HISTORIA POR HARMONIE BOTELLA
¿Historia?
No soy historiador, poco entiendo de política y aún menos de filosofía. Sin embargo una pregunta va dando vaivenes en mi cerebro de ciudadana de a pie. ¿Puede uno, por un motivo u otro esconder la realidad, la historia de un pueblo?
En una época en que la cultura se hace añicos y algunos se esfuerzan por rescatar su identidad cultural, otros se deshacen de cualquier indicio de dicha caracterización.
La historia es una asignatura que se imparte en los colegios, institutos y universidades como la geografía, el medio ambiente, las matemáticas... Se reconstruye el pasado real gracias a los datos ofrecidos por los historiadores, los testigos de los acontecimientos y los periodistas estudiosos de los sucesos. No se puede afirmar en un país que Hitler fue el salvador de los Aries sino el asesino de miles de inocentes. Tampoco se dogmatiza hoy día, y hace años ya, en que Pétain fue el bienhechor de la Francia Libre, sino el colaborador de los alemanes. Cuando se ven las manifestaciones de las madres de Plaza de Mayo, pocos son los que quieren venerar la figura de Pinochet. En estos países, los ciudadanos saben en que lugar tienen que ubicar a las víctimas y reconocen el padecimiento de dichos mártires y sus familias.
Descubrir las raíces del presente, desvelar todas las facetas de nuestro pasado, de la realidad, de la historia, es replantear la historia, replantear la verdad y el respeto a todos los hombres y mujeres que tejieron nuestro pasado, sin denuedo alguno de desquite. Eludir este pasado, estos sucesos históricos es mutilar la historia, despreciar y desprestigiar a hombres y mujeres enclavados en unos acaecimientos que no se confiesan a la población.
La humanidad tiene derecho a una información clara y justa en todos los dominios. Tiene facultad para mantener o alzar los monumentos que son representativos de una lucha por la libertad. Y sólo se me ocurre como triste ejemplo los campos de exterminación nazi, dónde miles de víctimas y sus familiares rezan en pro de sus padres, amigos o en pro de la libertad.
Las naciones saben y son conscientes que las llagas pueden cerrarse relatando la realidad, y sino vean la amistad germano-francesa a pesar de la segunda guerra mundial.
Algunos siquiatras dicen que si no se destapa la olla, puede explotar. Por eso tantos pacientes acuden a sicólogos, analistas... para desarropar su yo oculto y no volver a escudriñar en las heridas de su padecimiento antiguo. Relatar el pasado, la historia, es destapar la olla para que no explote, es liberarse. Evitar que un país sea el rehén de su historia es propulsarlo hacia la liberación de las cadenas que le ataban.
El conocimiento, la sabiduría obvian tropezar de nuevo con la misma piedra y favorecen la comprensión de los conflictos actuales. La memoria del pasado permite al individuo construir un futuro, nacido del presente, el cual está enraizado en el ayer.
Gracias a las conmemoraciones del pasado, se mitiga el hecho histórico, se restituye a las sombras su luz propia.
Reconozcamos la historia para vivir mejor nuestro presente.
Harmonie Botella
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