Enrique Alonso /Jaén
Ángela Andrea Jiménez Hortelano murió en su piso de una manera cruel. La Policía Nacional mantiene la investigación abierta para determinar las causas que llevaron a Raúl García Rubio —nacido en 1977 y vecino de Jaén— a matar a la joven de cinco puñaladas y con técnicas propias de un psicópata.
La investigación policial abierta trabaja con la hipótesis de que la víctima y su supuesto verdugo no se conocían. Una tenía 21 años. El otro contaba con 33. Además, ambos tenían ambientes sociales muy diferentes que los hubieran hecho totalmente incompatibles. Ángela tampoco tenía pareja, por lo que, desde el primer momento, la Policía descartó el móvil de la violencia machista. Además, lo hizo bajo la premisa de que Raúl García Rubio. —el presunto autor— era conocido por Comisaría. De hecho, dispone de diversos antecedentes policiales por robo y robo con fuerza.
Sin embargo, ayer, a las seis de la madrugada, los dos se encontraron en el número diez de la calle Sagrada Familia. Ángela vivía en el cuarto piso —en la puerta B—. Precisamente, los vecinos dieron la “voz de alarma”. María López era vecina de Ángela. También vive en el cuarto, pero en la puerta C. “Oímos como una discusión y gritos. Alguien avisó a la Policía”, dice. María José es la vecina de abajo: “Sentí como si estuvieran de mudanza. Se escuchaban correr los muebles y, luego, dos gritos”. Francisca Osete Mesa vive en el tercero: “Escuché un grito de mujer y, luego, al tiempo, un golpe en la calle”.
llega la policía. La centralita del 091 tiene registrada la llamada a las seis de la madrugada. Vecinos del número 10 de la calle Sagrada Familia de Jaén, que se halla paralela al Paseo de la Estación y al lado de las obras del Museo Íbero, narran que han escuchado una “fuerte discusión” y “algunos gritos”. La patrulla llega con la idea de que se trata de un episodio de violencia machista. Sin embargo, la pareja de Ángela hacía algunos días que no vivía allí.
Los agentes acceden al edificio y tocan a la puerta. Nadie abre. Sin embargo, saben que hay alguien dentro porque ven cómo se apaga una luz. En cambio, ya no se escucha nada. La Policía Nacional ve que hay sangre en una de las ventanas, por lo que —ante la evidencia de que está ocurriendo un hecho delictivo— deciden entrar por la fuerza. Rompen una parte de la puerta y meten la mano para abrir el pestillo. En ese instante, escuchan un fuerte golpe en la calle.
Uno de los agentes sale al exterior y constata que es un hombre que se ha precipitado al vacío. Entonces, entran al interior y encuentran a Ángela en un dormitorio con cinco puñaladas. Tenía heridas en la pierna y en la espalda. Además, la Policía Nacional certifica que murió de una manera cruel. Raúl García Rubio, prácticamente, murió en el acto. Aunque el domicilio es un cuarto piso, cayó de una altura de un quinto porque se precipitó a otra calle. La Policía tiene claro que no se suicidió. “Se cayó al intentar esconderse de los agentes y huir por las ventanas”, dice Diego Moya, portavoz de la Comisaría de la Policía Nacional de Jaén. Además, el hombre intentaba huir en chanclas y con una bolsa en la mano, lo que le hacía muy complicado descolgarse de reja en reja y por los aires acondicionados. Raúl García Rubio era conocido por la Policía. Llevaba tiempo sin aparecer por la Comisaría, aunque tuvo una temporada en la que se “aficionó” a los robos con violencia, según consta en su ficha policial. Curiosamente, de casa de Ángela no se llevó nada. La bolsa que llevaba en la mano cuando se cayó contenía ropa de Ángela y prendas suyas manchadas de sangre, un cuchillo —que apunta como arma homicida— y otros objetos, que la Policía certifica que fueron robados, aunque no en el piso de su víctima. Asimismo, la investigación señala que Raúl —el presunto autor— intentó limpiar la escena del crimen para borrar cualquier tipo de prueba que lo vinculara con el homicidio. Sin embargo, la Policía se le “echó encima” y tuvo que salir a toda prisa. Por ello, no acabó de dejar el escenario como a él le hubiera gustado. No obstante, quitó sangre y marcas, tanto de la casa como del cuerpo de la joven, pero no las suficientes. De ahí que la Policía Nacional apunta en su investigación que fue el homicida y que no participó ninguna otra persona más. Asimismo, parece que en el piso del número 10 de la calle Sagrada Familia se produjeron muchos más delitos. Los agentes certifican el homicidio, pero también trabajan en allanamiento de morada y, sobre todo, agresión sexual y violación. Precisamente, son dos supuestos que se dictaminarán en la autopsia, aunque, por lo que encontraron en el piso, la Policía Nacional lo veía bastante claro. De ahí que se descarte totalmente un crimen por violencia machista. De hecho, a la expareja de la víctima le queda el pesar por la pérdida trágica de la que fue su novia y, además, se le señaló directamente en algunas informaciones que, ahora, se han constatado como falsas. A las 10:46 horas, la furgoneta de la funeraría se llevó el féretro de la joven de 21 años. Se investiga cuánto tiempo pasó Raúl en el piso de Ángela y cómo entró, ya que la puerta no estaba forzada. Tampoco ella lo conocía como para abrírsela. Se da casi por segura la violación y prácticas propias de un psicópata. Un crimen cruel que puso la “piel de gallina” a agentes con décadas de servicio.
Raúl García quería “chica para rollo”
Raúl García Rubio también tenía perfil en Tuenti —del que procede esta imagen—. Allí decía que era soltero y señalaba que buscaba una “chica para rollo”. En sus imágenes mostraba fotografías de tatuajes muy elaborados e, incluso, recibía comentarios que le hablaban de ellos. Además, contaba con alguna imagen con alto contenido erótico. Recomendaba diversos pubs jiennenses y dedicaba palabras muy cariñosas a una hija, de la que decía que nunca más vería, según dice en Tuenti.
La Policía investiga si el homicida entró al piso de la víctima con llave
La Policía Nacional tiene bastante claro que Raúl García Rubio fue el supuesto autor de la muerte de Ángela Andrea Jiménez Hortelano. Sin embargo, la investigación tiene aún “piezas” que han de encajar. Las principales dudas son cómo consiguió entrar en el domicilio de la víctima y a qué hora lo hizo.
Tampoco está claro por qué fue a por ella y cómo tenía tan claro que en el piso del número 10 de la calle Sagrada Familia solo estaba Ángela, ya que los propios vecinos explicaban que vivía con su novio y, de hecho, siempre pensaron que los golpes y los gritos que escucharon eran fruto de un episodio de violencia machista, en vez de un homicidio. Además, Raúl García Rubio era conocido por la Comisaría por delitos de robo y robo con fuerza, pero llevaba tiempo que no visitaba las dependencias policiales en calidad de detenido.
La primera incertidumbre es por qué la puerta no estaba forzada. Existe la hipótesis de que Raúl García Rubio y Ángela se conocieran en algún local nocturno y que esta le “diera calabazas”, lo que pudo generar fijación por la chica. De hecho, los agentes tienen claro que Raúl —con antecedentes por ladrón— no fue a su casa a robar porque no se llevó nada cuando huía de la Policía Nacional a través de la ventana. Sin embargo, ayer por la tarde, el equipo de investigación se puso en contacto con trabajadores y encargados de un supermercado, que era el lugar en el que trabajaba la víctima. Lo hicieron porque barajan la hipótesis de que Raúl García Rubio robara en las taquillas de la tienda y se llevara objetos de valor y, además, las llaves del piso de Ángela y documentación personal. De hecho, la Policía confirma que en la bolsa que llevaba el supuesto homicida cuando se cayó había objetos que había sustraído en otro lugar —puede que en las taquillas del supermercado—. No obstante, queda una duda. Pese a que se hubiera llevado llaves y documentación: cómo sabía dónde vivía. A priori, lo pondría en los carnés que se llevó, pero Ángela llevaba viviendo menos de dos meses en ese piso, por lo que parece extraño que hubiera incluido ya su nuevo hogar. De ahí que, incluso, la pudo seguir —antes o después de robar las llaves—.
Sin embargo, caben otras posibilidades. También pudo acceder mediante engaños o, simplemente, sorprendiendo a la víctima en las escaleras o en la propia calle, aunque esto parece más complicado porque se trata de un bloque de vecinos “muy público” o, dicho de otro modo, que los pasillos se ven desde cualquier ventana y, cualquier grito, se habría escuchado demasiado. Asimismo, es posible que le abriera la puerta o pasara con ella, pero parece lo menos probable. La Policía, en su declaración oficial, mantiene que la primera hipótesis apunta a que no se conocían de nada y Raúl llegó a unas horas en las que no se suele abrir la puerta. De ahí que la pista más fiable es que accediera con unas llaves robadas.
En paralelo.- No se arrojó al vacío
El presunto homicida trató de esconderse
La Policía Nacional tiene claro que Raúl G. R. no saltó al vacío después de, supuestamente, matar a Ángela. Cuando escuchó a los agentes, apagó las luces. Luego, cuando los policías se percataron de que había sangre en el domicilio —lo vieron por la ventana— y empezaron a echar la puerta abajo, salió a la ventana. Se puso en el borde y se cogió a la reja. Allí se descolgó en chanclas y con una bolsa en la mano. La Policía Nacional asegura que trataba de huir. Intentó pasar de una ventana a la del piso de más abajo cogido a las rejas y a un aparato de aire acondicionado, pero se le fueron las manos. Si hubiera intentado suicidarse, habría saltado. En cambio, cayó rozando con la fachada.
Ángela Jiménez elogia la amistad en su último mensaje de Tuenti
Ángela Andrea Jiménez Hortelano elogió el valor de la amistad en el último mensaje que dejó en la red social Tuenti. Decía que sus amigas se lo daban todo. Ayer, su perfil estaba abierto —parece que lo tenía así siempre— para que fuera visitado por quien quisiera y pudieran ver sus fotografías.
Solo con ojear lo que escribía y sus imágenes en Tuenti, Ángela Andrea Jiménez Hortelano dejaba claro la importancia que tenían para ella sus amigas. Tiene decenas de fotografías junto a ellas y mensajes dedicados. En su perfil cuenta que es una chica que nació el 30 de noviembre de 1989 —tenía 21 años— y que vivía en Jaén. Curiosamente, dice que su estado sentimental es “prometida”, aunque la Policía Nacional asegura que no mantenía relación alguna, por lo que todo apunta a que no lo hubiera cambiado aún o que lo tuviera así para evitar “moscones” con intención de ligar, que se dan en estas redes sociales.
Sus dos últimos mensajes se los dedica a sus amigas. Además, si se mira los grupos a los que pertenecía, incluso, causa escalofríos. Se declara seguidora de “Yo también siento admiración por Marta del Castillo”, “Pertenezco a la generación que vio a la Selección Española ganar la Eurocopa y el Mundial” y “Soy de Jaén, ni pollas” entre otros. Además, manifiesta que le gustaba “Pablo Alborán” —un cantautor que está muy de moda después de su último trabajo—.
llena de vida. Ángela Andrea Jiménez Hortelano pertenece a una familia conocida y, a la vez, querida en Jaén. Estaba llena de vida y se veía como una auténtica luchadora. De hecho, siempre peleaba para ser la mejor en su trabajo y sobrevivía a la crisis en el sector del comercio —en el que se ganaba la vida— debido a su capacidad y cualificación.
Tuvo la desgracia de encontrarse con Raúl García Rubio, nacido en 1977 y también de Jaén. La Policía trabaja con la hipótesis de que no se conocían de nada o, si lo hacían, en ningún caso la relación llegaba ni siquiera a la amistad, a la que Ángela tenía tanto aprecio. Su último mensaje en la red social Tuenti lo dejó hace más de una semana.
Dos mensajes
El último mensaje
“Sin vosotras, no soy nada. Me lo dais todo”
Hace más de una semana, Ángela Andrea Jiménez Hortelano escribió en Tuenti —abierto a cualquier usuario sin la necesidad de que fuera su amigo—: “Aunque la gente no se lo crea, yo tomo mis propias decisiones. Sin vosotras, no soy nada. Me lo dais todo”.
Mensaje del 5 de julio
“Para mí, sois lo más importante”
El penúltimo mensaje de Ángela Andrea Jiménez Hortelano lo dejó el 5 de julio a las 15:07 horas. “Porque os llamo para lo bueno y para lo malo nunca os llamo. Porque siempre estáis ahí. Sabéis cuándo estoy mal solo con mirarme y por qué estoy mal. Con un abrazo de Inma o una locura de Virgina, se me olvida todo. O recordando cosas con Lidia. Me habéis enseñado muchas cosas. Espero que sigamos así mucho tiempo. Os quiero”.
Familiares de la víctima necesitaron atención médica
Familiares y amigos se toparon, ayer a mediodía, con la triste noticia de que Ángela Andrea Jiménez Hortelano había sido víctima de un “brutal” crimen. La Policía Nacional también lo definió como muy “cruel”. A las 11:50 horas, una mujer y una chica joven —parecía su hermana— acudieron a la Comisaría de la Policía Nacional. “Nos han llamado para que viniéramos”, dijo la de menor edad. Mientras, la otra decía a los agentes: “Por favor, que a mi hija no le haya pasado nada”. Un inspector le pidió que subieran a la primera planta. Más tarde, llegó su padre.
Mientras, el centro de salud Virgen de la Capilla enviaba una ambulancia con un médico y un enfermero a la calle Sagrada Familia. Allí se encontraban tres amigas de la joven. Una sufrió una crisis nerviosa al conocer lo sucedido, por lo que necesitó atención de los facultativos. Luego, las acompañaron hasta las dependencias de la Comisaría de la Policía Nacional, en las que se reunieron con el resto de los familiares. Eran las 12:15 horas. Los médicos pasaron también y se quedaron tiempo trabajando. Las vecinas del número 10 de la calle Sagrada Familia no conocían demasiado a la víctima. “Llevaban unos dos meses viviendo aquí”, decían. De hecho, todas sus narraciones situaban a Ángela con el que fue su pareja. Incluso, estaban convencidas de que el presunto autor podría haber sido él, aunque algunas ya dudaban porque los agentes de la Policía les insistían mucho en la descripción física y no coincidía con la que ellas daban del joven con el que siempre habían visto a Ángela con la de la persona que estaba tirada en la calle después de precipitarse al vacío cuando intentaba huir.
Al parecer, Ángela ya no mantenía relación alguna y su expareja hacía unos días que no vivía con ella en el piso, según explican fuentes de la Comisaría de la Policía Nacional. Vivían en régimen de alquiler desde hacía poco más de dos meses en un inmueble muy céntrico. Precisamente, los vecinos son personas de bastante edad y, en algunos casos, de la misma familia.
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