Coto de Caza
Coto de Caza
Sueñan los subsaharianos negros, con salir de pobres, que alguna mañana mágica, llueva la buena suerte. Que llueva a cantaros la buena suerte.Para poder cruzar las alambradas, vigiladas por soldados en las dos partes de la frontera, la de el hambre y "la del sueño Europeo". Con sus rifles que disparan balas, alambradas con cuchillas que hieren y medio matan.
Si, dejan el miedo por la comida, por la sed... "las avalanchas" los llaman los que manda en el mundo y tiene toda la comida, las medicinas, y todas las armas.
-Disparos y cuchillas, a veces de las alambradas, cuelgan trozos de, camisetas, pantalones, zapatillas y piel, si..." piel de negro".
Alcanzar el "el sueño europeo".
-Sueñan los nadie con la buena suerte.
Mañana por la noche volveremos para saltar las alambradas anoche no pudo ser.
Y reparan sus escaleras de palos atadas con sogas cada vez mas altas.
¡Al cielo con ellas¡.
-Pero la buena suerte no llegó, anoche, ni antes de anoche, veces nunca llega. Ni en lloviznita cálida y finita. La suerte no cae del cielo como para salir de pobres: del hambre, de la sed, de las plagas, de la muerte.
Por mucho que los que no son nadie la llamen.
Y, aunque les pique la nariz y se levante con el pie derecho, o empiecen el año nuevo, cambiado de casa de adobe y de escoba.
-Los pobres negros; los ningunos, corriendo de la liebre de los soldados, las cuchillas, retando a la muerte, muriendo a la vida, jodidos:
Aunque sean, no son.
Hablan dialectos, que no son idiomas.
Que profesan supersticiones,
que no son religiones.
Que hacen artesanía,
que no es arte.
Que danza, alrededor de hogueras,
llamando a la buena suerte,
llamando a la lluvia,
con las caras tiznadas,
que eso es folclore,
que eso no es cultura.
Que son recursos humanos,
que no son seres humanos.
Que no tienen nombre,
que se llaman... ¡negro¡,
no tiene cara,
que solo tienen,
brazos y piernas.
Que no tienen papeles,
en ninguna parte,
que son sólo un número.
Que no salen en los libros de historia,
ni en la historia universal,
que salen en las crónicas rojas,
en las crónicas negras,
de los medios de comunicación.
Que son negros y nadie que valen menos que las cuchillas de las alambradas. Que valen menos que la bala que los mata.
Sueñan los subsaharianos negros, con salir de pobres, que alguna mañana mágica, llueva la buena suerte. Que llueva a cantaros la buena suerte.Para poder cruzar las alambradas, vigiladas por soldados en las dos partes de la frontera, la de el hambre y "la del sueño Europeo". Con sus rifles que disparan balas, alambradas con cuchillas que hieren y medio matan.
Si, dejan el miedo por la comida, por la sed... "las avalanchas" los llaman los que manda en el mundo y tiene toda la comida, las medicinas, y todas las armas.
-Disparos y cuchillas, a veces de las alambradas, cuelgan trozos de, camisetas, pantalones, zapatillas y piel, si..." piel de negro".
Alcanzar el "el sueño europeo".
-Sueñan los nadie con la buena suerte.
Mañana por la noche volveremos para saltar las alambradas anoche no pudo ser.
Y reparan sus escaleras de palos atadas con sogas cada vez mas altas.
¡Al cielo con ellas¡.
-Pero la buena suerte no llegó, anoche, ni antes de anoche, veces nunca llega. Ni en lloviznita cálida y finita. La suerte no cae del cielo como para salir de pobres: del hambre, de la sed, de las plagas, de la muerte.
Por mucho que los que no son nadie la llamen.
Y, aunque les pique la nariz y se levante con el pie derecho, o empiecen el año nuevo, cambiado de casa de adobe y de escoba.
-Los pobres negros; los ningunos, corriendo de la liebre de los soldados, las cuchillas, retando a la muerte, muriendo a la vida, jodidos:
Aunque sean, no son.
Hablan dialectos, que no son idiomas.
Que profesan supersticiones,
que no son religiones.
Que hacen artesanía,
que no es arte.
Que danza, alrededor de hogueras,
llamando a la buena suerte,
llamando a la lluvia,
con las caras tiznadas,
que eso es folclore,
que eso no es cultura.
Que son recursos humanos,
que no son seres humanos.
Que no tienen nombre,
que se llaman... ¡negro¡,
no tiene cara,
que solo tienen,
brazos y piernas.
Que no tienen papeles,
en ninguna parte,
que son sólo un número.
Que no salen en los libros de historia,
ni en la historia universal,
que salen en las crónicas rojas,
en las crónicas negras,
de los medios de comunicación.
Que son negros y nadie que valen menos que las cuchillas de las alambradas. Que valen menos que la bala que los mata.
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