¿EL CORAZÓN PENSARÁ O PENSARA?
No sabía que el corazón pensara,
después de ver a la pelirroja me dije;
“Ya tengo donde agarrarme cuando se me acaben las neuronas…
total más loca no puedes estar”
Tenía otra oportunidad de crecer
y atendiendo la campaña de la libertad de expresión,
equipé un buzo a las afueras de mi casa.
No quiero ser pelirroja repetía mentalmente.
En la plaza un conjunto de pancartas se dividía en dos opciones
“si somos, no somos”
y la voz del megáfono nos explicaba concepto de libertad.
Por suerte tenia voz y podía cantar
“Si es paz, si es paz,
si es la paz”.
Veía la paz en los buses,
en la numeración de las casas,
semáforos,
hospitales,
calendario,
reloj y el turno en el banco.
Esperaba contar con la libertad de expresión
que tanto transmitían en televisión
y en mi voto hacer un dibujito
con las equis,
eso de poner equis
siempre es aburrido.
¿Por qué no una paloma o un emoticono feliz?
Digo, al menos algo más llamativo,
siento que tachando en lugar
de hacer valido mi voto me excluyo.
Pierdo todo y ahora me salen con que
“perderé lo que ya sé…”,
yo sé que mi voto es libre y secreto, que nadie puede condicionarme
ni comprarlo. Pues ni que anduviera por la calle
¡Se vende voto! ¡Llévelo!
¡Marchando!
¡El voto…calientito! ¿No verdad?
Lo que me encantó fueron las clases de magia,
siempre soñé de chiquitilla –aparecer
y desaparecer cosas. Cuando alguien – dijo
que teníamos el poder de convertir la voz en nuestra exigencia.
Pensé que sería feo andar diciendo
¡dame eso! , digo, si se inventaron los modales
y las frases de cortesía
¿para qué exigir si se puede pedir?
Entonces, preferí ser -normal y decliné con mis estudios ilusionistas.
Quién sabe por qué, pero recordé un anuncio de compañías de teléfonos.
En el aparecía un señor y una modelo en paraísos lejanos.
Estos si saben, de quien saben de cuentas… sobre partidos políticos,
más adelante spots. Y algunas citas.
A ver si el –gigante no nos vuelve a aplastar.
©Carmen María Camacho Adarve
0 comentarios