"NO TODO ES MADE IN CHINA" publicado en DIARIO JAÉN
Carmen María Camacho Adarve
Adoro las tiendecitas de la esquina. Con un tendero, un tendero de verdad. Entre para comprar, unas castañas y algo de fruta; Me dieron lo que pedía, lo
pago, y el tendero y su mujer me sugieren, unos tomates con muy buena pinta. De Jaén.
Dolores es un pico de oro, me regaña -¡es que no sabéis comer! tienes que tomar mas fruta y verdura fresca que sepas –dice-que no todo es made in china.
Le doy toda la razón. No, no todo es oriental las tiendas de barrio están desapareciendo y es lo que mas adoro. A penas entramos a comprar con todo lo que tienen de historia, su mostrador y detrás la tendera afable, te regaña cariñosamente, te pregunta por los niños, te escucha, mientras va dándote el género con la tranquilidad de otros tiempos. Hay veces que te dice con tristeza. Nos comen a impuestos, nos queda lo justo para vivir, los políticos no se ponen de acuerdo y ahora con la crisis la clientela entra menos. Eso si –continua- tenemos nuestra clientela de toda la vida y algunos de paso, en fin hija mia que te estoy entreteniendo y tendrás que hacer tus cosas.
Esas veces cuando, Dolores esta triste, me corren mariposas por el estomago. Los días que no le salen nublados es alegre, vital. Ella y su marido se levantan a las tres de la madrugada para ir a la lonja y escoger las mejores frutas y verduras del mercado, luego abrir la tienda y colocar la fruta y pasarse el día entero en ella.
Tiendas que son los pilares para redibujar y mantener la silueta vertebral de la memoria afectiva humana. Gracias a esas tiendas, la isla de recuerdos que todo el mundo es, isla a la deriva de la masa social, podemos fijar la raíz emocional "las tiendas de barrio no son importantes por lo que venden (que también) son importantes por lo que jamás vendieron: la frialdad, la ética, a sus clientes..."
A través de ellas, llega al presente la cascada torrencial de valores, olores, costumbres del pasado, que comunicará el ayer con el futuro.
Dolores es un pico de oro, me regaña -¡es que no sabéis comer! tienes que tomar mas fruta y verdura fresca que sepas –dice-que no todo es made in china.
Le doy toda la razón. No, no todo es oriental las tiendas de barrio están desapareciendo y es lo que mas adoro. A penas entramos a comprar con todo lo que tienen de historia, su mostrador y detrás la tendera afable, te regaña cariñosamente, te pregunta por los niños, te escucha, mientras va dándote el género con la tranquilidad de otros tiempos. Hay veces que te dice con tristeza. Nos comen a impuestos, nos queda lo justo para vivir, los políticos no se ponen de acuerdo y ahora con la crisis la clientela entra menos. Eso si –continua- tenemos nuestra clientela de toda la vida y algunos de paso, en fin hija mia que te estoy entreteniendo y tendrás que hacer tus cosas.
Esas veces cuando, Dolores esta triste, me corren mariposas por el estomago. Los días que no le salen nublados es alegre, vital. Ella y su marido se levantan a las tres de la madrugada para ir a la lonja y escoger las mejores frutas y verduras del mercado, luego abrir la tienda y colocar la fruta y pasarse el día entero en ella.
Tiendas que son los pilares para redibujar y mantener la silueta vertebral de la memoria afectiva humana. Gracias a esas tiendas, la isla de recuerdos que todo el mundo es, isla a la deriva de la masa social, podemos fijar la raíz emocional "las tiendas de barrio no son importantes por lo que venden (que también) son importantes por lo que jamás vendieron: la frialdad, la ética, a sus clientes..."
A través de ellas, llega al presente la cascada torrencial de valores, olores, costumbres del pasado, que comunicará el ayer con el futuro.
©Carmen María Camacho Adarve
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