Miguel de Notradamus
MI
JUVENTUD
Nací, un 14 de diciembre del año 1503. No conocí a mi bisabuelo, pero creo que su espíritu vive en mí.
El bisabuelo pertenecía a la tribu de Isacar, la que dio los más grandes profetas. Su nombre era Abrahán Salomón. Al convertirse al cristianismo se bautizo tomando el nombre de Pierre de Nostradame. Apellido de converso, que es el mío, aunque yo lo latinicé como Nostradamus, que me parece más prestigioso para un hombre dedicado a la ciencia.
Pierre, mi bisabuelo, poseía la ciencia, la sabiduría, del mundo, y la curiosidad por la esencia de las cosas.
Mi padre, Jaime de Nostradame, ejerció la carrera de notario muchas veces me adoctrino en vanos intentos de seguir su misma profesión. Pero mi idea de la vida era otra, me gustaba estar siempre aprendiendo, mirando las estrellas, las cosas de la naturaleza, si sabes leer sus mensajes, todo te lo muestra en su estado natural, vamos que yo era un adarríos.
Sin dudarlo tome el camino iniciado por mi bisabuelo.
Inicie mis primeros estudios en, Aviñón, y los continué en la universidad de Montpellier en su muy afamada facultad de medicina.
Me gustaba hacerles a mis compañeros, de clase, trucos nemotécnicos, eran parte del legado judío del bisabuelo, que enseñó a mi padre, y este a mí. Yo un mozo joven y vanidoso, que gustaba mucho de ser admirado. En Montpellier, con estos trucos dejaba asombrados a compañeros y maestros. Jamás les dije el artificio, de mis adivinanzas, ni de mi memoria, y demás juegos de salón. Siempre les hice creer que poseía facultades y secretos sentidos heredados de mis ancestros, de la tribu de Isacar, de la Biblia, y de antiguos libros, transmitidos de generación en generación hasta llegar a mí poder. Se que ahora mientras me leéis adivino que deseáis saber, si esos libros existieron, ¿pero que importancia puede tener? La duda deja mas huella y es mas profunda en el corazón humano.
Puede se, que existieran los libros, y que los escondiera cuando la Inquisición se dedicó a vigilar mis movimientos. Hasta que la reina Catalina de Médicis me dispenso protección. Ya nada tuve que temer.
3 comentarios
cristina -
bluki -
el problema es que todo el mundo puso fe ciega en sus profecias, hasta hoy
el mismo estaba asombrado, ya que no queria ser recordado por ellas.
un beso
Goreño -