intemperie. Qué dirían los zapatos de un banquero que ha firmado un desahucio. ... y sus zapatos dicen lo que no él, jamás diría…
Hablo de esa pareja joven con dos niños gemelos y de su amor que atenúa el desahucio. Con el deseo de pertenecer a un lugar duradero y a un tiempo que escapa al desorden del porvenir y vuelve mas tranquilo como vuelven los días y la luz y la fidelidad de los amigos y todos los que los que estamos con ellos.
Porque hay nombres que nos inquietan y nos dejan desolados, hay veces que renegamos de lo que pasa en Jaén. Son las señales que nos avisan que el mundo no termina en la línea de nuestra mirada, y acaso nuestras costumbres no sean sino indicio de una resignación mas oscura que el fracaso. Y la ciudad siembra a veces un deseo y la rabia rebelde contra la propia vida, contra las calles que la resumen y ciegan en pagos aplazados y banqueros que firman desahucios.
A todos, vaya este artículo y un ruego inapelable: No me ignores... Ignorar al prójimo es ignorarlo todo ser ciegos ante lo que está sucediendo y sucediéndonos.
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