Carta de Joge Luis Borges
UNA CARTA DE JORGE LUIS BORGES
Carta a Ricardo Güiraldes y a Brandán en una muerte (ya resucitada) de PROA.
Brandan, Ricardo: Voy a orejear un aniversario teológico. Lejos, aún más lejos, quince cuadras después de lejos, por escampados y terceros y pasos a nivel, nos arrearán hasta el campito al que miren grandes gasómetros (que harán oficio de tambores) y almacenes rosados, cuya pinta será la de los Ángeles que se desmoronarán desde el cielo, acudiendo a pie y a caballo de sus diversas comisarías, Eso será el Juicio Final. Todo bicho viviente será purificado y ensalzado y se verá que no hay ningún Infierno, pero sí muchos cielos. En uno de ellos (uno que daba a Buenos Aires y que mi novia tuvo en los ojos) nos encontraremos reunidos y empezará una suelta tertulia, una inmortal conversación sin brindis ni apuros, donde se tutearán los corazones y en el que cada cual se oirá vivir en millares de otras conciencias, todas de buena voluntad y alegrísimas. Poco nos dice la patrística sobre esa aparcería del fin del mundo, pero yo pienso que el adelantarnos a ella, que al madrugarlo a Dios, es nuestro jubiloso deber. No sé de intentona mejor que la realizada por Proa.
¡Qué lindas tenidas la nuestras! Güiraldes: Por el boquete de su austera guitarra, por ese negro redondillo o ventana que da de juro a San Antonio de Areco, habla muy bien de la lejanía. Brandán parece patrón, pero es que siempre está parado en la otra punta de un verso, de un largo verso suyo que antes de arrebatarnos a todos, se lo ha llevado a él. Macedonio, detrás de un cigarrillo y en tren afable de semidiós acriollado, sabe inventar entre dos amargos un mundo y desinflarlo enseguidita; Rojas Paz y Bernárdez y Marechal casi le prenden fuego a la mesa a fuerza de metáforas; Ipuche habla en voz honda y es una mezcla de mano santa y de chasque y trae secretos urgentísimos de los ceibales del Uruguay. Ramón, el Recienquedado y Siemprevenido tiene también su puesto y hay una barra de admirables chilenos que han atorrado con fervor por unos campos medanosos y últimos y húmedos que a veces raya un viento negro, el negro viento que adjetivó Quinto Horacio, hecho tintorero del aire. Somos diez, veinte, treinta creencias en la posibilidad del arte y de la amistad. ¡Qué lindas tenidas las nuestras!
Y sin embargo... Hay un sentimiento derecho en el mundo: nuestro derecho a fracasar y andar solos y de poder sufrir. No sin misterio me ha salido lo de santísimo, pues hasta Dios nos envidió la flaqueza y, haciéndose hombre, se añadió al sufrimiento y rebrilló como un cartel en la cruz. Yo también quiero descenderme. Quiero decirles que me descarto de Proa, que mi corona de papel la dejo en la percha. Más de cien calles orilleras me aguardan, con su luna y la soledá y alguna caña dulce. Sé que a Ricardo lo está llamando a gritos este pampero y a Brandán las sierras de Córdoba. Abur Frente Único, chau Soler, adiós todos. Y usté, Adelina, con esa gracia tutelar que es bien suya, deme el chambergo y el bastón, que me voy.
Jorge Luis Borges
Julio del novecientos veinticinco.
Carta a Ricardo Güiraldes y a Brandán en una muerte (ya resucitada) de PROA.
Brandan, Ricardo: Voy a orejear un aniversario teológico. Lejos, aún más lejos, quince cuadras después de lejos, por escampados y terceros y pasos a nivel, nos arrearán hasta el campito al que miren grandes gasómetros (que harán oficio de tambores) y almacenes rosados, cuya pinta será la de los Ángeles que se desmoronarán desde el cielo, acudiendo a pie y a caballo de sus diversas comisarías, Eso será el Juicio Final. Todo bicho viviente será purificado y ensalzado y se verá que no hay ningún Infierno, pero sí muchos cielos. En uno de ellos (uno que daba a Buenos Aires y que mi novia tuvo en los ojos) nos encontraremos reunidos y empezará una suelta tertulia, una inmortal conversación sin brindis ni apuros, donde se tutearán los corazones y en el que cada cual se oirá vivir en millares de otras conciencias, todas de buena voluntad y alegrísimas. Poco nos dice la patrística sobre esa aparcería del fin del mundo, pero yo pienso que el adelantarnos a ella, que al madrugarlo a Dios, es nuestro jubiloso deber. No sé de intentona mejor que la realizada por Proa.
¡Qué lindas tenidas la nuestras! Güiraldes: Por el boquete de su austera guitarra, por ese negro redondillo o ventana que da de juro a San Antonio de Areco, habla muy bien de la lejanía. Brandán parece patrón, pero es que siempre está parado en la otra punta de un verso, de un largo verso suyo que antes de arrebatarnos a todos, se lo ha llevado a él. Macedonio, detrás de un cigarrillo y en tren afable de semidiós acriollado, sabe inventar entre dos amargos un mundo y desinflarlo enseguidita; Rojas Paz y Bernárdez y Marechal casi le prenden fuego a la mesa a fuerza de metáforas; Ipuche habla en voz honda y es una mezcla de mano santa y de chasque y trae secretos urgentísimos de los ceibales del Uruguay. Ramón, el Recienquedado y Siemprevenido tiene también su puesto y hay una barra de admirables chilenos que han atorrado con fervor por unos campos medanosos y últimos y húmedos que a veces raya un viento negro, el negro viento que adjetivó Quinto Horacio, hecho tintorero del aire. Somos diez, veinte, treinta creencias en la posibilidad del arte y de la amistad. ¡Qué lindas tenidas las nuestras!
Y sin embargo... Hay un sentimiento derecho en el mundo: nuestro derecho a fracasar y andar solos y de poder sufrir. No sin misterio me ha salido lo de santísimo, pues hasta Dios nos envidió la flaqueza y, haciéndose hombre, se añadió al sufrimiento y rebrilló como un cartel en la cruz. Yo también quiero descenderme. Quiero decirles que me descarto de Proa, que mi corona de papel la dejo en la percha. Más de cien calles orilleras me aguardan, con su luna y la soledá y alguna caña dulce. Sé que a Ricardo lo está llamando a gritos este pampero y a Brandán las sierras de Córdoba. Abur Frente Único, chau Soler, adiós todos. Y usté, Adelina, con esa gracia tutelar que es bien suya, deme el chambergo y el bastón, que me voy.
Jorge Luis Borges
Julio del novecientos veinticinco.
1 comentario
Sara -
Si alguién puede aportar algunos datos, le estaría agradecido.