Santa Lucia y el cartero del cielo
En Verona, donde transcurrió mi infancia, la noche mágica del año, para los niños que aceptan los sueños momentáneos, es la de Santa Lucia por que trae los regalos de navidad.
Durante meses había recibido cartas que caían del firmamento, mi hermano mayor era el cartero del cielo, en ellas un ángel me advertía los días que restaban para la gran noche, para mi era una noche ansiada y temida, a saber, era conocido por todos los habitantes de Verona, que santa Lucia era una anciana de mal genio y si te veía con los ojos abiertos, esparcía arena en ellos, dejándote ciego.
Cuando llego el gran día, lo sobrelleve como pude, nervioso, asustado, alegre y triste. ¿Y, si no dormía esa noche? ¿Se abrirían mis ojos? ¿Por mucho que los apretase con fuerza?
Entonces fue cuando idee mi plan; antes de irme a la cama fui en busca de mi madre –y le dije-
-¡madre quiero una caja de cartón!
-¿Para que? –Repuso-
-para que Santa Lucia no me deje ciego –respondí -
Ella busco una caja vacía de galletas y me la dio –esta vez- no pensaba correr ningún riesgo, la Santa no me dejaría ciego y además tendría todos mis regalos.
Entonces el invierno se convirtió en benigno y la nieve perdió cuerpo. Los milagros crecieron en los nudos de los pinos, la navidad se me volvió artificio, solo esta al final de los calendarios, con la nostalgia y la intranquilidad del paso del tiempo.
Al llegar la noche me metí en la cama cubriéndome la cabeza con la caja de cartón y aquella noche de Santa Lucia, aprendí a esquivar con guiños al destino, hasta hoy, duermo placidamente.
©Carmen María Camacho Adarve
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