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HOY EN DIARIO JAÉN (La desaparición de las librerías)

HOY EN DIARIO JAÉN (La desaparición de las librerías)

ARMAR EL BELÉN

ARMAR EL BELÉN

El loco literario la metáfora Antonin Artaud

 

 

Antonin Artaud sufrió episodios nerviosos desde los cinco años, periodos de tartamudeo y contracción física de los músculos faciales que sucedían a etapas de relativa calma. Tras permanecer ingresado en diversas clínicas e instituciones de reposo, en 1920 su familia lo envió a casa del doctor Toulouse, que lo hizo su secretario y colaborador, y con quien convivió hasta 1930 bajo estricta vigilancia médica. Al salir, sufrió una crisis psicótica y creó un extraño sistema teológico alrededor de un junco que le protegía, y al que otorgaba facultades mágicas. En 1937 entró en un manicomio, donde recibió tratamiento de electrochoque, y en el que permaneció durante casi diez años, prácticamente hasta su muerte.

 

Carmen María Camacho Adarve.

LAS 17 Navas de Tolosa Por Perez Reverte

LAS 17 Navas de Tolosa Por Perez Reverte

Las 17 Navas de Tolosa

XLSemanal - 27/9/2010

No se cansa uno de aprender. Crees como un idiota que conoces todos los palos del registro, y los lectores demuestran que van siempre por delante de ti. Por eso teclear esta página me resulta tan instructivo. Por los rebotes. Tal es la razón de que hace unas semanas les contara que, aunque me es imposible responder a las cartas que llegan, leo hasta la última de ellas con el máximo interés. Aprendiendo de nosotros mismos. 

Algunos de ustedes recordarán que hace poco hablé de las Navas de Tolosa: la carga de los reyes de Castilla, Aragón y Navarra contra las tropas almohades de Al Nasir. Batalla decisiva, dije, que apenas figura ya -o no figura en absoluto-, en los libros escolares. Quien me lee sabe que el arriba firmante tiene días gamberros, pero las cosas se las curra. Para eso está la biblioteca. A Las Navas nunca me habría atrevido a ir sin refrescar los clásicos: Ambrosio Hici, el texto fundamental de García Fitz, los dos volúmenes de Lago y González, la espléndida reconstrucción de mi compadre Juan Eslava y media docena de cosas más. Quiero decir que no improviso esas cosas, vamos. No las saco de Wikipedia. 

Pero oigan. El retorno postal del artículo ha sido interesantísimo, porque el conjunto de cartas es asombroso. Aquel 16 de julio de 1212, fecha en cuya importancia coinciden todos los historiadores del mundo, hasta los guiris, me enfrenta a una triste radiografía de lo que somos y de lo que nos negamos a ser. Las cartas que agradecen la referencia histórica, las que sugieren libros o aportan opiniones y datos, han sido numerosas. Aunque lo fascinante, esta vez, es el modo en que lectores de buena fe, en cartas inteligentes, respetuosas y documentadas, reaccionan ante los detalles de la historia que yo contaba. Todos, sin excepciones, en función de su localización geográfica: la comunidad autónoma, la ciudad, casi el pueblo de cada cual. 

El conjunto es desolador: diecisiete versiones distintas. Sabemos que ciertos detalles de aquel suceso aún son debatidos por los historiadores, y que la unidad lograda ese día iba cogida con alfileres; pero el hecho indiscutible, y ejemplar, es que tres reyes españoles batieron juntos en Las Navas al ejército almohade. Es lo que, sencillamente, yo destacaba en el limitado espacio de folio y medio. Sin embargo, dos lectores leoneses de buena solvencia, picados por que el artículo mencionase la ausencia histórica de tropas leonesas en la batalla -pues, efectivamente, el rey de León no estuvo allí-, me escriben para dejar claro que Las Navas no fue tan decisiva como se dice, que el rey Alfonso VIII de Castilla era -uno lo sentencia expresamente- «un verdadero miserable»;y que si los leoneses aprovecharon el trajín para tomar algunas plazas ocupadas por Castilla, sus motivos tenían. Cosa que, por cierto, no negaba el artículo. Otro profesor, navarro y con prestigio universitario, lamenta que no se destacara en el texto «al verdadero protagonista de la batalla», el rey Sancho VII de Navarra; monarca al que, desde una opuesta óptica castellana, otro lector, burgalés, califica como «rey turbio y poco de fiar». Por supuesto, el papel en Las Navas de Pedro II de Aragón -«el monarca catalán Pere II», matizan desde Tarragona con toda la seriedad del mundo- varía de unas cartas a otras: de «rey caballero» a «oportunista aventurero».Tampoco falta quien rebaja la importancia del enemigo, Al Nasir, que no suponía, sostiene, amenaza para el mundo cristiano, por lo que «habría dado lo mismo que lo derrotaran o no». En lo de quitar méritos tampoco zaguea un lector aragonés, que pone al rey castellano de vuelta y media, afirmando que la fama de la batalla se debe a un proceso de manipulación y propaganda organizado a medias por Alfonso de Castilla -«Guerrero mediocre, derrotado en Uclés»- y el arzobispo Jiménez de Rada. 

Y ojo. Esos que cito son los doctos: gente respetable por su cultura y argumentos. En otros niveles, imaginen el percal. Ahí entran a saco lectores más elementales, incluidos algunos que blasonan, osados, de su ignorancia. Uno me reprocha que llame moros a los moros, otro confunde almohades -que eran norteafricanos- con andalusíes, y otro, desconociendo que la palabra Hispania la usaban los romanos, critica «que hable de tres reyes españoles cuando en 1212 España todavía no existía» y propone el delicioso término «reyes de naciones ibéricas». Incluido el pobre indocumentado -joven me temo, con la gravedad que eso implica- que afirma, en correo electrónico, que Diego López de Haro, que mandaba la vanguardia cristiana en la batalla, «no era vasco, pues es mentira histórica que los vascos defendiéramos nunca otra cosa que nuestra independencia de Castilla». 

Todo lo cual confirma, una vez más, la vieja sospecha: España no tiene otro problema que nosotros. Los españoles.


ANTOLOGÍA DEL ENSAYO

 

"Quien no opina como yo está equivocado". Éste es el convencimiento secreto de todas las personas que discuten. Y es lógico que así suceda, porque tener una opinión significa creer que se tiene una opinión acertada; de donde resulta que quienes no tengan la misma opinión tendrán forzosamente una opinión errónea.

 

El que las propias opiniones sean siempre acertadas se basa en un hecho ya señalado en un pequeño librito de cincuenta páginas escrito por el señor Descartes. Comienza diciendo, ese librito, que la inteligencia es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada uno está conforme con la que tiene. Es decir: con la mucha que tiene; a lo cual puede, agregarse que cada uno esta conforme, también, con la poca que tienen los demás. Gracias a la mucha inteligencia que uno tiene y a la poca que tienen los demás, resulta que quien siempre está en lo cierto es uno mismo, y quienes siempre se equivocan son los demás.

 

Como opinar es tener razón, lo terrible es que a uno no lo dejen opinar y le griten: "¡Usted se calla!". Así los padres le amargan a uno la adolescencia, y de la misma manera se la amargan los profesores de matemáticas pues en matemáticas resulta que tampoco lo dejan a uno opinar, que es no dejarlo tener razón. Y lo mismo sucede en la comunidad, cuando uno les grita a todos: "¡Ustedes se callan!", después de lo cual ese uno puede, justamente, decir: "¡Yo siempre tengo razón!"

 

En el famoso librito del señor Descartes se aconseja no discutir y conformarse con la generosa dosis de inteligencia que Dios le ha dado a cada uno, sin regocijarse por la poca que le ha dado a los demás. Pero sería falso sostener, sin embargo, que las discusiones son inútiles, porque de ellas no surge ninguna verdad. Surge, por lo menos, la reafirmación de dos verdades: precisamente las que se refieren a la mucha inteligencia de uno mismo y a la poca ajena. (Con la ventaja de que de esas dos verdades se convencen las dos personas que discuten). Como, en definitiva, toda discusión tiende a reafirmar ese convencimiento, no conviene invocar razones que compliquen una cosa tan sencilla. Las razones se invocan para demostrar la propia inteligencia, pues tener razón en algo es ser inteligente en la apreciación de ese algo. De ahí que cada uno se resista a aceptar las razones ajenas, y de ahí, también, que cada uno diga que el otro no quiere entender razones. El que discute no acepta razones, y hace bien, porque aceptar razones es reconocer que quien está equivocado es uno mismo y no el otro. Y para llegar a eso no valía la pena discutir. Lo mejor, pues, cuando alguien desconocedor de la técnica de la discusión, invoca razones, es recurrir al argumento clásico y definitivo y decirle: "¡A mí no me va a convencer con razones!" (De otra manera, más popular, pero menos sabia: "¿Usted me quiere trabajar de palabra?").

 

Un procedimiento eficaz para evitar que la discusión se complique con razones es emitir la propia opinión lo más oscuramente posible. Es el consejo que hace veintitantos siglos daba el señor Aristóteles, que de estas cosas entendía una barbaridad: "Es necesario presentar oscuramente la cosa, pues así lo interesante de la discusión queda en la oscuridad". Si el otro no entiende, tendrá que confesarlo, y confesar que no se entiende algo es confesar que la inteligencia no le da para tanto. (Con este procedimiento se evita, además, que aprendan gratis los curiosos atraídos por la discusión).

 

Lo molesto, en una discusión, es que cuando uno está exponiendo sesudamente sus opiniones, el otro lo interrumpa para preguntarle: "Me permite, ahora, hablar a mí?" O sea: ¿Me permite opinar? Pero, ¿cómo se lo va a dejar al otro que opine? ¿Cómo se lo va a dejar que, opinando, se forme el prejuicio de que tiene razón? A veces, el otro, pasándose de vivo, lo interrumpe a uno para decirle: "¡Yo no opino lo mismo!" Y con eso cree tener razón, sin darse cuenta de que precisamente porque no opina lo mismo está equivocado. De ahí que, para abreviar la discusión y demostrarle rápidamente al otro que está equivocado, conviene preguntarle: "¿Usted no opina lo mismo? Si contesta que sí, reconocerá que quien tiene razón es uno; y si contesta que no, estará perdido, pues habrá confesado que quien no tiene razón es él. Por eso, quienes saben qué está en juego en una discusión, si se les pregunta: "¿Usted no opina lo mismo?", contestan evasivos: "Mire, yo francamente... ". El "francamente" es para despistar. Los que así contestan son los que no tienen interés en ponerse de acuerdo con nadie. Y, si se mira bien, se verá que en las discusiones nadie puede tener interés de ponerse de acuerdo con nadie. Si después de discutir dos horas es necesario admitir que se estaba de acuerdo, se produce una doble decepción, porque cada uno se ve obligado a estar conforme con la mucha inteligencia que al otro le ha tocado en suerte, que es una manera de no estar conforme con la poca inteligencia que le ha tocado a uno. Y para llegar a eso, tampoco valía la pena discutir.

 

Como se ve, una buena discusión es toda una técnica de higiene mental; en las discusiones conviene que hable uno sólo y que el otro sea quien confiese que no opina lo mismo. En rigor, cuando se discute no interesa decir qué opina uno mismo ni averiguar qué opina el otro. Lo que interesa es decirle, al otro, que está equivocado, como se asegura que hacía Unamuno. Unamuno entraba en una reunión y preguntaba: "¿De qué se trata? ¡Porque yo me opongo!" Y les demostraba enseguida, sin dejarlos chistar, que todos estaban equivocados. Y si a alguien se le preguntaba después: "¿Qué dijo Unamuno?", ese alguien contestaba: "¡No sé!" ¡Pero tenía toda la razón del mundo!"

 

Y ahora algún lector podrá sostener que no, que todo esto es falso, que la técnica de la discusión no es ésa. Pero ese lector, por el simple hecho de confesar que no opina como nosotros, reconoce, sin quererlo, que está equivocado.

 

[Publicado originalmente en El Mundo (periódico) 17-X-1939. Edición de Ricardo Laudato]

 

 

© Carmen María Camacho Adarve

Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.

LOCURA DE ESCRIBIR POR J.J. ARMAS MARCELO

LOCURA DE ESCRIBIR POR J.J. ARMAS MARCELO

 

 

 

 

 

Las locuras de escribir ya no son las de hace años, cuando los escritores hacían gimnasia con la escritura para ingresar en el gremio sagrado de la demencia por la puerta grande. Ahora, cualquier poeta que sobresale un centímetro de las filas paralelas que marchan al unísono por la senda de los viejos prestigios, ni siquiera es echado al fuego del silencio. Se le lee en las universidades y basta. Amén. Hay excepciones clásicas que recuerdan, en su talento y actitudes, mejores épocas de la literatura. En España, por ejemplo, Leopoldo María Panero: los críticos no saben si es un gran poeta porque está loco o viceversa (es un gran loco porque es poeta). La esquizofrenia es una mina llena de genios doblándole el pulso a sus propias esquinas, quitándose sus propias sombras de encima y cruzando las calles de las grandes ciudades con los ojos vendados para no ver la masacre. ¿Estuvo alguna vez loco el viejo Borges o su visión de Argos literario nublaba toda otra realidad? Según el flemático Bertrand Russell, Alicia en el país de las maravillas, escrito para la eternidad por un matemático al que le entró un pavor loco cuando echó un vistazo al futuro y vislumbró las abisales oscuridades del ser humano por los siglos de los siglos, representaba para él un calmante vitaminado frente a las locuras de la realidad. Otro tanto dijo de los libros de Alicia el fanático del sexo Henry Miller, de quien todavía dicen muchos exégetas que no es un escritor erótico sino pornográfico. La diferencia entre estas dos ciencias ocultas me la solventó hace años un marginal y loco escritor colombiano, harto de ron Tres esquinas, y por lo demás muy cabal y sano, en un antro al sur de Bogotá: «El erotismo es tuyo y la pornografía es el erotismo de los demás». Hágase el mismo juego con la locura de escribir (y su paralelo de leer) y se encontrarán a tres cuadras del manicomio de la historia universal de la literatura frente a la infamia que representa la realidad histórica de los datos, fechas y episodios exactos. ¿Acaso la exactitud y la verdad eliminan la locura? En Cuba hoy, como ayer en Moscú y sus parientes, London se llama Raúl Rivero, poeta loco (tildado de tal), y por tanto peligroso para la comunidad feliz del castrismo, que se enfrenta al sistema totalitario del Loco de la isla como el loco Gandhi a la locura del Imperio Británico en la India. Cierto: mutatis mutandis, pero todos son escritores y filósofos locos por la libertad para la que escriben sus versos más tristes cada noche de locura que transcurre entre entre mazmorras. Cierto: ya no hay, salvo excepciones, locos como los de antes, que dejaban de escribir porque habían llegado a la locura definitiva en su callejón sin retorno o se habían vuelto rematadamente locos por su obstinada grafomanía. Salvador Elizondo le dedicó en 1972 a Octavio Paz el poema en prosa que dibuja verbalmente su Quijote escritor, nombrado El grafógrafo, texto-advertencia de los peligros de la escritura para quienes, locos lúcidos (pocos) y locos de atar (muchos) entran por propia voluntad o por error irreparable en el jardín de las delicias donde sólo encontrarán la dantesca realidad de la angustia, la soledad y la nada.

 

 

LOS PELIGROS DE LA 0BRA DE BOLAÑO EN LA ERA DEL MARKETING POR LEONARDO TARIFEÑO

LOS PELIGROS DE LA 0BRA DE  BOLAÑO EN LA ERA DEL MARKETING POR LEONARDO TARIFEÑO

 

La tarde del 7 de febrero del 2003 hablé con Roberto Bolaño por última vez. Yo vivía en México DF y era coeditor de El Ángel, la revista cultural del diario Reforma, para la que él colaboraba con cierta regularidad. Esa tarde había muerto Augusto Monterroso, y mi jefe me ordenó reunir testimonios de distintos escritores sobre el gran cuentista guatemalteco, exiliado en México desde 1944. Bolaño era amigo de la casa, admiraba cierta literatura exquisita emparentada con la de Monterroso, conocía de primera mano la cultura mexicana y también sabía, como el autor de "El dinosaurio", lo que significaba vivir y escribir muy lejos del país natal. Para mí, llamarlo era una buena idea; para él, no tanto. Me atendió con afecto y franqueza, como siempre, y muy amablemente declinó la invitación. "Además, la próxima necrológica que te toque escribir va a ser la mía", me dijo, con un tono que entonces no supe si era de tristeza o ironía. No lo tomé en serio y le pedí que, si estaba tan seguro, la escribiera él y me ahorrara el trabajo (y el disgusto, debí agregar). Él insistió, entre risas, y ambos prometimos pensar en el artículo de su muerte. Menos de seis meses después, el 14 de julio de ese mismo año, Bolaño moría en España, víctima de una larga enfermedad hepática.

No sé por qué, esa tarde de julio, mi jefe no volvió a pedirme que reuniera opiniones de escritores, en ese caso acerca del creador de Los detectives salvajes. Yo no cumplí mi palabra, no escribí su necrológica (me gusta y me da miedo pensar que lo estoy haciendo ahora). Bolaño sí cumplió la suya, y de sobra, con 2666, su monumental novela inconclusa, toda una necrológica enloquecida y brutal cuya última palabra es "México". En otra de las conversaciones que sostuvimos, siempre por vía telefónica, le reclamé que nunca apareciera por su teóricamente queridísimo Distrito Federal. Hasta donde yo sabía, lo más cerca que había estado de volver al país al que le debía, según sus palabras, su "formación intelectual" había sido en 1999, cuando Chile fue el invitado de honor de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Bolaño ya tenía su pasaje y había comprometido su participación en varias mesas literarias, pero a último momento prefirió quedarse en casa y pidió que en su lugar se invitara a Pedro Lemebel. "¿Por qué no vienes, si aquí se te admira, tienes amigos y la ciudad te encanta?", llegué a preguntarle alguna tarde. "Porque no se regresa al lugar del crimen", me respondió, otra vez, con un tono entre irónico y triste. Y otra vez, como si fuera un destino o simple irresponsabilidad, en aquella ocasión yo tampoco lo tomé en serio. Hasta ahora, cuando pienso que "México" fue la última palabra que escribió e intento ver allí una pista que delate al prófugo imposible de atrapar.

Pero, ¿cuál es el "crimen" cometido por Roberto Bolaño? ¿A quién o a quiénes afecta su "delito"? ¿Y qué huellas conviene seguir para absolverlo o condenarlo? En las calles de Barcelona, el esténcil con su retrato compite con los grafitis hiphoperos o las pintadas en favor del nacionalismo catalán. El pasado jueves 10 se presentó en Pekín la traducción al chino mandarín de Los detectives salvajes. En Estados Unidos, 2666 recibió el National Book Critics Award, y Time la eligió como la novela del 2008. Por esos días, la dirección de la cárcel de Huntville, en Texas, le negó el pedido de Los detectives salvajes al preso número 1.385.412, ya que el libro "transgrede el manual de orientación para reos". Un año antes, The New York Times y The Washington Post destacaron a Los detectives salvajes entre las diez mejores novelas de 2007. En octubre pasado, el temido agente literario Andrew Wylie, actual encargado de los derechos de la obra del escritor chileno, dio a conocer la aparición de El Tercer Reich, novela oculta e inédita de Bolaño, de quien su editor español, Jorge Herralde, nunca había tenido noticias. Y hace apenas tres meses se anunció que Gael García Bernal podría interpretar a Arturo Belano (álter ego de Bolaño) en la versión cinematográfica de Los detectives salvajes , dirigida por el mexicano Carlos Sama. El extraño y heterogéneo caudal de noticias a su alrededor y la creciente mitificación de su figura confirman que Bolaño se ha convertido en un fenómeno global de la literatura latinoamericana, un impacto que en términos de aceptación crítica en otras lenguas sólo parece comparable al que en su día conquistó Gabriel García Márquez con Cien años de soledad (1967). Si lo de Bolaño fue un crimen, hay motivos para pensarlo como un crimen perfecto.

¿Y sus huellas? Para aquella FIL de 1999, Bolaño rechazó el viaje a Guadalajara pero no la invitación a escribir un artículo en una edición especial del suplemento cultural Hoja por Hoja , en ese momento la principal publicación de la feria, de distribución gratuita. El motivo de su artículo era José Donoso, por cierto uno de los escritores ampliamente homenajeados en aquel encuentro. El texto de Bolaño, "El misterio transparente de José Donoso" (compilado en Entre paréntesis ), empieza de la siguiente manera:

Me cuesta escribir sobre Donoso. En casi todo estoy en desacuerdo con él. Cuando agonizaba, leí que pidió que le recitaran "Altazor", de Huidobro, y la imagen de Donoso en una cama de la que ya no iba a salir, escuchando los versos de "Altazor", me pone enfermo. No tengo nada contra Huidobro, me gusta Huidobro, pero ¿cómo alguien que se está muriendo puede querer que le lean ese poema?

Sigue así:
La herencia de Donoso es un cuarto oscuro. En el interior de ese cuarto oscuro pelean las bestias. Decir que él es el mejor novelista chileno del siglo es insultarlo. No creo que Donoso pretendiera tan poca cosa. Decir que está entre los mejores novelistas de lengua española de este siglo es una exageración, se lo mire como se lo mire.

Y concluye:
Sus seguidores, los que hoy portan la antorcha de Donoso, los donositos, pretenden escribir como Graham Greene, como Hemingway, como Conrad, como Vonnegut, como Douglas Coupland, con mayor o menor fortuna, con mayor o menor grado de abyección, y desde esas malas traducciones llevan a cabo la lectura de su maestro, la lectura pública del mayor novelista chileno.

Tal vez valga la pena aclarar que los "donositos" a los que se refería en ese párrafo eran muchos de sus colegas presentes en la FIL. Con semejante artículo-bomba, el autor no necesitó ir a la feria para estar allí y en boca de todos. El tono, el gesto y el sentido de la oportunidad visibles en "El misterio transparente de José Donoso" manifiestan los intereses de un escritor para el que la intervención y la ética literaria eran tan importantes como la obra (y de alguna manera la complementaban). Si Donoso encarnaba el rol del padre de la narrativa chilena, ahí aparecía Bolaño para dar, con tantos argumentos como recelos, la nota discordante. En sus años de joven promesa había hecho lo mismo en México, por entonces contra Octavio Paz, de quien saboteaba sus lecturas públicas junto a su amigo Mario Santiago (Ulises Lima en Los detectives salvajes ). "Bolaño tuvo una clara estrategia de solitario que impone su ley, repudia la convención, descree de la gloria y sus poderes. La condición única era su signo", escribió Juan Villoro en el prólogo a Bolaño por sí mismo. En una ya célebre entrevista para la edición mexicana de Playboy , la periodista argentina Mónica Maristain le preguntó por qué le gustaba llevar siempre la contraria, a lo que él respondió, magistral: "Yo nunca llevo la contraria". Y a Eliseo Álvarez le confesó que se hizo trotskista porque no le gustaba "la unanimidad sacerdotal, clerical, de los comunistas. Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. Lo que pasa que luego, cuando estuve entre los trotskistas, tampoco me gustaba la unanimidad clerical de los trotskistas, y terminé siendo anarquista [...]. Ya en España encontré muchos anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode muchísimo".

Sus ídolos eran los "pistoleros, exploradores, gambusinos, gauchos, hombres apartados de la ley común pero que se asignan a sí mismos una moralidad severa, determinada por las arduas condiciones de su oficio", recuerda Villoro. En una entrevista donde se le preguntó de qué forma regresaría a la Tierra después de muerto, Bolaño contestó que lo haría convertido en "colibrí, que es el más pequeño de los pájaros y cuyo peso, en ocasiones, no llega a los dos gramos. La mesa de un escritor suizo. Un reptil del desierto de Sonora". Como los francotiradores, el detective salvaje en persona sólo era tal si actuaba en soledad (a lo mejor por eso disfrutaba tanto la presencia de los amigos, como han asegurado Rodrigo Fresán, Antoni García Porta y Villoro, entre otros compañeros de ruta). Hijo de un boxeador, parecía creer que sus palabras sólo tenían sentido si las pronunciaba desde el ring. Lo curioso es que sus provocaciones y desmesuras, hoy transformadas en la marca registrada de una rebeldía neobeatnik, tienen más de guanteo con un sparring que de pelea por el título mundial. Años después de atacar a Octavio Paz en su propio territorio, comentó en más de una oportunidad que admiraba algunos de sus ensayos y al menos "cuatro poemas" suyos. La crítica a Donoso termina por orientarse a sus probables discípulos. Y de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, prohombres del boom a los que alguna vez miró con desconfianza, en 1999 afirmó que "son superiores, y no creo que el tiempo vaya a perjudicar sus obras". En cada escaramuza del hombre que trabajó como descargador de barcos (en Francia) y sereno de un camping (en España) no late el dogma concluyente del gurú, sino la búsqueda permanente de quien no ignora que "la literatura no se hace sólo de palabras". La misma búsqueda que realizan Ulises Lima y Arturo Belano en pos de Cesárea Tinajero en Los detectives salvajes, la aventura que recorre la esquiva identidad de Benno von Archimboldi en 2666 .

Tal vez el crimen no tan perfecto de Bolaño haya sido sostener que el oficio literario exige algo más que destreza lingüística, sin ser nunca lo suficientemente explícito con lo que trataba de decir. Es posible que no haya manera de ser explícito en esas cuestiones; quizás en la literatura y el arte hay ciertos asuntos importantes que no se pueden explicar. No parece exagerado afirmar que el escritor chileno murió en el intento por ser lo más claro posible en este asunto, y que de veras lo fue gracias a la insólita potencia que vibra en 2666 . "Muchas pueden ser las patrias de un escritor, se me ocurre ahora, pero uno solo el pasaporte, y ese pasaporte evidentemente es el de la calidad de la escritura -dijo, en voz alta, en su discurso de agradecimiento por el premio Rómulo Gallegos a Los detectives salvajes -. Que no significa escribir bien, porque eso lo puede hacer cualquiera, sino escribir maravillosamente bien, y ni siquiera eso, pues escribir maravillosamente bien también lo puede hacer cualquiera. ¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso." En sus libros, en especial Estrella distante y La literatura nazi en América, da la impresión de que el mayor peligro de la literatura consiste en la formación de eruditos inmorales, torturadores ilustrados, "dandys del horror", en palabras de Villoro. En Bolaño, la cultura no salva, y por el contrario, muchas veces es garantía de exquisita sordidez. Como en los cuentos de Llamadas telefónicas, el narrador -de fuerte impronta autobiográfica- advierte que el mundillo de escritores y críticos es de lo más turbio y dudoso que se pueda imaginar, y allí sospecha que la presunta nobleza del arte debe de estar en otro lado. Ante ese panorama, el detective salvaje busca, y en su investigación descubre que tal vez aprenda a saltar al vacío si es fiel a una fuerte ética literaria y personal. El escritor sube al ring, y ahí descubre que enfrente lo esperan los enigmas de su oficio. La ética y la estética son lo mismo. Por eso es que salir a dar batalla es tan importante como escribir un gran libro.

Con razón, el crítico español Ignacio Echevarría ha señalado que la figura dominante en la obra de Bolaño es el poeta. El prosista consagrado se veía a sí mismo como poeta, y los poemarios Tres, Los perros románticos y La universidad desconocida son algo más que la bitácora del narrador clandestino. En su mirada, el poeta es aquel donde ética y estética consuman su particular matrimonio, lo más parecido a un superhéroe de la literatura. En alguna entrevista, el autor dijo que si tuviera que asaltar el banco más seguro del mundo lo haría en compañía de poetas, y el relato "Enrique Martín" comienza con un enunciado que también es una declaración de principios: "Un poeta lo puede soportar todo. Lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo. Pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Un poeta, en cambio, lo puede soportar todo". Durante una cena, a Villoro le dijo: "Soy un marine; donde me pongas, resisto". Y en el formulario con el que pidió la beca Guggenheim, a la hora de rellenar el apartado de "trabajos realizados", Bolaño anotó: "Todos los oficios". La extraordinaria candidez que recorre a los jovencísimos Ulises Lima y Arturo Belano en la búsqueda de los secretos de la poesía (y de la vida) parece asomar en ese formulario indiscreto. Con la candidez no se va muy lejos, pero el mundo no se cambia si no se es un poco cándido. ¿Qué seriedad hay en el escritor que pide una beca y se define como trabajador de "todos los oficios"? La insobornable seriedad del cándido. En esa línea, quienes lo conocieron recuerdan que le gustaba considerarse "cazador de cabelleras". La frase aparece en el relato "Sensini" y apunta a los escritores que, como el propio Bolaño, vivían de alzarse con los jugosos e ignotos premios literarios de provincias. Pero el premio máximo del "cazador de cabelleras" es conquistar la del rival más poderoso (Paz, Donoso) y cuidar la propia, tarea para la cual quizá no haya nada mejor que haberse ejercitado en "todos los oficios". Aunque el mundo lo entienda y lo valore por eso, o no lo entienda y lo desprecie por la misma razón.

Hoy resulta difícil saber si el éxito de Bolaño es una huella que lo condena o lo absuelve en su peculiar aventura literaria y vital. Es el escritor en lengua española más reconocido de su generación, y la unanimidad que tanto despreciaba comienza a amenazarlo. A mí me gusta creer que la clave de su presente y futuro está escondida en una escena de La pista de hielo (1993), novelita muy menor si se la compara con Los detectives salvajes o 2666 . El fragmento en el que pienso es cuando Nuria, campeona de natación, entra en el mar, y uno de los personajes masculinos, enamoradísimo de ella, la sigue. Nuria avanza y se mete cada vez más adentro entre las olas; el hombre da su mejor esfuerzo para alcanzarla y cuando llega advierte que no tendrá energías para volver. Para él, cada brazada es algo que lo conduce a la felicidad o al abismo, y lo único seguro es que el momento es un mal momento; sin embargo, y aun en contra de las evidencias, las da igual, simplemente porque es algo que no puede dejar de hacer. A lo lejos, desde el mar, la playa es un horizonte alucinado e imposible, pero la mujer se acerca y lo ayuda para que pueda regresar. Del mismo modo, Bolaño y su literatura fueron más allá de donde creían poder ir, y serán algunos de sus nuevos lectores -no el marketing ni el cine- los que ubiquen sus libros, ilusiones y salidas de tono en su justa dimensión. De eso se trata el verdadero crimen perfecto.

 

 

 

La industria del apocalipsis Por Gonzalo Márquez Cristo

La industria del apocalipsis Por Gonzalo Márquez Cristo

 

 

-¿Viene por mí? –sorprendido pregunta el caballero a la muerte.

 

-Hace mucho que camino a tu lado –le responde la pálida figura de la guadaña.

 

                                                           Ingmar Bergman (Séptimo sello)

 

 

 

 Que el progreso es tan solo una ilusión queda demostrado siempre que la naturaleza libera sus indómitas armas, pero que el infatuado ser del siglo XXI se atemorice como el hombre medieval ante la opción de una incontrolable epidemia, es inconcebible y, por decir lo menos, pintoresco. Cada año desde la más pérfida jerarquía mundial asistimos a la invención de un nuevo apocalipsis y obnubilados seguimos ese oscuro juego sin detenernos a pensar quiénes se lucran con la imposición de aquellos sombríos artificios. Y en forma particular: ¿quiénes ganan con la propagación de esa epidemia de miedo irradiada en el mundo?

 

La influenza común cobra decenas de veces más personas que la llamada influenza aviar o porcina –o que la desnutrición- y ahora nadie parece recordarlo. Sin embargo la idea de un exterminio global es inherente a nuestras psiques enfermas y adicionalmente incrementa las ganancias de los poderosos laboratorios farmacéuticos, desplaza gigantescas inversiones a otros sectores de la economía y como siempre impone una neblina sobre algunos agudos problemas que los políticos quieren ocultar.

 

La idea de un apocalipsis es tan necesaria para los productores de la realidad que sucesivamente todas las posibles pandemias encuentran su fértil escenario. La “vaca loca” y las influenzas, los desprendimientos de asteroides y la sempiterna posibilidad de una guerra nuclear, exacerban el terrorismo en el orden de lo imaginario, destinado a intimidar a una población ingenua, que olvida la fragilidad esencial de la vida.

 

Impasibles hemos visto durante la última semana como la Cuidad de México, la segunda urbe más populosa del planeta, fue condenada al oscurantismo ante el terror de una incipiente epidemia, y que sus ciudadanos fueron estigmatizados hasta el punto que naciones como Argentina, Ecuador y el Perú suspendieron unilateralmente los vuelos a ese país, verdadera bellaquería con una nación hermana, como si tras de ello se ocultara el perverso interés de desviar los gigantescos ingresos que México capta por su ejemplar industria turística, o como si sus políticos quisieran ocultar al interior otros graves problemas sociales y económicos.

 

Cuando contemplamos por televisión las calles desiertas de la megalópolis no podemos dejar de pensar en el Diario del año de la peste de Daniel Defoe (crónica de esta devastadora enfermedad en la Inglaterra de 1665), en La peste de Albert Camus (ficción sobre una epidemia en Orán) y por supuesto en esa obra maestra de Bergman, El séptimo sello, en la cual asistimos a la inolvidable escena donde la muerte es retada a una partida de ajedrez por un caballero proveniente de las cruzadas, y donde esta figura aciaga (el número trece del Tarot, la febril calaca, la victoriosa pelona), aceptará la contienda para derrotarlo con las piezas negras, investidas como es sabido, con su color predilecto.

 

Si en la antigüedad la extinción era un atributo de las divinidades tiránicas, hoy quedamos en manos de una virología, que como hemos visto, es excesivamente innovadora. La señora de la guadaña que al parecer es proclive a jugar ajedrez, ha sido superada por las más furtivas y simples criaturas invisibles. ¿Quién iba a imaginar que dios, el eterno, el infinito y omnipresente, iba terminar reducido a un cruento microbio? 

 

En 1918 la llamada “gripe española” cobró 20 millones de muertos, el mayor holocausto médico de la historia. En 1957 la “gripe asiática” y en 1968 la “gripe de Hong Kong” cobraron numerosas víctimas, pero mucho menos de lo que suponían los sensacionalistas medios de comunicación. Con estos antecedentes hace pocos días se ha querido bautizar a la nueva epidemia “gripe mexicana”, lo cual reforzaría la tentativa de excluir a ese país, que con los omnívoros cerdos y los pobres ciudadanos a quienes se les sorprenda estornudando, pasarán a ser los estigmatizados, los marginados por el funesto régimen social que hemos construido.

 

Vivimos un Nuevo Oscurantismo, el instaurado por una sociedad traslúcida, degradada y abierta, que todo lo hace visible. Los vendedores de la guerra si no son más ingeniosos serán remplazados por los zares de los medicamentos. ¿Quién puede sostener que no estamos ad portas de la creación de una estirpe viral de laboratorio tal como hacen en la Internet los vendedores de los antivirus para sostener su gigantesco negocio? La adicción por lo escatológico está muy arraigada desde que la iglesia en siglos anteriores se encargó de propagar ese terror en pos de un infame enriquecimiento. Los profetas más prestigiosos del pasado como San Juan y Nostradamus tienen semanalmente una tribuna ecuménica para sus especulaciones catastróficas. Las pestes, los terremotos, los tsunamis, y desde hace seis décadas nuestras inventivas nucleares, atizan la pesadilla de la extinción de la especie humana en la Tierra. No pasa un lustro sin que el hombre, arrogante incluso ante la idea de su fin, no difunda la zozobra de su muerte colectiva.

 

La industria de la extinción deja cuantiosas ganancias y una enseñanza categórica: la ciencia no ha podido hacer nada para reducir el miedo en el mundo, la tecnología nunca ha trabajado para aumentar la felicidad sino la servidumbre, y como se ve en las imágenes de tantas ciudades del siglo XXI intimidadas en estos días por la “influenza porcina”, somos eficaces en multiplicar el terror.

 

Por lo cual, inermes y trastornados, debemos prepararnos para danzar entre las ratas como los habitantes de esa villa tomada por la plaga que describe Werner Herzog en su hermoso Nosferatu, porque en verdad cada día que vivimos es el último, con o sin la peste, que siempre está urdiendo un imprevisible y devastador asalto. Las montañas de cadáveres que quemaban en la Edad Media y la madre muerta que amamantaba a su hijo según describe Defoe en su reconocido Diario, serán imágenes recurrentes en nuestras pesadillas. Países estigmatizados, hombres con tapabocas y máscaras, y seres condenados a eliminar el contacto de las manos e incluso los besos del saludo, constituyen el miserable paisaje humano que estamos inventando.

 

¿Qué nuevo terror se gesta? ¿Otra guerra? ¿Otra enfermedad incontrolable? ¿Un virus más letal que el hambre? ¿Un descomunal acto terrorista? ¿Una peste informática para la que no existe cura por haber hecho metástasis en nuestras mentes? Sin duda todo lo anterior.

 

History Channel, en un programa sobre El libro perdido de Nostradamus, recientemente especuló evocando las predicciones cósmicas de los mayas que el mundo terminará el 21 de diciembre de 2012. Por lo cual sólo nos queda esperar que un Noé cósmico construya un arca espacial para salvar las especies animales y a su privilegiada familia, que supondremos será multimillonaria. Pero mientras tanto, atemorizados y en nuestra reconocida orfandad utópica, las palabras del sabio Epicuro de Samos irrumpen intactas dos mil años después como una poderosa y necesaria trinchera:

 

“Así pues, el más espantoso de todos los males, la muerte, no es nada para nosotros, porque mientras vivimos ella no existe, y cuando la muerte existe, nosotros ya no somos”.

 

Y si esa reflexión no es concluyente para atenuar nuestro terror tal vez debamos afiliarnos a la secta que piensa que es imposible la extinción del mundo, simplemente porque ya ocurrió.

 

 

*Poeta colombiano, coeditor de Con-fabulación

 

 

 

Hablando de ANUESCA

 

Hablando de..,

La Asociación de Nuevos Escritores de El Campello, ANUESCA, navega por el ciberespacio. Famosos son sus recitales, su Encuentro Nacional de Escritores. Holgadamente reconocida y acredita su revista XALOC a escala nacional y mundial ya que le contactan autores de por doquier para que les publiquen.

 

Sí, ANUESCA, tiene una proyección nacional e internacional y no pasa una semana sin que otras organizaciones la inviten a participar en recitales, eventos culturales fuera de la provincia o más allá de sus fronteras. Ser representante o embajador cultural de El Campello, a través de su Asociación de Escritores y Poetas: A. N. U. E. S. C. A es halagador, panegirista, alabador... pueden añadir la lista de calificativos que lo deseen.

 

Uno, o una, se va, cuando le invitan a un congreso o un recital internacional, con las maletas llenas de ilusiones, de libros suyos que regalará al alcalde, al diputado y obsequios de El Campello para otras autoridades. Todito pagado con sus ahorros, el viaje inclusive, porque a la hora de ser magnánimas con la cultura las autoridades se duermen. Lo entiendo la cultura es soporífica, no rentable y además peligrosa.

 

Así que cuando un semi escritor de El Campello -digo semi porque me han demostrado que hay varias categorías:

 

-los propulsados por las editoriales ( a quienes les apoya varios “negros”),

 

-los famosos que no saben escribir pero tienen un nombre que vendería cualquier cosa,

 

-los que tienen complejo de escritor: no saben escribir y quieren a toda costa que el vulgo admita que están a dos pasos del premio Planeta,

 

-los menos conocidos pero que gozan de prestigio en su región porque invierten en publicidad más que les costó la publicación de su obra,

 

-los “buenos” que de repente han sido captados por una editorial y escriben por encargo

 

-los” buenos” con suerte que escriben cuando y como quieren

 

-y después... la plebe... como los escritores noveles de ANUESCA, porque serán noveles y honrados toda su vida.

 

Bueno pues cuando un semi escritor de ANUESCA tiene que irse por ejemplo a Paris o a Sebastopol, enseña el trabajo realizado por su asociación, los recortes de periódico sobre los milagros de un puñadito de escritores humildes que se propusieron un día que el Campello sería la Capital de la Poesía, oye a sus interlocutores decir:

 

“- Que maravilla de pueblo, todo para la cultura. Y le darán mucho dinero para organizar tales eventos, publicar libros, revistas y antologías... ¿ Verdad?”

 

Sí, ANUESCA publica mucho: este año saldrán una antología, un libro, una revista y los propios epítomes de cada componente de ANUESCA que decida editar por su cuenta y gastarse los ahorros de varios años...

 

Sí, ANUESCA, inagotable, escribe, tiene a su grupo de fieles seguidores y lectores que desconocen las artimañas de la asociación literaria de El Campello para sobrevivir en una jungla donde algunos se mueven al son del tintineo de los euros y el desdoblamiento marchito de los billetes.

 

Sí, ANUESCA, tiene mucho público cuando presenta su Encuentro solidario a beneficio de ONGs, o homenajea a un periodista fallecido hace un año. Recordaremos que este homenaje censurado y aplazado reiteradas veces reunió en la biblioteca municipal a más de doscientas personas. Algunas de ellas tuvieron que presenciar el acto, de pie y en los pasillos.

 

Cabe preguntarse, si a escala general, hoy día la cultura es un lujo.

 

Tenemos que replantearnos si nuestros dirigentes, en el ámbito mundial, tienen la obligación de darnos, difundir la educación y la cultura con los impuestos que pagamos.

 

Todas las representaciones de nuestra forma de vida son cultura: lectura, teatro, gastronomía, pintura... definen nuestra identidad. ¿Que es un pueblo? ¿Un conjunto de ladrillos, cementos, pasquines, descampados nauseabundos... y bolsillos repletos de los que apuestan por la teja?

 

No. La cultura somos nosotros. Usted que colecciona sellos, su vecina que toca el piano, su amigo que pinta, su primo que está en la coral, este niño pequeño que quiere leer un cuento o este adulto que aprende algo nuevo.

 

La categoría de una cultura se juzga por la voluntad de su pueblo de sembrar conocimiento, cosechar cultura, por sus manifestaciones, por la implicación de las autoridades en su desarrollo y la contribución económica que aporta para permitir ese proceso.

 

Científicamente se ha señalado que la cultura engendra hombres y mujeres sabios y felices. Dichosos por que pueden compartir lo que aman con otras estratosferas de la sociedad si las autoridades le dan los medios adecuados.

 

Pero llegados a este punto el círculo no se ensancha. Algunos pueden concebir cultura pero los más desfavorecidos no pueden acceder a ella, porque nunca han oído hablar del desarrollo de la sabiduría, porque no le interesa a ciertos grupos que las masas se cultiven.

 

Integrar a los marginados culturales, es abrirles los ojos y la mente al conocimiento, a la sociedad y para finalizar provocarles el replanteamiento de su propia semejanza dentro de este mundo de hormigón, violencia, apatía y codicia.

 

La cultura y el arte permiten el conocimiento de si mismo y la auto inclusión del ser humano en el viaje hacia la libertad. El hombre y la mujer que crean cultura, que comparten cultura o acatan cultura, son seres que tienen otra mirada sobre el mundo que les rodea.

 

Mirada crítica. Crítica constructiva que les incita a inquirir si son libres para ser cultos y opinar sobre todo lo que les circunda.

 

Mi pluma va demasiado rápido, perturba las normas, las ideas y los conceptos. Mi obligación en esta editorial era hablarles de ANUESCA, de sus éxitos, de sus dificultades... y se me fue el santo al cielo. Espero que sepan perdonarme disfrutando con los nuevos artículos, poemas y relatos que mis compañeros les ofrecen... con arte, amor y solidaridad.

 

Punto casi final. Esta vez no extrapolo más.

 

Harmonie Botella.

http://palmeral-pensamientos.blogspot.com/2008/06/hablando-de-anuesca.html

 

Los biocombustibles tradicionales son renovables por Francisco Angulo

Los biocombustibles tradicionales son renovables por Francisco Angulo

 



"Se espera una fuerte presencia mediática"

http://www.margencero.com/articulos/resenas/eco_combustible_ecofa.htm



El petróleo no es renovable y agota sus reservas. Al tener sus días
contados aumentará sus precios insaciablemente y por efecto dominó, los
de la mayor parte de productos imprescindibles. Una gran crisis
económica mundial se avecina si no se toman soluciones inmediatas.

Los biocombustibles tradicionales son renovables, pero no sostenibles
(más demanda que capacidad de producción) y están siendo un problema más
que una solución. La ansiedad de un rápido beneficio origina que las
plantaciones de cereales u oleaginosas sustituyan a otras también
imprescindibles para la alimentación humana, pero menos rentables. Esto
provoca enormes subidas en productos alimenticios y otra gran crisis
mundial además de la económica también se avecina.

La logística de las basuras domésticas causa a veces enormes
inconvenientes, como la reciente situación en la ciudad de Nápoles, sin
olvidar la de otros Ayuntamientos españoles y hospitales por citar sólo
algunos casos.

El cambio climático puede acabar con nuestra civilización, pero la
sociedad del llamado primer mundo continúa impávida y desenfrenadamente
su consumo. Los ciudadanos estamos asistiendo a este esperpento y
algunos nos resistimos a que esto continúe así… CiÑe –Círculo
Independiente Ñ de Escritores- mediante su campaña Dignidad, conciencia
global, publica el ensayo: ECOFA, una solución viable, que recopila
artículos y escritos de tres de sus socios y autores; Francisco Angulo
(investigador que ha descubierto y patentado este eco-combustible),
Antonio J. Nevado (coordinador del Proyecto ECOFA y Técnico TIC
municipal) y Xavier de Tusalle (Presidente de CiÑe, editor de Mandala &
LápizCero e impulsor de sus campañas).

ECOFA es un eco-combustible que aporta una solución novedosa y viable.
Es multi-renovable, multi-sostenible y además soluciona el grave
problema de los RSU –Residuos Sólidos Urbanos, entre otros.

CiÑe le(s) invita a la presentación pública de ECOFA, una solución
viable, tendrá lugar el 5 de junio en el local de la Fundación Progreso
y Cultura, c/ Maldonado, 53, Madrid, a las 20:30 horas y en la que se
espera una gran presencia mediática. El evento se complementará con la
demostración del ECOFA en un vehiculo de serie con motor de gasoil, en
el cual se ha habilitado un depósito de combustible transparente para
comprobar su correcto empleo y funcionamiento.

Francisco Angulo

Más información en:

http://www.circuloindependiente.net/Prox_Pres_ecofa.htm



 

 

El reconocido poeta argentino Luis Benítez llega a Publicatuslibros.com

El editor literario digital incorpora a su biblioteca una «Breve antología poética» elegida y compilada especialmente para esta ocasión por la investigadora argentina Elizabeth Auster

El editor literario digital Publicatuslibros.com  acaba de incorporar a su nómina de escritores al afamado, laureado y prolífico poeta argentino, Luis Benítez que, de esta forma, se incorpora sin ninguna duda, a la edición digital. Para ello, la investigadora argentina Elizabeth Austeres, ha compilado, de los once poemarios de Luis Benítez, una amplia colección de poemas en esta «Breve antología poética» que expresamente ha recogido para Publicatuslibros.com y su edición digital. Elizabeth Austeres, además, es la encargada del prólogo de esta obra como antóloga de la misma.

Publicada esta obra originariamente en papel por Ediciones Juglaría (Rosario-Argentina 2008), en palabras de Elisabeth Austeres «la poesía de Benítez incluye a quien lo lee como una suerte de coautor de los poemas. No demarca un territorio: establece un rumbo probable para la lectura, que el lector completará de acuerdo a su sensibilidad; una polisemia, algo que abre el juego a las distintas voces posibles, en vez de cerrarlo en una sola. Este juego verbal, que parece tan complejo y que Benítez resuelve tan fácilmente -aunque se percibe en su obra un paulatino aprendizaje, principalmente desde Behering y otros poemas en adelante- conduce a una falta progresiva del sujeto narrante, ya que el poeta se despoja en la madurez inicial de su obra, a partir de Fractal, de 1992, aun de la voz conducente de lo aparentemente referido por sus textos: a partir de Fractal, el poeta parece lograr una suerte de ‘invisibilidad autoral’: el texto se ocupa del ‘guión’ de la lectura, mientras el lector, cómplice de la ilusión creada por Benítez, se convierte en autor de los textos».

Nacido en Buenos Aires, Argentina, el 10 de noviembre de 1956, Luis Benítez es miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía, Capítulo de New York, EE.UU., con sede en la Columbia University; de la International Society of Writers (EE.UU.), de World Poets Society (Grecia) y del Advisory Board de Poetry Press (India). Luis Benítez posee en su curricumlum numerosos premios y galardones  nacionales e internacionales y es autor de una prolífica y reconocida obra en poesía, de la que ahora recogemos esta  «Breve antología poética» .

«Breve antología poética» puede leerse en:

http://www.publicatuslibros.com/bibliotec/libro/breve-antologia-poetica/

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Los Shakespeare de supermercado Por Iván Beltrán Castillo

Los Shakespeare de supermercado Por Iván Beltrán Castillo

 

 

 

Hubo un tiempo, aunque ya no podemos precisar sus fechas exactas ni sus días gloriosos, en el que el deseo fue coincidente con nuestras realidades interiores, armonizaba con sus usufructuarios, y entre el hombre y las cosas no existía la fisura brutal, la distancia mortífera que  hoy nos enajena hasta de los alimentos terrestres.

La satisfacción  era  entonces posible porque no había encontrado su hipertrofia trágica, y el hombre no estaba ahogado en el océano de un anhelo irrealizable.

La sociedad del libre comercio, de la oferta infinita, transformó el mundo en un intolerable espejismo: caminamos siempre una gran carretera iluminada por todos los llamados posibles, todas las combinaciones de la seducción, todas las efigies de los dioses usureros, y entre más crece la oferta menos capacidad tenemos de adquirirla. En ese sendero lleno de luces hipnotizantes, nuestro destino es pasar de poseer a ser poseídos, y en cambio de ensancharnos las cosas se vuelven nuestra conciencia crítica, totems aguerridos y enemigos,  y sentimos que hemos sido capturados y avasallados en una jungla objetal. 

Vivimos al servicio de imágenes que nos raptan, presos de un deseo omnipotente y fatal, del que somos apenas los alfiles, pasivos o desesperados, fútiles o trascendentales, celestinos o detractores. Y, detrás de esa carga enajenante, como artífice de un gran chantaje, está una raza de hombres y mujeres que han denigrando su talento, y donde no faltan los Fitzgerald vanos, las Safos degradadas, los irónicos Wilde, los Proust y los Joyce que definitivamente no lo fueron, los Shaw que vendieron el alma, los artistas que truncaron el genio y ahora no cuentan sino con una gran bolsa para solazarse. Se trata de los publicistas y su función es convertirnos en peleles del comercio y su inmisericorde producción de bienes, invitados de piedra al gran festín del consumo universal, esa mesa donde la mayoría de las viandas son equívocas, suntuarias, innecesarias y execrables.

La publicidad ha ido creciendo con una celeridad tan grande que si en sus orígenes era una subsidiaria del bussines, ahora es ni más ni menos que el sostén fundamental  de los  regímenes que basan su identidad  en la compra y venta desalmada,  y  taladra el subconsciente colectivo en la tentativa de hacer que el inventario de la riqueza planetaria pertenezca a los mercaderes, a los dueños, a los detentadores y, en cambio, se extrañe cada vez más de los seres humanos.   

Lo que resulta infame de este próspero negocio es el hecho de que no trabaje para todos, de que inflame la necesidad en el reino donde la satisfacción brilla  por su ausencia, de que exhiba con un impudor cercano a la obscenidad, la superproducción de alimentos, de ropas, de viviendas, de diversiones que son exclusividad de algunas clases sociales y que para la gran mayoría son territorios ilusorios y vedados. Es como invitar a un grupo de desheredados a mirar un gran baile a través de los ventanales de una residencia palaciega.

El oficio subterráneo de los Shakespeare de Supermercado es redoblar los embates de la ilusión, hacernos perpetuos sitibundos, lograr que tengamos hambre de cosas para siempre. Como respuesta a ese pérfido llamado los hombres se endeudan, se enajenan, se enloquecen, se obsesionan con esa "Existencia primorosa" que hipotéticamente nace cada vez que logramos obtener una nueva vianda del supermercado gigantesco en el que el capital ha transformado nuestra vida. 

El avance de estos demiurgos mercantiles es inverosímil y sus artilugios remplazan las formas originales de la felicidad, la libertad y la ternura: a la literatura, a la poesía, al arte, al humor, y, lo que resulta mucho más grave, remplazan a la dignidad y su hermano gemelo, el amor. Todos estos "Escribidores de la nada" vienen de la gran calle Madison que en nueva York ha sido durante décadas el centro de ebullición de las grandes campañas, los lemas, los spot y todas esas bagatelas de la imaginación mercantil con las que convivimos sin oponer ya ninguna resistencia. En esa avenida famosa por el nivel de sus ingresos y la fiereza de sus metodologías, se perfilan los sueños que habrán de avasallarnos cada tanto tiempo, los artilugios que nos obligarán a seguir obliterados ante el prosaico carnaval de los deseos.

Cuando Willie Loman, el desgarrado agente viajero que describiera con tanta precisión Arthur Miller, acaba de ser enterrado, su esposa Linda Loman le habla frente a la tumba y en una de las escenas más conmovedoras del teatro moderno, le hace un reclamo que es la radiografía de nuestro vasallaje frente a las artimañas publicitarias de los buhoneros industriales: "como te vas morir ahora, cuando ya habíamos terminado de pagar las cuotas de la lavadora y solamente nos faltaban dos pagos para hacer nuestro el televisor" Y , por su parte, el escritor mexicano Carlos Fuentes, en una visionaria entrevista concedida hace más de veinte años a la revista Visión, expresa esta severa inquietud: "¿A veces me pregunto para qué quieren hacer desarrollar a los pueblos llamados ahistóricos…? ¿Para que vean a Batman y a superman en la televisión? ¿Para que se preocupen a muerte por la obtención de un coche? ¿Para que den la vida por una lavadora Bendex?" 

Alguna vez conocí una hermosa y dolorida publicista. Se llamaba Marissa y tenía los rasgos exactos de quién ha contrariado su destino y extraviado sus dones. Ella me parece el ejemplo más significativo de lo que le ha inoculado la publicidad a sus propios hijos. Tenía una imaginación en perpetuo movimiento a la que coronaba cierto arrobamiento erótico y sus palabras estaban siempre cercanas a la intensidad poética. Pero la necesidad práctica de una vida no demasiado cómoda la había lanzado a las agencias de publicidad donde era una trabajadora tan exitosa como atormentada.

Ni las prebendas económicas, ni la exultación de sus incontables y exactas imaginerías lograban evadirla de un tormento que parecía estar fijo en ella como un sol oscuro: Había querido ser escritora por sobre todas las cosas, y todavía, a hurtadillas, en sus ratos libres, garrapateaba poemas. Pero el triunfo la había raptado y sentía que ya era demasiado tarde. Estaba casada con un jefe de cuentas, no se podía resistir a los lujos con que se acostumbra cegar a las personas en el mundo de los negocios, y ya no estaba segura de poder amaestrar el idioma castellano para sacar de sí una verdadera obra literaria.

Me enamoré de ella por todo eso y porque en sus ojos grises llevaba inscrito el desatino.

Marissa trató de matarse cuatro veces…

 

E-mail: ibeltrancastillo@gmail.com

 

 

El comercio de la traición Por Gonzalo Márquez Cristo *

El comercio de la traición  Por Gonzalo Márquez Cristo *

 

 

 

Si el siglo XX fue denominado por Camus el siglo del miedo y en el famoso tango de Santos Discépolo ("Cambalache") fue descrito como una edad de valores alterados, de absurdas convicciones invertidas, el XXI se vislumbra como el tiempo que comercia con la traición, que mercadea con el sufrimiento, la miseria y la fatalidad, que se ha lucrado de nuestra degradación planetaria.

Le hemos puesto precio a nuestro limo interior, al excremento moral, a nuestra catástrofe metafísica, a nuestra devastación. La truculencia, lo monstruoso, lo criminal se ha convertido en una rica veta de oro. Y si el siglo pasado inventó en los campos de exterminio crueldades inimaginables, nosotros pondremos en venta todos los tristes jardines de nuestras miserias y pagaremos profusamente lo más oprobioso de nuestra condición "inhumana". Auschwitz, Treblinka y Hiroshima serán en el futuro más visitados que Magic Kingdom y más admirados que el Partenón o la Venus de Milo, y nada saldrá ileso de la nefasta transvaloración que globalmente ha sido emprendida.

En el Círculo Noveno del Infierno de La Divina comedia, y para ser más exactos, en el recinto donde el castigo es insuperable, el gran poeta Dante Alighieri condenó a quienes habían cometido el acto más ruin imaginado por el hombre: la traición, cuyas penas variaban desde permanecer inmersos en el hielo (castigo para los traidores a sus parientes, a la patria y a sus huéspedes), hasta ser masticados por Lucifer, ese monstruo pintorescamente soñado por el florentino con tres cabezas y seis alas; quien torturaba incesante a Judas, a Bruto y a Casio entre sus sendas fauces. En tanto, para el oscuro "hombre" de nuestra contemporaneidad, la traición se ha convertido en una rentable mercancía, y permanentemente estimulan esa opción entre nosotros con el fin de honrar al dios Oro, al único al que seguimos construyendo templos en todas las ciudades del orbe.

Lo que revestía de gravedad y en ocasiones era tabú para las tribus, lo que consideraban inmoral o pecado irredimible los espíritus religiosos, lo que era interdicto en todas las culturas de la Tierra, se ha convertido hoy casi en altruismo, y es así como intentamos devastar todas las lealtades, y como la traición se mercadea en las esquinas y goza de un prestigio inédito, a veces redentor. El artilugio de la delación tan implementado en el oeste norteamericano se generalizó, y el furtivo vaquero para quien los alguaciles ofrecían en carteles recompensas bajo el clásico letrero: "se busca", es un sombrío y perseguido protagonista de la contemporaneidad. En una película de Sergio Leone, emblemática dentro del género Western, leemos al comenzar las inolvidables palabras. "cuando la vida no valía nada la muerte a veces tenía un precio"; y es importante ahora constatar, que para que la vida no valiera nada hicimos extraordinarios esfuerzos, rebasamos todos los límites, tantos que la muerte goza de los mejores precios, comenzando por la guerra que genera un tráfico desmesurado de armas, por las pandemias que lucran a los criminales laboratorios de medicamentos y, desde luego, por la traición.

Y lo más funesto es que no sólo reivindicamos la delación o el espionaje al interior de las organizaciones delictivas, como se proponen los estados en su supuesta lucha contra el crimen, sino que el ardid es festejado como artificio de enriquecimiento, y como si no fuera suficiente: toda penetración en la intimidad de las vidas privadas, toda vulneración de nuestro secreto vital ha adquirido un excesivo precio en metálico. La intimidad es expuesta, los paparazzis pululan, la industria del chisme prospera, nuestra vida personal ha sido ávidamente comercializada, la humillación fue convertida en espectáculo. Los estados, sus organismos y la estructura televisiva nos animan a traicionar, y ya vemos que este verbo tan repudiado por nuestros antepasados hoy ha adquirido connotaciones casi caritativas.

La lealtad, que es una forma de amparar el secreto esencial de la existencia, y todas las reservas impuestas, son blanco de una guerra sin precedentes. Le hemos dado la vuelta a la espiral soñada por Dante y los traidores ya no padecen los dientes afilados de Lucifer sino que, al menos en teoría, gozan de un paraíso donde la fortuna está garantizada y donde pueden incluso cambiar de identidad, iniciar en otra patria una vida próspera, volver a nacer aboliendo su prontuario de crímenes.

Una cultura que estimula la traición en todos los órdenes, no sólo en la estructura delincuencial, sino también en la cotidianidad del melodrama y los concursos televisivos, instándonos a degradar la amistad y el amor, y a vender su noble raigambre, es una cultura derruida. La sociedad remplazó sus principios por fines infames. El "secreto" que en tiempos sublimes tenía valor por ser celosamente conservado y valía por el coraje de aquellas personas que lo protegían –como ocurría entre los miembros de la Resistencia para nombrar un ejemplo categórico–, ahora bajo la orfandad moral, vale siempre y cuando pueda vulnerarse. El silencio ha sido violentado, su poder de alianza fue envilecido por los comerciantes de estiércol, por los traficantes de nuestras heridas.

Hemos visto la propaganda que alienta a traicionar a los jefes de columnas guerrilleras, a míticos bandoleros y a los líderes de grupos armados donde se ofrecen millonarias sumas; contradictoria filosofía para combatir la infamia, donde se esgrime la delación como filantropía. También espacios televisivos que mercadean la miseria de los ingenuos participantes, llevándolos a revelar su intimidad, obligándolos a vender a sus familiares y amigos por un puñado de dólares. En forma sistemática nos obligan a delatar y a traicionarnos. Caminamos sobre una cuerda floja ética. Suponen que el crimen se torna positivo al ingresar a un cotizado comercio y a su extendido festejo social. El lema de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad, se encuentra en peligro, no sólo en sus dos primeros postulados –como todos sabemos–, sino también en lo relativo a la hermandad entre los habitantes del planeta, pues ésta aborrecible cultura nos impone una "cainización" del mundo, la peligrosa y totalizante vindicación de Judas.    

Asombrosamente y sin reparos lo hemos vendido todo a cambio de un espejismo. A nuestros amigos. Nuestros líderes. Nuestros hermanos. Nuestra desnudez. Nuestra patria. Nuestra tribu. Nuestras ideologías. Nuestra lengua. Nuestros dioses. Nuestra intimidad y, terriblemente, nuestra angustia y nuestra miseria. Las cloacas y las psicopatías más repulsivas encuentran sus avezados agentes en este sistema que se reinventa en su inmundicia. Lo más sórdido se comercia en todas partes y el reino de la fraternidad se ha vuelto inencontrable.

La traición es nuestra fe, la delación nuestra creencia. La subasta de la ignominia no se detendrá porque el hombre ha emprendido su exilio sin retorno. ¿Cuál es ésta nueva y denigrante creatura que hoy puebla la Tierra?

 

* Poeta colombiano, Premio Internacional de ensayo Maurice Blanchot (2007)

E-mail: comunpresencia@yahoo.com

 

 

 

Colores por Hamonie Botella (Articulo ) .Mujer. Poema por Harmonie Botella

Colores por Hamonie Botella (Articulo )   .Mujer. Poema por Harmonie Botella

 

Colores

       

No poseo el lenguaje ni la retórica política pero como  miembro de la cultura alicantina me opongo rotundamente a la discriminación racista, cultural,  el lavado de cerebro de las masas, la manipulación mediática que permite  destilar el odio y el medio en contra de los emigrantes.

      El racismo, la xenofobia, son la maldita herencia que nos hacen sentir superiores frente a cualquier etnia o grupo diferente. Queremos tanto asemejarnos a nuestra elite social y económica que acabamos rechazando todo lo que no se nos parece.

 La apertura de las fronteras, los cambios sociales que se han producido en España han dado lugar a unas olas de racismo y de no respeto hacia los derechos humanos, que van incrementándose   gracias a la división y la animosidad de numerosos grupos.

      El fomento del racismo es un pensamiento arbitrario e indebido que predispone a las muchedumbres a centrarse sobre un chivo expiatorio: el extranjero que hay que aplastar para auto superarse, para culpar al que es diferente de nuestro fracaso.

A partir de la teoría falsa que el otro es culpable se contorna sabiamente los problemas económicos y sociales.

Cualquier medida legislada en contra de los emigrantes es añadir un nuevo origen de xenofobia a los movimientos neonazi europeos. Como bien se sabe el racismo es una de las bases del nazismo y como también se sabe  la mezcla actual  de culturas y etnias proviene de la apertura democrática del país.

Las recomendaciones actuales que recibimos  recuerdan a las de la propaganda nazi o a la  de las manufacturas de beneplácito y de acatamiento que se encargan de controlar el pensamiento de las masas  a través de los mensajes cortos y repetitivos que envenenan los cerebros.

Lo que tenemos que hacer  es el estudio de la memoria histórica y cultural  de todos los países, luchar contra los prejuicios raciales, ayudar a los emigrantes a integrarse  sin ficharlos de antemano como delincuentes.

La hostilidad hacia los extranjeros  proviene sobre todo del hecho que son una mano de obra barata manipulada por ciertos empresarios para rellenarse los bolsillos.

Los razonamientos de superioridad provienen de  los que ya no tienen argumentos para imponerse e intentan culpar a los más débiles  de los males de su país.

Lo que tenemos que pactar es que estas personas reciban un sueldo decente por su trabajo, un sueldo igual que él de los españoles y no vivan en ghettos  porque no ganan lo suficiente para pagarse un alquiler.

Nuestra obligación como intelectuales, miembros de las artes y de las ciencias es salvaguardar y propagar nuestra cultura y la de los demás para evitar  cualquier foco de racismo.

 

Harmonie Botella

 

Mujer.

 

Mujer de no se sabe dónde, de no se sabe cuando,

ajusticiada por la manecilla indiferente de un reloj de escarcha

que no quiere marcar el tiempo y desconoce el sentido de la libertad.

 

Mujer de la pradera, del desierto o de la gran metrópoli

aniquilada por la pesadez  arbitraria de la historia,

por las tradiciones  enlutadas de una moral ancestral.

 

Mujer, hija de la guerra, madre de la paz,

fecundada por la tierra, el mar y el cielo

engendras las nuevas víctimas de un siglo sin concordia.

 

Mujer, huérfana de heredero,

viuda de padre,

hija del esposo difunto.

 

Mujer, madre, hija,

útero  cadáver

de la guerra inútil.

 

 

 

Harmonie Botella

 

 

 

 

ICI PARIS Memorias de una voz de libertad

ICI PARIS  Memorias de una voz de libertad

ANUESCA y la COMISIÓN CÍVICA

 

DE ALICANTE

 

 

 

LES INVITA AL
 

 

 

Homenaje a Julián Antonio Ramírez

 

 

 

Casa de Cultura de El Campello

 

 

 

Domingo 17 de Junio, 19:30 h.

 

 

 

 

Colabora Librería Compás. Universidad de Alicante.

 

la Biblia según los socialistas ( martes 3 de abril de 2007)

la Biblia según los socialistas  ( martes 3 de abril de 2007)

Me cuenta un testigo directo que, en Medellín, durante el ya clausurado IV Congreso de la Lengua, Mercedes Cabrera, ministra que es de Educación del gobierno de Zapatero, inició su único discurso con la siguiente cita: “como dice la Biblia, en el libro del Génesis, en el principio fue el Verbo”.

Juan, el Evangelista, cuando escribió estas palabras no podía sospechar que iba a ser descubierto su plagio tan fácilmente. Lo cierto es que los representantes de las muchas academias que tiene nuestra amada lengua se daban codazos y cierto rector español, cuyo nombre me encantaría poder decir, pero ¡ay! omitiré, comentó: “menos mal que los medios no se han dado cuenta”. Los medios no, pero los asistentes sí y a nadie se le pide secreto de confesión en esos cotarros, que yo sepa.

Lo de confundir a los clásicos tiene una larga tradición socialista. La anécdota de Felipe González, acariciando una testa infantil llamada Héctor y felicitándose de que la gente pusiera a sus hijos nombres “bíblicos”, es casi una leyenda urbana.

Por su parte, Rosa Regás, siempre docta, explicaba a una de sus famosas nietas que Barrabás, del que la niña no había oído ni hablar, era uno de los ladrones que crucificaron junto a Jesucristo, y lo ponía como ejemplo de lo desinformada que está la juventud en materias tan importantes para el “imaginario” literario. A la pobre la educaron en la más rancia tradición nacionalcatólica pero hace ya tanto que se le habían olvidado los detalles.

Porque, según ha contado la gran escritora a un periodicucho de su cuerda –esto es de extrema izquierda- de Buenos Aires, a ella siempre la ha perseguido la ultraderecha. Y lo siguen haciendo, de forma que cuando sale a la calle, en Madrid claro, la gente la escupe y la insulta. Los taxistas la echan de sus vehículos en cuanto la reconocen –sabemos lo ilustrado que es el gremio- y doquiera que vuelva sus ojos no encuentra más que desprecio a su alrededor. Todo porque ella es muy valiente, muy roja y sobre todo muy importante, y porque Madrid está lleno de ultraderechistas.

Cada vez que la invitan al extranjero la buena señora no pierde la ocasión de renegar de su país y de rebajar el valor de nuestra democracia. Supongo que al leerla creerán que Zapatero gobierna de milagro, cercado por un lobby fachendoso que le impide sacar a todos los criminales de la cárcel y llevar adelante su fabulosa Alianza de civilizaciones… en Afganistán. La niña mimada de todos los regímenes, ingrediente de todas las sopas, jaleada, premiada y recompensada bajo Franco, bajo el PSOE y bajo el PP, quiere seguir llamando la atención de sus compañeros de juegos, quiere ser patética, y vaya si lo consigue.

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La terrífica historia de un ojo morado

La terrífica historia de un ojo morado

 

 

 

 
 

Tal vez Gabriel García Márquez.

Sea el más popular de los mortales, porque es asombrosa la cantidad de gente que en una reunión o fiesta cualquiera se refiere al escritor como ''el Gabo", como si lo conociera de toda la vida o fueran primos hermanos del premio Nobel. Algunos hasta hablan de él como ''el Gabito", pero en más de una ocasión he descubierto a ciencia cierta que dicha familiaridad es ficticia, y que quienes lo tratan con tal confianza quizás lo han leído de cabo a rabo, pero nuca han cruzado una palabra con él.

Mi madre, Alicia Moreno de Moya, sí que podía referirse a Gabriel García Márquez y a Mercedes Barcha, su esposa, como amigos muy cercanos, y referirse a él como mi Gabito o Gabo de mi alma, y a Mercedes como Meche linda, o mijita linda, y en medio de cualquier diálogo soltar un ¡eh Ave María!, o unos más contundentes carajos y varios pendejos, que a veces eran de cariño, y a veces simplemente una especie de sustantivo o calificativo de difusas connotaciones.

Y es que Alicia era una colombiana de Medellín, una antioqueña de pura cepa, una auténtica paisa, como la definía el propio García Márquez. El y Mercedes la querían como una de los mejores representantes de la colombianidad en México, por allá a principios de los años 60 del siglo pasado, cuando lo conocí en aquella casa de mi madre que era una especie de embajada paralela de Colombia en México, cuando la oficial estaba ocupada por los militares de la dictadura en turno.

En alguna de aquellas fiestas de intelectuales y artistas de destinos aún inciertos, el tal Gabo no me cayó muy bien que digamos. En plena reunión él se tendió en uno de los largos sofás, la cabeza apoyada en el brazo acodado, y desde esa posición como de marajá aburrido sostenía escuetos diálogos, o emitía juicios contundentes o frases entre ingeniosas y sarcásticas. Estaban aún lejos Cien años de soledad y el premio Nobel, pero el paisano de mi madre se comportaba ya con una seguridad y cierta arrogancia intelectual que no a todos agradaba. Poco después leí La hojarasca, y luego Relato de un náufrago, y El coronel no tiene quien le escriba, y todo lo que escribiría a lo largo de los siguientes casi 50 años, y entendí entonces porqué aquel tipo de bigote y gestos como de fastidio y pocas pero contundentes palabras como de frases célebres, podía recostarse en el sofá en medio de una ruidosa tertulia y decir lo que le viniera en gana.

Por aquellas tertulias en la casa materna fue que tuve cercanía amistosa con García Márquez, con Mercedes y sus hijos adolescentes, Rodrigo y Gonzalo. Yo sí tenía el derecho de llamarlo Gabo, pero nunca llegué a llamarlo Gabito, pues de alguna manera lo he visto como un gigante al que no le van los diminutivos. Siendo fotógrafo y amigo, no le pedí alguna vez que posara para mí, y cuantas veces los visité en su casa fue sin la cámara en el hombro. Ahora tal vez me arrepiento.

Por eso, fue natural que el 29 de noviembre de 1966 el Gabo apareciera por mi apartamento en los Edificios Condesa para que le tomara algunas fotografías para ilustrar la solapa o la contraportada del libro que había terminado después de dos años de trabajo, y estaba ya en manos de los editores. Llegó acompañado de nuestro mutuo amigo Guillermo Angulo, quien había sido mi maestro, pero en esos años trabajaba como cónsul de Colombia en Estados Unidos. El saco que había escogido Gabo para aquella sesión era despampanante, y estuve tentado de sugerirle mejor una foto en camisa arremangada o prestarle una de mis chamarras, pero usaba la prenda con tal naturalidad que adiviné que la amaba y así las fotos se hicieron a su manera. La foto era para Cien años de soledad, cuya edición se preparaba en Buenos Aires. Pero nadie sabía, quizás ni él mismo, lo que ese título significaría en la historia de la literatura.

Casi 10 años después, el 14 de febrero de 1976, Gabriel García Márquez volvió a tocar el timbre de mi casa, ya por distintos rumbos, en la colonia Nápoles, para que le tomara otras fotografías. Esa vez lo notable no era el saco de cuadritos, sino el tremendo hematoma en el ojo izquierdo y una herida en la nariz, causada por el puñetazo que dos días antes le había propinado su colega y hasta ese momento gran amigo Mario Vargas Llosa.

El Gabo quería una constancia de aquella agresión, y yo era el fotógrafo amigo y de confianza para perpetuarla. Claro que pregunté azorado qué había pasado, y claro también que Gabo fue evasivo y atribuyó la agresión a las diferencias que ya eran insalvables en la medida que el autor de La guerra del fin del mundo se sumaba a ritmo acelerado al pensamiento de derecha, mientras que el escritor que 10 años después recibiría el premio Nobel, seguía fiel a las causas de la izquierda. Su esposa Mercedes Barcha, quien lo acompañaba en aquella ocasión luciendo enormes lentes ahumados, como si fuera ella quien hubiera sufrido el derechazo, fue menos lacónica y comentó con enojo la brutal agresión, y la describió a grandes rasgos: En una exhibición privada de cine, García Márquez se encontró poco antes del inicio del filme con el escritor peruano. Se dirigió a él con los brazos abierto para el abrazo. ¡Mario...! Fue lo único que alcanzó a decir al saludarlo, porque Vargas Llosa lo recibió con un golpe seco que lo tiró sobre la alfombra con el rostro bañado en sangre. Con una fuerte hemorragia, el ojo cerrado y en estado de shock, Mercedes y amigos del Gabo lo condujeron a su casa en el Pedregal. Se trataba de evitar cualquier escándalo, y el internamiento hospitalario no habría pasado desapercibido. Mercedes me describió el tratamiento de bisteces sobre el ojo, que le había aplicado toda la noche a su vapuleado esposo para absorber la hemorragia. Es que Mario es un celoso estúpido, repitió Mercedes varias veces cuando la sesión fotográfica había devenido charla o chisme.

Según los comentarios que recuerdo de aquella mañana, mientras ambas parejas vivían en París los García Márquez habían tratado de mediar los disturbios conyugales entre Vargas Llosa y su esposa Patricia, acogiendo sus confidencias. Como suele suceder, los consejos o comentarios de la pareja colombiana rebotaron hacia Vargas Llosa cuando éste volvió al redil y se reconcilió con su esposa. Y lo que sea que se hubiese dicho o sucedido, el caso es que el peruano se sentía gravemente ofendido, y su furia la resolvió de aquella manera expedita y salvaje. Guarda las fotos y mándame unas copias, me dijo el Gabo antes de irse. Las guardé 30 años, y ahora que él cumple 80 años, y 40 la primera edición de Cien años de soledad, considero correcta la publicación de este comentario sobre el terrífico encuentro entre dos grandes escritores, uno de izquierda, y otro de contundentes derechazos.

* Rodrigo Moya nació en Colombia en 1935 y se naturalizó mexicano. Es uno de los fotógrafos más importantes en la historia contemporánea. Entre su trabajo destaca la documentación de los movimientos guerrilleros, incluido un libro con material hasta aquel entonces inédito de fotografías del Che Guevara, y su colaboración con Salvador Novo en trabajos de crónica urbana

 

malos tratos

malos tratos

 

“El maltratador no está enfermo, quiere controlar a su mujer y la sociedad lo permite”

Entrevista con Miguel Lorente Acosta.  Doctor en Medicina y Cirugía, médico forense.  Experto de conocido prestigio nacional e internacional.

Uno de lo mayores expertos nacionales sobre violencia de género acaba de publicar un libro en el que “desnuda” al agresor.  El doctor Miguel Llorente es almeriense.  El comportamiento que encuentra en la sociedad, cuyo sistema y normas permite actuar al agresor, le empuja a reivindicar un cambio cultural.

 

 

“El rompecabezas.  Anatomía del maltratador” es el nuevo ensayo del doctor Miguel Lorente Acosta (Serón 1962), experto en violencia de género.  En su obra trata de desmitificar algunos estereotipos establecidos sobre la violencia hacia las mujeres que impiden llegar hasta el fondo de este grave problema social y global y buscar, entonces, posibles soluciones definitivas.  La violencia, según el autor, se asienta sobre la cultura.

 

Primero fue “Mi marido me pega lo normal”, obra en la que las víctimas eran las protagonistas.  Ahora, en “El rompecabezas” habla de los agresores.  En ella menciona los “motivos del lobo”.  ¿Qué son?

Existe una característica en un maltratador, como una situación mantenida, y es el acoso, ir de menos a más en su aproximación a la víctima.  Se trata de la persecución que se hace de la mujer para controlarla y reducirla; que es común en el maltrato.

 

¿Cuál ha sido su sistema de trabajo?

La obra parte de mi encuentro con la violencia hacia las mujeres, cuando comencé a trabajar como forense en 1988.  Eran casos totalmente distintos a los que yo había visto en mi carrera porque no había una reivindicación, ellas pensaban que eran responsables.  Al ver que era común en todas las mujeres, me hizo estudiar sobre las características de ellas y de los agresores y compararlas con otros trabajos.  Más que un estudio descriptivo, es analítico.

Por su experiencia, ¿dónde nace este comportamiento?

En el egoísmo y desconsideración hacia la mujer, la sociedad y todo lo que signifique algo que no sea nuestro. Quieren mantener una situación de privilegio.  No dicen que esté mal, sino que lo justifican.  El agresor responde a lo que él considera que es un ataque, pero cuando analizas esa situación, ves que buscan justificación y razón para agredir.

 

¿Qué les protege?, ¿es el momento de realizar autocrítica?

Hay que romper con esta cultura patriarcal.  Cuando el caso se ha producido, el rechazo no es suficiente, porque habremos actuado tarde.  Tenemos que posicionarnos hacia la desigualdad y debe tratarse desde la educación y el cuestionamiento de muchos modelos por medio de la información.

¿Y la sociedad, ¿cómo se comporta?

He realizado un estudio sobre la respuesta social hacia la violencia y he comprobado que la actitud no se ha modificado.  Hace cuatro años, el 2,7 % de la gente creía que la violencia era un problema “muy grave”.  Entonces, el número de muertes era de 52.  Ahora, cuatro años después, es de 72 y el porcentaje sigue siendo el mismo.  No existe una evolución a raíz de esa situación tan trágica como es el asesinato.  Somos insensibles ante el estímulo de lo que es la violencia.  Y es que la justificamos.  No damos importancia al bofetón., y cuando se mata creemos que es porque se ha vuelto loco.  Estamos dando naturaleza a la violencia.

 

¿Existe un perfil o un modo de actuar?

No hay una condición previa que haga al hombre ser maltratador.  Hay gente más impulsiva, pero no se traduce en violencia.  Si analizamos las actitudes del los maltratadores ves que existe un proceso gradual de control de la mujer, un intento de cuestionar y aislar a la mujer en sus fuentes de apoyo externas:  familia, aficiones, etc.  Esta actitud puede aparecer diez años después de una relación.

¿No se puede identificar a priori?

No son formas de ser, sino de actuar.  Cuando considera que lo que su mujer hace es un ataque, no un posicionamiento autónomo, puede recurrir a la violencia.  Lo que sí cambia es la forma de ejercer la violencia, pero no viene condicionado por una forma de ser o una patología.

¿Es posible la reinserción?

Tan posible como que no se desinsertan.  La característica es que el maltratador está profundamente insertado en las normas y patrones culturales de nuestra sociedad.  No hay que reinsertarlo, sino sacarlo de esa fuente de referencia para interpretar la relación.  No creo que la solución pase por una terapia o rehabilitación, porque no lo necesitan, no son enfermos.  No están analizando con una distorsión la situación que viven.  Es verdad que encuentran los instrumentos a mano para realizarla.  En una cultura patriarcal habrá facilidad para justificar y recurrir a la violencia, pero en cada uno de los pasos que ha dado el hombre es consciente de lo que ha hecho y obtiene un beneficio, el privilegio.

¿Existen casos de violencia entre parejas del mismo sexo?

Sí.  La violencia es de género por la carga cultural, no biológica.  Va relacionado con el rol que desempeñamos en la cultura.  El que desempeñe el rol del privilegio puede recurrir a la violencia como elemento efectivo (porque le va bien) para llevar a cabo ese papel.

La sociedad patriarcal ya está establecida y enraizada.  Para poder ver la luz, ¿se ha de empezar, ya, desde la educación?

Suena muy teórico, pero para cambiar, hay que modificar las referencias, Cuando todo funciona bien, no hay que cambiar.  Cuando eso se altera por algo al crearse una situación de desorientación, es cuando se toman esas referencias y valores patriarcales, que es lo que legítima para recomponer algo que previamente ha sido alterado por la mujer.  Hay que ser muy críticos y romper muchas de las normas establecidas.  Hablas de listas paritarias y la gente se echa las manos a la cabeza, y son medidas para cambiar las referencias.

¿Qué opina de la Ley Integral?

Es fundamental.  Siempre se puede mejorar. Es una ley para empezar a plantear la violencia no como un hecho aislado, sino una situación continuada que va más allá de lo que es la cuestión jurídico-penal.  La violencia tiene una dimensión global porque afecta a todos los ámbitos en los que se mueve la mujer y todo eso hay que reconstruirlo y hay que abordar cada uno de esos elementos que se han deteriorado afectados por la violencia.

 

El año pasado se incrementó el número de denuncias y también de asesinatos.  ¿A qué cree que se debe?

El asesinato es un acto, pero en este caso hay que analizarlo dentro de una conducta.  De lo contrario, no podemos prever qué es lo que va a ocurrir.  Muchas de las manifestaciones leves pueden acabar en homicidios.  Un maltratador no es un sádico, es una persona que quiere controlar y estar por encima de su mujer, pero no teniendo que usar la violencia.  Ese control se pierde cuando se separa.  Hay un periodo de tiempo en que cree que la mujer va a volver y cuando descubre que no es así, se puede producir ese último recurso que es el asesinato.  La orden de alejamiento en muchos casos no sirve de nada y hay que buscar medidas más individualizadas.  Hay que estudiar a cada agresor.

¿Es pro-feminista?

De hecho profeso el feminismo.  Estoy de acuerdo en los postulados del feminismo tanto en su origen como en su movimiento y pensamiento que desenmascara la desigualdad, la opresión de la mujer y el dominio en nombre de la desigualdad.

 

Por Marta Soler.  “La voz de Almería” 17 de enero de 2005

 

 

 

PARA SER FELIZ

PARA SER FELIZ

 

     
   Persiga metas posibles de ser alcanzadas
  
 
 
   Siempre sonria espontanea y genuinamente
  
 
 
   Comparta con los otros
  
 
 
   Ayude a los necesitados
  
 
 
   Mantenga su espíritu joven
  
 
 
   Relacionese con ricos, pobres, bonitos y feos
  
 
 
   Sobre presion, mantengase calmo!
  
 
 
   Use su humor para aliviar el stress
  
 
 
   Perdona a los que te incomodan
  
 
 
   Tenga algunos amigos en quienes confiar
  
 
 
   Coopere y consiga las mejores recompensas
  
 
 
   Valorice cada momento con quien ama
  
 
 
   Mantenga en alta su confianza y auto-estima
  
 
 
   Respete las diferencias
  
 
 
   De vez en cuando, permitase quebrar las reglas
  
 
 
   Navega en Internet por placer
  
 
 
   Corra riesgos calculados
  
 
 
   ..Y comprenda " Dinero no es todo"

 

 

 

Música

Música

FABIEN MAMAN, MÚSICO Y ACUPUNTOR

"La música puede sanar células enfermas"

Tengo 63 años.  Nací en Niza y vivo en la ciudad universitaria más avanzada de EE.UU., Butler.  Estoy casado y tengo un hijo de 3 años.  Soy músico profesional y licenciado en acupuntura.  La izquierda y la derecha son la misma mafia.  Creo en la energía y en la inteligencia cósmica.  He dado un curso en el Cosmobiotical Institute

IMA SANCHÍS - 09/06/2005

-Usted tenía un quinteto...

-¡Qué época!  Actuamos en el Carnegie Hall, la Filarmónica de Berlín, el Olympia de París, la Ópera de Tokio...  Fue precisamente por un incidente en Japón como descubrí la acupuntura.

-¿Qué pasó?

-El avión llegó con mucho retraso, faltaban pocas horas para salir a escena y todos los músicos estaban agotados.  Se me ocurrió buscar un acupuntor para que nos tratara.

-¿Y?

-Me cambió la vida.  En 20 minutos estábamos todos en forma e hicimos un concierto extraordinario, así que decidí aprender acupuntura para tratar a mis músicos.  Creía que con un cursillo de un mes el tema estaba listo, pero invertí media vida.

-Es estupendo entusiasmarse.

-Lo es.  Yo me entusiasmé tanto que tras siete años de estudio con Boris de Bardo, fundador del College of Naturopathy and Acupunture, y una vez licenciado en acupuntura, en 1978, me fui a seguir estudiando con Sensei Nakazono, el maestro que dio a conocer en Occidente la ciencia del sonido puro.  Diez años más tarde fundé la Academia del Sonido, Color y Movimiento.

-¿Qué enseña?

-Enseño e investigo el poder de la música en el cuerpo.  El diapasón es una herramienta muy efectiva en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades.

-¿Cómo actúa?

-Los diapasones actúan como las agujas de acupuntura.Através del punto de acupuntura las vibraciones llegan por el meridiano hasta el órgano, igual que la aguja, pero más rápido y con mucha más potencia.

-¿Cuáles han sido sus investigaciones?

-Aparte de 20 años de experiencia con pacientes, he realizado un trabajo de investigación con Hélène Grimal, bióloga del centro de investigación de la Universidad de Jussieu de París.  Durante un año estuvimos estudiando el efecto del sonido en las células humanas.  Hemos fotografiado los cambios celulares que se producen bajo la influencia del sonido, de todas las notas, formas musicales e instrumentos.  Fíjese en esto.

-¿Qué es?

-Una serie de fotografías de células cancerígenas, las que afectan a la matriz.  Al ser sometidas a disonancias se destruyen.

-¿Todo es una cuestión de energía?

-Sí, la vibración sonora crea un campo de energía.  Pero no es algo nuevo o extraño.  Los teléfonos móviles funcionan a base de campos de energía.  Esos campos se crean a través de los satélites.  En Francia mi teléfono funciona, pero cuando voy a Estados Unidos no lo hace a no ser que cambie de campo de energía, es decir, de satélite.  Esos campos de energía son invisibles, son lo que llamamos la energía etérica.

-Entonces, ¿la música nos transforma?

-Sí, la vibración de la música entra dentro de ti y te transforma igual que lo hace el Sol.  De hecho, la distancia entre la Tierra y cualquier planeta de esta u otra galaxia se mide en distancias armónicas.

-¿...?

-La distancia armónica se obtiene con un radar que capta la vibración sonora entre, por ejemplo, la Tierra y la Luna.  Cuando hacemos música con instrumentos acústicos esta energía viva produce armónicos y esos armónicos comunican con todas las frecuencias y todo el universo.

-¿Los armónicos afectan a nuestra vida cotidiana?

-Influyen sobre la materia, los vegetales, animales y minerales: sobre todo lo vivo. Con un microscopio es fácilmente visible:  según la vibración que emites, las células cambian de forma y de color.

-¿Mejor cuidar lo que escuchas?

-Si escuchamos la música adecuada en el tono adecuado a las estaciones nos sentimos mucho más saludables psíquica y físicamente.  Ahora, en primavera, le recomiendo la tonalidad de la; por ejemplo, el concierto de Mozart en La Mayor.  En verano, do -Concierto para piano y orquesta en do de Beethoven-.  Para otoño, sol; y para invierno, re.

-¿Y los instrumentos?

-En primavera, flauta de madera; en verano, cuerda; en otoño, metálicos...  Si escucha el timbre adecuado y la tonalidad correcta en cada estación, verá como su vida se armoniza y tiene más energía.  Cada instrumento conecta con un órgano del cuerpo.

-¿Qué efecto tienen los tambores?

-Están vinculados con los riñones, los refuerzan.  Las cuerdas, violines y guitarras fortalecen el corazón.  Todo lo que es metálico estimula los pulmones. Las flautas de madera son buenas para el hígado.  Le propongo un sencillo experimento.

-Usted dirá.

-Vaya a un concierto, cierre los ojos y observe por ejemplo dónde siente los tambores, verá claramente que los siente en los riñones.  Cuando oiga el chelo percibirá como el corazón se armoniza, y cuando oiga instrumentos metálicos o de viento observará que sus pulmones se ensanchan.

-¿Y cuál es el efecto de la música enlatada?

-Pierde el 50% de los armónicos, que son los que penetran y los que curan.  Escuche música en vivo, cuanta más mejor, porque nutre.  Y si escucha música en casa, evite los instrumentos eléctricos y los sintetizadores.

-¿Hay música poco saludable?

-La música electrónica o demasiado alta desorganiza el campo energético.  Fíjese que los adolescentes cuando salen de las discotecas están pálidos y algo desorientados.  Su campo magnético permanecerá alterado durante varias horas.

Pertenece a las asociaciones y centros de investigación más prestigiosos de Francia, donde la acupuntura está incluida en la Seguridad Social.  Pero este hombre ha tenido dos vidas que han confluido en una.  Primero fue compositor e intérprete de jazz reconocido, luego estudiante de acupuntura, después acupuntor especializado en músicos y, finalmente, investigador sobre el poder curativo del sonido.  Mientras estaba en el útero materno, su padre le tocaba el piano: "Los gitanos también lo hacen, por eso todos nacen con buen oído". Tiene remedio para todo:  “La guitarra española tocada a buen ritmo va bien para la circulación; el arpa, para dormir; la flauta dulce en tonos altos, para la concentración, y, para estar contento, tambores y guitarras".