El grajo viejo
Antiguamente habitaban por estos parajes grajos, aves de color negro y muy inteligentes. Por aquella época había un grajo bastante viejo ya, estaba medio desplumado y apenas podía volar. Buscar la comida para su sustento le era casi imposible. Para no morir pensó introducirse en un nido de su especie y expulsar al polluelo que había allí. Y así lo hizo, vio un nido, echó al polluelo que había y se introdujo él.
La pareja de grajos que no se habían percatado del cambio eran un ir y venir alimentando al viejo grajo. Pero llegó el tiempo en que la comida en el campo se estaba agotando. La pareja de grajos estaba muy preocupada por que no sabían que hacer para seguir alimentando a su hijo.
El viejo grajo que conocía todos los rincones de la comarca les dijo:
- Id al olivar de Cuaco (que eran los olivos más corpulentos, casi imposibles de avarear) que allí queda todavía aceituna.
La pareja de grajos muy sorprendidos por estas palabras, ya se dieron cuenta de que no era su hijo:
- ¡ah granuja, pillastre, que tú no eres ningún polluelo, eres un viejo tunante, fuera de aquí!
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