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Entrevistas

Entrevista a Ricardo Arjona

Entrevista a Ricardo Arjona

Una canción es una novela de tres minutos

 

 

 Por Gustavo Tatis Guerra *

 

Había cruzado la plaza con una visera tratando de hacer invisible su sombra de un metro con noventa y cinco centímetros, pero su alma sonora no pasa desapercibida en ninguna parte.

 

Ricardo Arjona estuvo recientemente durante tres días en Cartagena de Indias, casi de incógnito, y lo primero que hizo al despertar fue irse a Aracataca a  conocer la casa donde nació García Márquez.

 

Viajó en avioneta por la Zona Bananera y arribó por la noche al bar-museo La Cueva, en Barranquilla. Casi a la misma noche se encontró con Jaime García Márquez en el bar El Barco Ebrio, en el corazón amurallado de Cartagena.

 

De una larga conversación con el artista, destacamos para Con-fabulación, estas respuestas del dos veces Premio Grammy (2007) y Premio Grammy Latino (2006), por su abum Adentro.

 

 

 

¿Qué le ha sorprendido de Colombia?

 

—El gran potencial artístico que es el país. Hay una explosión y una ebullición en las artes, un gran nivel cultural, un deseo de expresarse en lo artístico. Uno lo percibe en la misma gente que incluso aparentemente no tiene nada que ver con el arte, hay una actitud hacia lo artístico. Y eso no es ahora. Vemos que Colombia es además uno de los países con mayor presencia en la música. Para mí es el país latinoamericano más artístico que he conocido.

 

 

 

Lo que uno percibe es que detrás de cada una de sus canciones hay un poeta. ¿Cómo es su relación con la poesía?

 

—Me dejo llevar por la poesía. Soy un lector voraz desde los 17 años. Lo que persigo en mis canciones es la emoción, las ansias de decir. Creo que es lo que más me interesa. Emocionare es lo más importante. Pintar con palabras me ha ayudado muchísimo. Lo único fundamental es amar lo que uno hace. En eso soy egoísta: las canciones tienen que gustarme a mí. Trabajo las emociones. Leo mucha poesía.

 

 

 

¿A qué poetas relee?

 

—Me gusta César Vallejo, García Lorca, Pablo Neruda, Jaime Sabines. La novela que más me ha impresionado es Cien años de soledad, de García Márquez, pero El amor en los tiempos del cólera me motivó a hacer una canción. Las novelas de Vargas Llosa, La fiesta del chivo y Travesuras de la niña mala, me han conmovido. Soy lector de novelas y poemas. Muy joven leí El Quijote, de Cervantes, y La madre, de Gorki. A mí un texto me atrae cuando me golpea emocionalmente.

 

 

 

¿Cómo es la experiencia de convertir en música un texto?

 

—El texto es música también. A veces me tropiezo primero con la música. No me importa a veces cómo están escritas, quiero decir, lo que cuenta es que el poema transmita emociones. Empecé a escribir una novela y cuando iba por la página setenta me ocurrió una pequeña pero inolvidable tragedia: no sé qué ocurrió pero uno de mis dedos borró toda la novela. Empecé de manera desesperada a rescatar esas páginas, pero fue imposible. Creo que el chip de la literatura tiene una dimensión de tiempo distinta a la música. Una canción es una pequeña historia de tres minutos. Una novela se resuelve en cien o más páginas.

 

 

 

 

 

Ha dicho usted que la mujer tiene un alma ventajosa sobre el hombre...

 

—Es que nos llevan ventajas en la manera de ser y expresar sentimientos. No dan vueltas para abrazar y solidarizarse. Cuando tienen que llorar lloran, no se reprimen. Hace poco necesitaba escoger una entre tres canciones y no dudé en preguntarle a mi hija Adrian, y ella me dijo: La tercera. Esa sinceridad es contundente. Los hombres se manifiestan menos, tienden a la mentira y el complejo del macho les inhibe expresarse, son una mochila de culpas y complejos. La mujer no.

 

 

 

¿Cuál cree usted que es la canción que más lo ha conmovido?

 

—La más cercana a la perfección es la canción La construcción, de Chico Buarque, que es una de  mis favoritas. Toda esa canción está hecha con un juego de esdrújulas: "Amó aquella vez como si fuese última, besó a su mujer como si fuese última, y a cada hijo suyo cual si fuese el único, y atravesó la calle con su paso tímido".

 

 

 

Un hombre exitoso como Arjona, a qué le tiene miedo?

 

—Le tengo miedo al miedo. Soy un hombre que tiene muchos miedos pero los meto todos en una licuadora y sale uno solo. Cuando niño me sentía transparente. Era flaquito y sentía que las miradas me perforaban. Algo de loco debe tener un hombre a la hora de salir a un auditorio a cantarle a quince mil personas. Cada vez que ocurre eso yo lo vivo con la emoción y los miedos de la primera vez, y no creo que sea un libreto repetitivo. Me gusta la libertad, no me gusta acostumbrarme a que las cosas sean iguales. No hay que ser excesivamente serio. Hay que burlarse de uno mismo.

 

 

 

* Poeta y narrador. Editor Cultural de El Universal. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.

 

 

 

La urbanidad de Escobar

La urbanidad de Escobar

Por Iván Beltrán Castillo

 

Durante muchas décadas, como un intruso engolado, la Urbanidad de Carreño fue el libro de la etiqueta colombiana, la Biblia de las buenas maneras, el faro de nuestra sociabilidad. Allí, según sus adeptos, se encontraban conjuntadas las fórmulas y los clishés capaces de expresar nuestro donaire, nuestra hipotética clase, nuestra pertenencia a una raza lavada de pecados y heredera de la epopeya histórica. Pero esa urbanidad, escrita por un cejifruncido moralista venezolano, se hizo anacrónica, comenzó a ser despreciada por los más jóvenes y terminó convertida en reina de burlas o, en el mejor de los casos, en exquisita representación literaria del Kitsch criollo. Después se volvió ridículo seguirla: había escapado de nuestro subconsciente, que no es otra cosa que el agrimensor de la memoria.

 

¿Qué Urbanidad remplazó a la urbanidad de Carreño?

 

Porque una sociedad siempre necesita de modelos a copiar, de vetos a seguir, de formulaciones que le den, aunque sea en apariencia, solidez y realidad.

 

Con frecuencia los maestros del erotismo enseñan que el objeto más deseado, aquel que encarna nuestro abismo y que, en el fondo, nos revela, produce vértigo, repulsa, indignación, rechazo, terror, hilaridad: Es la imagen que nos reflejaría si nos paráramos frente a un verdadero espejo.

 

Pues resulta que, curiosamente, hace años, con o sin inocencia, la mayor parte de la sociedad colombiana tiene vértigo, repulsa, indignación, rechazo, terror, hilaridad hacia los modelos sociales creados por el narcotráfico, pero no ve con malos ojos sus escenografías, ni sus vestuarios, ni sus diálogos, ni mucho menos la costosa superproducción de su infernal oasis. La relación erótica es innegable y puede explicarse tanto con la inteligencia como con la intuición. ¿No será ese el motivo de que entre nosotros los jueces hayan terminado comulgando con los enjuiciados? ¿No será el altar de los deseos el que fatalmente vincula y aproxima a la víctima con el victimario, al ofensor con el ofendido? ¿No es coherente suponer que, lejos de razones científicas o médicas, despotricamos y perseguimos a los narcotraficantes, porque no son más que la visión de lo que nos excita?

 

Nadie está dispuesto a reconocer en una fiesta o en un salón de onces que sus secretos anhelos podrían estar emparentados con la colección de deseos labrada por los emperadores de la ilegalidad, y que sus metas vitales no distan demasiado de las que los trasnochan a ellos. Sin embargo, el affaire se revela con suma claridad cuando vemos la comunión de sus gustos, sus hobbies, sus reflexiones, sus programas de televisión, sus libros, sus clubes, sus discotecas y sus partidos políticos.

 

¿De qué sirvió, pregunto, nuestra fidelidad a Carreño? Los soporíferos años en que nos adoctrinó? ¿Sus esfuerzos por blindarnos contra el diablo de las malas costumbres o los malos amigos? ¿De qué valieron sus vindicaciones y sus anatemas?

 

Esa baraja de sueños regados con sangre que erige el edén del tiempo de los asesinos, y cuyo cielo no es precisamente el de Milton o San Agustín, constituye el nutriente mitológico que impulsa nuestro fragor actual, engrana la maquinaria de la sociedad y riega generosamente el jardín de sus ilusiones. ¿O es que no se parece el ideario huachafo de los narcos –dinero a como de lugar, triunfo a como de lugar, buena vida a como de lugar– a la bitácora seguida por una buena porción de la sociedad colombiana? ¿No es amar al dinero por sobre todas las cosas el primer mandamiento de esos dos bandos, en apariencia enemigos?

 

Repito: qué urbanidad remplazó a la urbanidad de Carreño?

 

Hace unos pocos días, en un espectáculo montado con bombos y platillos, descubrimos la verdad, cuando la amante del capo de capos, el hombre que es al narcotráfico o que Newton a las matemáticas o Santa Teresa al misticismo, hizo para nosotros un alucinante Strip-tease, un espectáculo tan escabroso como colorido. Relató, frente a millones de teleespectadores, con minucioso erotismo, con cinematográfico sentido de la narración, con exultantes invenciones verbales, su amartelamiento con uno de los más grandes asesinos de la historia universal, pero primó en el reportaje la fascinación por el río de sus dólares, por el encanto de sus años de esplendor, y por la leyenda de una Dolce vita labrada a bombazos. Y la bella pérfida declaró con poético cinismo que la única diferencia entre el amor que ella le tuvo al Padrino y el que le tuvo la sociedad colombiana, fue nada más una cama. El enrazado de joya policial y novela romántica tuvo una aceptación aplastante.

 

No lo sigamos negando: a la urbanidad de Carreño la remplazó la urbanidad de Escobar.

 

 

 

La médica del alma

La médica del alma

Entrevista a Ghislaine Lanctôt

 

 

«Es el estado del alma lo que determina la salud mental»

 

P:  ¿Qué papel juegan para usted las medicinas alternativas?

 

R:  Las medicinas alternativas producen un bienestar más interesante que el que proporciona la medicina convencional.  La medicina convencional corta, quema y envenena.  Corta con las operaciones, envenena con la quimio y envenena con los rayos.  Las medicinas suaves pueden poner orden de forma temporal en el cuerpo, pero como el problema está en el alma, antes o después habrá que afrontar el problema del alma.

 

Es el alma quien enferma a los demás cuerpos.  Por ejemplo:  mi trabajo ya no me conviene, tengo náuseas por la mañana cuando pienso que tengo que ir a trabajar, entonces empieza a dolerme la espalda, las rodillas, la tripa.  Puedo ir a ver a alguien que practique la medicina suave, va a ayudar a mi cuerpo, puedo tener tratamientos de técnicas energéticas que ayuden a mi cuerpo emocional y mental; pero hasta que no solucione lo que pasa con mi trabajo voy a seguir enfermando porque mi alma me dice «sal de aquí».  Es interesante porque el alma entrega un mensaje cada vez más fuerte y cuando no entiendes te lanza un ladrillo a la cabeza:  un accidente de coche, un divorcio, alguien que muere en la familia, una enfermedad, perder el trabajo…  Algo fuerte para que tú reacciones.

 

P:  ¿Puede ser que a unos les sorprenda un accidente y a otros les anuncien que tienen metástasis?

 

R:  Sí, pero la metástasis no existe, son cánceres secundarios, cánceres que se desarrollan después del primario.  Pero no existe esta idea de metástasis, es otra mentira de la medicina convencional.

 

P:  Desde su punto de vista como «médica del alma» ¿cree que hay alguna solución a este tipo de enfermedades?

 

R:  Nunca es demasiado tarde, la sanación puede ocurrir en cualquier momento.  El problema es que cuanto más acuda al médico, más miedo voy a tener y más voy a enfermar.  Es un círculo vicioso.  Por eso yo digo «deja de ir al médico».

 

P:  ¿A usted le va bien esta filosofía de vida?

 

R:  A mucha gente le funciona, no sólo a mí.  No es el médico el que puede sanarme, él hace que yo enferme más y acabo muriéndome.

P:  Cada vez hay más casos de cáncer cuyos enfermos reciben quimioterapia.  ¿No cree que en algunos casos la quimioterapia cura?

R:

La quimioterapia es veneno. Normalmente no hace bien a nadie. Hay que saber que hay siempre un conflicto, cualquier enfermedad es psicosomática. Siempre hay un conflicto a raíz de una enfermedad, pero si yo identifico el conflicto y lo soluciono, la enfermedad se va. Es así que yo entendí que la medicina estaba totalmente controlada por el dinero. Entonces, lo que nosotros hacíamos como médicos era enfermar más a las personas para así generar ganancias para la industria. Entonces, ¿qué es la salud? En la facultad sólo me enseñaron lo que es la enfermedad. Entonces, ¿qué es gozar de buena salud? Yo llegué a la conclusión de que el cuerpo sólo manifiesta el estado del alma. Y cuando mi cuerpo está enfermo es porque mi alma está enferma. Entonces el cuerpo por sí solo no enferma, es como un espejo que refleja lo que pasa dentro. Para ver mi alma, miro mi cuerpo y veo lo que hay en mi alma. Entonces no sirve de nada tratar sólo el cuerpo. Hay que mirar el alma, ¿qué es lo que no funciona en el alma, cuál es la enfermedad del alma? Es la guerra.

Porque mi alma me dice internamente que haga algo y mi ego me dice que haga lo contrario. Entonces hay una guerra interna. La enfermedad es siempre la manifestación de un conflicto dentro de mí. Hay dos aspectos: el cuerpo y el alma. ¿Qué quiere el alma? El alma quiere la emancipación del ser y el cuerpo quiere la seguridad del haber, del tener. Cada uno tira por un lado, el estrés significa la guerra interior. Cuando trato el alma, todo el cuerpo se alinea sobre este equilibrio. No quiero decir que no haya que cuidar el cuerpo físico, sino hacer las cosas en el orden correcto. Primero el alma, después el cuerpo mental, después el cuerpo emocional y después el cuerpo físico. Y lo solemos hacer al revés. La medicina convencional se encarga del cuerpo físico, y no trata el resto.

P:  ¿No cree que la propia sociedad demanda que el médico se ocupe del cuerpo físico y le dé una medicina para el dolor?

 

R:  Absolutamente.  La sociedad misma, nosotros somos los que creamos esta mafia a nuestra imagen y semejanza.  El problema es que damos prioridad al «tener» sobre el «ser», ése es el desorden, priorizar el cuerpo en vez del alma. Para volver al orden hay que dar prioridad al alma en lugar de otorgársela al cuerpo, eso genera orden, paz y salud. Eso, en definitiva, es la salud.

P:  Eso es mucho más complicado que tomarse un pastilla…

 

R: Cierto, pero ¿qué hace una pastilla?  Te da la ilusión de que estarás mejor, pero con el tiempo reaparecen los síntomas.

P:  En el caso del paludismo, por ejemplo, alguien sano se enferma por beber agua contaminada, ¿también en este caso insiste en su teoría?

Eso es válido para todo.  No hay ningún microbio exterior que pueda enfermar, soy yo la creadora de mis enfermedades.  Y ésta es la verdadera enfermedad del alma, el no saber que soy yo quien la está creando.  Como yo pienso que no soy responsable, me imagino creadores exteriores:  microbios, tumores, etc.  Por ejemplo un simple catarro:  hace frío, me cojo un catarro.  Y por lo tanto puedes tener un catarro en verano, es un sinsentido, no tiene nada que ver con el frío.  Con esta estructura de pensamiento voy generando la guerra hacia los factores exteriores.  Y por eso se crearon las vacunas.  ¿Qué son las vacunas?  Dar la enfermedad de forma más debilitada para que el cuerpo reaccione.  Es decir, no tengo la enfermedad pero si algún día la contraigo, sería menos grave porque ya me he puesto la vacuna.  Te voy a dar otro ejemplo, tengo miedo de que mi hija sea violada.  Entonces le voy a dar un violador debilitado, entonces si un día la violan será menos grave porque habrá tenido un pequeño violador y entonces estará preparada. La vacuna funciona igual.  Es algo de locos. Vivir en el desorden lleva a este tipo de locuras. Por ejemplo, la gripe aviar.  ¡Es extraordinario! Cerca de donde vivo había una experta muy seria que vino de parte de las autoridades médicas y nos ha dado cifras:  en el plazo de nueve años se murieron cerca de 152 personas de gripe aviar en el mundo, solo en Canadá mueren cada año 10.000 personas por errores médicos, no de enfermedad sino de equivocaciones.  ¡Yo creo que más bien habría que vacunar a los médicos! (risas).  No hay epidemia, no hay nada.  Entonces se ha creado una pandemia a escala mundial, en la cual se han gastado millones de dólares para tratarla pero no hay nada.  Esto está en preparación desde hace muchos años.  Llevamos de cinco a siete años oyendo hablar de una pandemia.  ¿Cómo se puede anunciar que va a haber una pandemia?  Una epidemia surge, ocurre, pero no la puedo prever, es un montaje.

P:  Pero la gente tiene miedo…

 

R: Sí, es una forma de manipulación mental para llevarles a pensar que va a ocurrir una epidemia.  Y un día cuando ocurra las autoridades dirán que ya lo habían previsto.  Es algo que está preparado desde hace mucho tiempo, hay un proceso escondido detrás de esto.  Yo no sé exactamente lo que es, puede ser por ejemplo ponerle a todo el mundo un chip electrónico porque cuando hay una campaña de vacuna se puede poner cualquier cosa en la jeringuilla.  Así que es posible que haya una estrategia que consista en decir que hay una epidemia y que hay que vacunar a todo el mundo y entonces pondrían el microchip. Yo estoy segura de que hay algo detrás, un propósito escondido en decir que hay una epidemia y que hay que tener cuidado. Es una hipótesis.  De todos modos sea para lo que sea el propósito es el control sobre la población.

P: ¿Tiene todo esto algo que ver con la trilogía de la mentira de que habla en su libro La mafia médica?

R:

Absolutamente.  Hablo mucho de las vacunas en el libro y lo que yo digo a este respecto en el libro es lo que desencadenó la ira del colegio médico.  Porque las vacunas no se tocan, son sagradas, puedes hablar de cualquier cosa, la industria, los medicamentos, pero cuidado con las vacunas.  Porque las vacunas otorgan importantes ganancias a la industria, pero a las personas les puedes transmitir cualquier cosa. La vacuna es un medio para producir genocidios con un blanco específico.

Cuando se quiere distribuir a un pueblo o a una raza, la administran, mira lo que está ocurriendo en África.  Ellos lo llaman sida, pero ¿qué significa sida?  «Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida».  Entonces es el propio sistema inmunitario que se ha debilitado, de modo que cualquier afección es mucho más grave.

P:  ¿Quién está detrás de toda esta estrategia?

R:

Los que mandan.  Hay un gobierno mundial que tiene todos sus ministerios, para la salud es la OMS, pero también están la UNESCO, UNICEF, FAO, FMI, Banco Mundial, etc.  Todos los países miembros de la ONU obedecen las órdenes del gobierno mundial.

P:  ¿Ve solución para esta situación?

 

R:  Sí (risas) sino mal vamos.  La solución que yo propongo en el libro es la soberanía individual.  Es tomar conciencia como persona individual de que soy yo la que tiene el verdadero poder.  Por ejemplo, los McDonald's, cuando la gente deja de ir a estos restaurantes la empresa se debilita, son las multinacionales, que son todopoderosas.  Si yo dejo de comprar y de dar dinero a las multinacionales ya no valen nada, no ganan dinero.  Si los enfermos dejan de ir al médico, se derrumba el sistema médico, si dejo de pagar impuestos no hay gobierno.  Entonces ¿dónde está el verdadero poder?, en la persona y la palabra SOBERANÍA, significa el poder último, el más alto, que siempre hemos pensado que estaba fuera y está dentro de nosotros.

Si pensamos en el poder más elevado, pensamos en Dios.  Y ¿qué es Dios?  Es el espíritu que crea todo el universo y esto está dentro, no fuera.  La solución viene cuando yo tomo conciencia de quién soy verdaderamente y que voy a comportarme tal y como yo soy, encontraremos la salud perfecta y la inmortalidad, que es más interesante que morir ¿no?

P:  Y ¿Cuál es el primer paso que debemos dar?

 

R: Primero empieza por tomar una decisión, que consiste en dar rienda suelta a mi alma, es mi alma quien manda y no el ego, entonces dejo de pelearme, significa escuchar lo que me dice mi alma. Por ejemplo, mi alma me dice: «deja este trabajo, ya no resuena contigo, deja de hacer eso»; pero el ego me va a decir: «No, ¿estás loca o qué?, tienes que pagar el alquiler, sostener la familia, ser buena madre o buen padre...».  Esa es la guerra, entonces dejo de pelear y escucho a mi alma.  Y el ego empieza a agitarse y a ponerse inquieto ¿qué va a pasarme?  Quiere controlar, es su función.  ¿Qué va a ser de mí?  Pues no lo sé, soy yo la que va creando qué va a pasarme.  ¿Me voy a pelear conmigo misma?  No, voy a hacer las paces.

Algo que se puede hacer varias veces al día y que mejora automáticamente cada vez la salud es decir la verdad.  Mentimos todo el tiempo, pero incluso sin darnos cuenta, estamos tan acostumbrados a hacerlo… tenemos mentiras gordas y otras que se llaman «medias verdades», pero la mitad que falta es una mentira. Y hay otra categoría de mentiras que son por omisión. Y esto se llama un secreto. A veces mi hijo viene a verme y me dice: «Mamá, tengo que decirte algo, pero no se lo digas a nadie». Si es un secreto y tú no puedes guardarlo, no me pidas a mí que lo guarde. Si para ti es un secreto y me lo transmites a mí porque pesa mucho sobre tus hombros, yo tampoco lo voy a guardar.

Son cosas del día a día. Si me quedo en la mentira y siempre estoy mintiendo, poco a poco voy destruyendo mi salud. Miento porque tengo miedo, es el ego el que miente, el alma nunca miente, dice que diga la verdad. Cosas así pequeñas hacen que vaya mejorando mi salud en vez de empeorarla.

¿Qué es la fiesta del día del padre o del día de la madre? Son fiestas comerciales que me están obligando a celebrar la fiesta y comprarle algo. ¿Qué estoy celebrando con esto? Celebro que mi madre se ha sacrificado toda su vida por sus hijos, que ha luchado toda su vida para mantener su papel de madre o celebro que mi padre toda su vida ha trabajado para conseguir que su familia viva bien. En definitiva, celebro que mi madre y mi padre han hecho todo lo posible para seguir juntos y mantener a la familia unida. Celebro la enfermedad y la muerte, hay que pensar en eso. ¿Qué es el padre y la madre? La muerte. Cuando esas personas se han quedado juntos aunque no tengan nada que ver unos con otros, ya se ha acabado la cosa, pero se han quedado juntos para que la familia se mantenga unida, en vez de escuchar a su alma. Y yo voy y digo, «gracias». Otro ejemplo cercano sería celebrar el día del padre o de la madre. Y podría explicar a mis padres que no voy a celebrar ese día, que tengo gratitud y reconocimiento por todo lo que han hecho por mí, pero que no voy a celebrar un rol, un papel que destruye el alma, hace que envejezcamos y muramos. Y entonces, ¿qué dirá mamá? Lo que me impide tomar esta decisión es el miedo a que mamá o papá no me quieran porque sigo esperando el amor exterior. En vez de darme cuenta de que el amor está dentro de mí, soy yo quien puedo amarme a mí misma.  Si voy buscando el amor exterior, sufro.  Si yo vivo con amor por mí enfocado hacia mi interior, no por miedo de lo que la gente pueda pensar de mí, mi salud mejora.  Entonces vamos a ser seres inmortales, eso no significa que nos vamos a quedar por siempre vivos aquí, sino que puedo encarnarme y desencarnarme a voluntad.  Puedo materializarme y desmaterializarme, depende de mí.

Es una cuestión de la evolución de la conciencia humana y cuando haya suficiente número de personas que sean conscientes de esto, vamos a alcanzar la masa crítica.  Hay personas que darán el salto y otras que no.  Eso ya se pude ver, son más o menos 100.000 personas sólo en el planeta.  Por ejemplo, toco aquí y siento un bulto en el pecho.  Tengo dos posibilidades o me quedo aquí quieta y no hago nada o me voy corriendo al médico.  Si voy al médico me va a decir que tengo un cáncer.  En la mente está escrito «Cáncer igual a muerte».  Entonces si yo he sentido miedo y he ido al médico, el doctor me ha asustado aún más y me recomienda quimioterapia.  A mí eso no me agrada porque la gente que conozco que se la ha hecho se pone verde, siente náuseas, no tiene pelo y tienen un estado muy debilitado y triste.  Entonces cada vez tengo más miedo, cada vez estoy más enfermo y cada vez me acerco más a la muerte.

Eso ocurre si tomo la opción del médico. En el otro caso mi cuerpo me muestra que hay un conflicto interno, el bulto en este pecho es un regalo que me hago a mí misma, no quiero quitármelo, es mi espejo el que me está indicando algo.  Le voy a decir al bulto:  ¿qué tienes que decirme?, háblame.  Gracias por manifestarte.  Te escucho, háblame de mi conflicto.  Entonces yo digo a mi alma:  te dejo libre.  Voy a vivir y sentir el miedo a morir.  De esta forma yo puedo sanar definitivamente, no una remisión temporal, una verdadera sanación.

Por ejemplo, ¿qué es un divorcio?  Una ruptura.  Algo me dice:  «no, no te tienes que divorciar, quédate junto a esa persona» y algo me dice: "no, ya se acabó".  Actualmente hay más divorcios porque la conciencia se eleva y la gente hace más caso a sus sentimientos.  El divorcio y dejar un trabajo no son buenas opciones para la seguridad del haber. Hay cada vez más personas que dejan carreras brillantes porque ya no le encuentran sentido a lo que hacen.  Es normal porque la conciencia se eleva.

Si no hago caso a mi alma y sigo en ese trabajo me enfermo y cuando voy al médico me manda antidepresivos.  ¿Y qué son los antidepresivos?  Son drogas que hacen que yo ya no sienta nada.  «Mi trabajo bien, seguiré con él». Con ayuda de estas pastillas soy efectivo y puedo seguir pagando la hipoteca.

Algo que causa mucho estrés es el endeudamiento de las familias.  Una manera de sanarse es salir de este sistema de endeudamiento porque supone esclavitud.  Es la «simplicidad voluntaria» es un movimiento social de gente que lo adopta deliberadamente.  Yo no lo recomiendo como movimiento social, pero sí como medida temporal para salir de esta trampa.  De forma que las necesidades materiales dejan de ser la prioridad en mi vida y más bien es el alma lo prioritario.  La «simplicidad voluntaria» consiste en reducir las necesidades materiales.  Por ejemplo si tengo una casa grande con una hipoteca muy elevada, un cochazo a juego con la casa, hijos que visten de marca, van a una escuela privada, etc.  Todo eso cuesta dinero y tengo que seguir trabajando, pero ya no me gusta mi trabajo y ahí estoy preso y eso es un estrés tremendo. La persona piensa que no tiene salida:  si dejo mi trabajo ya no seré capaz de ofrecer caprichos a mis hijos, perderé a mis amigos pijos, mi prestigio, mi mujer, reputación…  No se puede imaginar la vida sin nada de eso, pero es posible. Vendo la casa, vendo el coche, vamos a una casa más pequeña, los niños dejan de ir al colegio público y se les manda a uno privado y así tengo tiempo para mi alma.  Eso es realmente la salud, esas cosas de la vida cotidiana son las que hacen que mi salud esté mejor o peor.

P:  Usted demostró ser muy valiente cuando escribió el libro La mafia médica que le costó la expulsión del colegio de médicos, supongo que vivió un conflicto importante.  ¿Cómo se decidió a dar el paso?

 

R:  Yo sabía que publicando este libro se acababa para mí la carrera de medicina.  Yo me acuerdo de ese momento y me dije:  «Si no escribo este libro, me muero».  Quizás no hubiera muerto rápidamente, pero sí a nivel del alma.  No fue tan difícil, más difícil fue dejar mi papel de «buena madre».

P:  ¿A qué se refiere?

 

R:  Mis niños ya no lo son, ya no soy madre.  Tuve que dejar de preocuparme por mis hijos.  Un pasaje importante fue que mi casa ya no era más su casa.  Yo tengo dos hijas y cada una de ellas había dejado en mi casa dos tazas para el desayuno.  Hace más de un año llegó una amiga y me ofreció dos tazones, no tenía sitio para ponerlas todas y decidí quitar las tazas de mis hijas.  ¡Eso fue tremendo!  Era como un enlace, un símbolo del vínculo con mis hijas y se trataba de cortar ese tipo de lazos.  Entonces una dijo que vale y la otra dijo que ni hablar y volvió a colocar la taza en su sitio.  Yo le dije:  «pues tú haz lo que quieras, pero yo ya he hecho lo que tenía que hacer».

P:  El desapego, entonces, ¿tiene que ver con conseguir una buena salud?

 

R: Sí, desapegarse de los papeles de madre, de hija, etc. Cuando estoy apegada a algo es que tengo miedo de perderlo y si tengo muchos apegos no puedo avanzar.  Con mi libro La mafia médica todo se fue, el título de médica, la profesión, pero para mí era muy fácil.  Cada uno tenemos cargas y apegos distintos.  También hay gente que tiene apegos a los apellidos y tiene hijos para perpetuar el apellido de la familia.

Marta Gómez Esteban

 

Revista Primavera 2007

      

¡Dios no quiera que aparezca el manuscrito del Quijote!

¡Dios no quiera que aparezca el manuscrito del Quijote!

ENTREVISTA FRANCISCO RICO
ACADÉMICO Y EDITOR DEL QUIJOTE

 

El manuscrito del Quijote era un galimatías. Lo ordenó alguien, probablemente un copista, y en nuestro tiempo el responsable del último orden es Francisco Rico, editor de la obra de Miguel de Cervantes.

Rico cumple a finales de este mes 65 años; filólogo, catedrático de la Autónoma de Barcelona, académico, se ríe cuando le dices que suplanta a Miguel de Cervantes, cuyo Quijote ha reescrito. "No", dice, "he sido su editor", y en función de eso hizo la que fue edición académica con la que el pasado año se canonizó en todo el mundo como la principal obra de la historia de la literatura española, en el 400º aniversario de su publicación. Ahora, en vísperas del aniversario de la muerte de Cervantes, esa edición, que apareció con el emblema de las Academias de la Lengua, editada por Alfaguara en España y en América Latina, aparece de nuevo en Punto de Lectura, ya sin los prólogos que tuvo, con una nota en la que el académico cuenta cómo ha puesto en orden el manuscrito, y con una portada que él atesora: un dibujo de Manolo Valdés que representa al ingenioso hidalgo. En esta conversación, Rico cuenta cómo va su relación con el más insigne escritor de la historia del español, y cómo ha hecho para poner orden en el libro.


Pregunta.
El "Quijote". ¡Cómo si lo hubiera reescrito!

Respuesta. La gente no tiene idea de lo que es hacer el Quijote. Vamos a suponer que aparece el manuscrito autógrafo de Cervantes... y Dios no lo quiera, porque tocaría bastante las narices.

P. ¿Por qué?

R. Porque está escrito a pedazos, como escriben todos los escritores. En el siglo XX se daba una copia mecanografiada que podría hacer una secretaria. Pero el Quijote lo fue escribiendo Cervantes en ventas, en posadas, en caminos, en los papeles que tenía a mano... El peor copista del mundo, para poner en orden un libro así, es el autor, porque en esas circunstancias comete más faltas que un mecanógrafo. El manuscrito autógrafo de Cervantes podía ser mucho peor que una copia puesta a limpio, como probablemente fue, y como se hace hoy. ¡Ningún escritor da los originales!

P. Y, como los autores actuales, sería muy latoso.

R. Para nada.

P. ¿Y eso cómo lo sabe?

R. Porque era así en la época. Cervantes no tenía ortografía alguna, como no la tenían las personas privadas. La ortografía la tenían las imprentas, hasta que la Academia la organizó un poco. Los escritores escribían haber sin hache, con uve o con be, daba igual. Cervantes no ponía ni puntos ni comas, ni por casualidad. Lo ponían los editores antiguos, por su cuenta, unas veces interpretándolo bien y otras veces haciéndolo mal. Y Cervantes les dejaba absoluta libertad. ¡Él escribió toda su vida Cervantes con be! Él sabía que lo que ocurría antes de la imprenta y durante la imprenta eran cosas distintas.

P. Ni el título es el verdadero...

R. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha no es el título de Cervantes. Él había titulado El ingenioso hidalgo de la Mancha, que es el título con el que pide el permiso para publicar el libro. Y ése es el título que recuerda al final de la obra.

P. ¿Por qué lo cambian?

R. Lo cambia la imprenta. Hacían un triángulo con el título, y si nos fijamos en la portada original y quitamos Don Quijote, sólo te quedan dos líneas.

P. ¿Era descuidado?

R. De Cervantes no sabemos nada. Tenemos muchos datos, pero prácticamente ninguno de su vida íntima. Sabemos que su casa era un escándalo... Las hermanas, la hija, tenían hijos por aquí y por allá, pero de él sabemos poco. Creo que era un tipo que veía las cosas desde lejos, y eso se ve en el Quijote. Y pensaba que no había que meterse en la vida de nadie.

P. ¿Políticamente, qué era?

R. Era como un ex combatiente de la División Azul. Había luchado voluntariamente, por convicción, contra el turco. Luego vio cómo eran las cosas y, por decirlo así, aceptó la transición. Ve que Felipe II se olvida de los turcos, y lo que él quería era seguir contra los turcos y conquistar Jerusalén. Pero se calla y acepta. No es un heterodoxo, pero sí es un meapilas que entra, sobre todo en la última parte de su vida, en todas las cofradías religiosas. Era un liberal, pero porque creía que la gente debía arreglárselas como pudiera. Debía ser un hombre que hablaba poco.

P. ¿Cómo se ha sentido usted corrigiéndole?

R. No, al contrario, yo no le he corregido; yo he estado restituyendo su texto.

P. ¿Y cómo se ha sentido?

R. Muy contento de poder dar el texto que Cervantes sentía como más suyo; es decir, estoy de parte del autor y de parte del original.

P. ¿En qué se ha basado para entrar en el texto y darle lo que usted cree que él quería?

R. Pues no siempre lo sé. Es más, en muchos casos hay que dudar. Muchas veces me baso en razones materiales, y otras, en la práctica de la edición o del periodismo; he quitado o conservado cosas siguiendo esa mecánica, y creo que así cumplo con lo que Cervantes quería. La tradición es respetar ciegamente lo que dice el texto impreso de la primera edición. Y Cervantes revisó e hizo añadidos en la segunda edición.

P. ¿Tuvo pudor haciendo esta edición?

R. Es que justamente no me sentía Cervantes. ¡Cervantes lo hubiera hecho peor!

P. ¿Sí?

R. Sí, porque no se fijaba. Por otra parte, no se trataba de identificarse con Cervantes, sino de ver el texto enteramente desde fuera, con frialdad. A esto ayuda la informática. En el detalle, en lo menudo, está el deber moral y social del filólogo a la hora de restituir el texto del autor.

P. ¿Y usted por qué se ha dedicado tanto al Quijote?

R. Siempre me había interesado por la edición de textos. Por eso publiqué mi colección Biblioteca Clásica, con el propósito de que los clásicos los leyeran los contemporáneos. El Quijote me lo quedé yo. Haciendo este trabajo me di cuenta de que la edición de textos clásicos españoles apenas existía. Planteándome las cuestiones materiales, es evidente que el Quijote no salió de la mente de Cervantes de un tirón, impecablemente. No. Eran papeles sueltos.

P. ¿Existe en algún sitio, de todos modos, el manuscrito?

R. Podría ser. Pero es muy difícil. He visto muchos manuscritos preparados para la imprenta, pero son copias. Del Quijote debieron haber doscientos.

P. A lo mejor no estamos leyendo el verdadero Quijote.

R. Ni lo leeremos nunca. El Quijote tal cual no lo leeremos nunca. Mira este texto de Lope: ¿ves las huellas? Mucha gente trabaja en un manuscrito.

P. Parece usted un detective.

R. Una vez pedí que mandaran un equipo de huellas, de la policía científica, a verificar manuscritos en la Biblioteca Nacional. Lo pedí antes del 11-M a Jesús de la Morena, que ahora ha estado en las noticias como responsable de esa unidad de entonces. Y, claro, no lo volví a molestar. En el Quijote se pueden rastrear ahora errores que no se habían podido ver.

P. ¿Y qué novedades aporta esta nueva edición suya?

R. Ésta es la versión corregida y aumentada de la del IV Centenario; la que publicó la Academia incluye el texto y las notas, y mi nueva edición añade materiales e índices copiosísimos, refranes, pasajes célebres, todo ello, después del libro; antes del texto de Cervantes tan sólo hay una página, en cursiva, mía.

P. Hay gente que dice que usted cobra derechos por lo que escribió Cervantes. ¿Cómo se lo toma?

R. Algo cobro, menos de lo que quisiera; menos de lo que cobró Cervantes, o por ahí se andaría. Y yo no cobro por lo que escribió Cervantes; cobro por lo que he trabajado yo. Y por lo que le he dado a Cervantes. Y me parece normal que si el impresor tiene una parte, también la tenga el editor filológico.

P. ¿Ser el editor de Cervantes es lo más grande que ha hecho en su vida?

R. He hecho cosas que me han divertido más. He trabajado sobre la obra Petrarca lo he hecho para mí. El Quijote lo he hecho para los demás.

JUAN CRUZ

 

El País
22 Abril 2007

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