EL ORGANISTA
Llego a la plaza Michelangelo arrastrado su viejo organillo, a esa hora del medio día las vistas de Florencia son prodigiosas. Abrió su silla, puso sobre el empedrado el cuenco para las limosnas, se colgó el cartel de cartón al cuello manuscrito por donde se leía: Caridad con este pobre organista… se dispuso a o tocar una tarantela para los paseantes de la plaza
…y de repente se le acercó Giuseppe Verdi; crescendo, crescendo! –le dijo-
En el mismo momento, se quito el cartel de cartón que llevaba colgado al cuello y lo rectifico: ALUMNO DE VERDI.
©Carmen María Camacho Adarve
0 comentarios