Por Fernando Ortega

 

 

Querid@s amig@s:

A veces, cuando, tras muchos meses de trabajo, algo de lo proyectado se acaba, tienes la sensación de "ya está; se acabó". Todo pasa. En este caso, creo, nada pasa; nada se quedará ya como estaba, ni nada será como es ahora. El futuro en el ámbito de la literatura digital y todas sus manifestaciones e interpretaciones, es impredecible.

Pero al margen de saber qué pasará o qué tal vez no ocurra jamás, sí que es de bien nacido ser agradecido. Sé que sólo unas "gracias" es más que menos... casi nada.

El trabajo de Interliteral ha sido excitante. Pero todo ello no hubiera sido posible sin la participación de personas que se han dejado horas, horas y muchas horas más por un sueño: hacer que Jaén sea algo más en el Mundo real y en el "volátil inernáutico".

En toda Organización siempre hay una cabeza visible: para lo bueno y lo malo, para la enfermedad y la salud, para el éxito y el fracaso... pero bien sabéis tod@s aquell@s que habéis pasado por Jaén estos días, que este trabajo no ha sido ni fruto de uno, ni flor de un día.

Mención especial merecen mis palabras de agradecimiento para Celeste Ortega y David Ulhmann, dos pilares básicos sin los que Íttakus, jamás funcionaría: la máquina y la imaginería; la ingeniería alemana y la lozanía andaluza; inteligencia y creatividad. Ellos son la parte más importante del éxito de Interliteral.

También he de ser justo y enviar mi más sincero agradecimiento a Alicia Álvarez que ha recogido en todo momento qué ocurría en Jaén, María Malpica, excelente gestora de inscritos, Keka Sánchez dando cobertura al trato con los ponentes y la voz, sólo su voz, de Lola Romero, experta en estas lides ya que cada día se dirige a más de 38.000 oyentes a través de los 40 Principales de la Cadena SER en Jaén.

David me dijo ayer con acierto "el siglo XXI y las empresas de las nuevas tecnologías han traido jerarquías planas. Más vale tener un equipo que sabe trabajar junto, que un único director, manager o jefe genial".

También este Siglo y la Red están cambiando las estructuras empresariales. Aquí, sin grupo, sin compartir, sin ceder ámbitos de gestión y protagonismo, nada sería posible.

Por eso, decir sólo gracias es como dejar una monedilla de cartón en las manos de un mendigo.

Un fuerte abrazo

Fernando R. Ortega
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