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TEMAS BLOG OFICIAL DE LA POETA Y ESCRITORA andaluza Carmen Camacho ©2017

SI, CARMEN PURI TAMBIÉN TENGO UN TROZO DEL AZULEJO DE LA FUENTE DE LA PLAZA DE LA CATEDRAL

SI, CARMEN PURI TAMBIÉN TENGO UN TROZO DEL AZULEJO DE LA FUENTE DE LA PLAZA DE LA CATEDRAL


 

Me dolió,  fue como si me arrancasen un trozo de mis entrañas, mi infancia. Mis abuelos vivían, el lo que era por entonces el centro de Jaén, en la calle Almendros Aguilar. Pasábamos mis hermanos y yo los fines de semana  en casa de mis abuelos. Era una gran fiesta en verano nos dejaban jugar en la plaza de la catedral. En invierno corretear por la calle maestra. En la plaza había una fuente estanque maravillosa. Era grande y estaba adornado con azulejitos pequeños de cristal, azules y verdes. Muchos niños  caían al estanque. Recuerdo a mi hermano vestido de almirante de la marina en su primera comunión. Que se cayo al estanque y salio de el con su impoluto traje blanco y sus galones dorados, su cinta azul… de color marrón. Menuda bronca  le echaron al pobre. Jugábamos a correr entre los ficus centenarios y los naranjos y a la rayuela. Los abuelos dormitaban al sol sentados en bancos de piedra, los gitanos de lunas se sentaban en las escalinatas, mientras lo gitanillos corrían por la plaza. Había personajes de Jaén que hacían su vida en la plaza. Un día quitaron las fuentes para que no hubiese peligro. Todos nos quedamos muy tristes. Pero bueno seguíamos teniendo la plaza. Con sus sombras de ficus centenarios, sus naranjos, su baldosas, los niños, los ancianos, los grajos y los gitanos. Y la vida siguió. El año dos mil nueve nos enteramos que la catedral y su plaza eran candidatas seguras para ser patrimonio de la humanidad. La alcaldesa repartió camisetas. Con el dibujo de la catedral y el escudo del ayuntamiento, -tengo varias en color gris y rojo- que subiré al blog. La vida en la plaza continuaba lenta y tranquila. Esta poeta ha escrito muchos versos en los bancos de piedra, con el eco de las voces de los niños que jugaban a la pelota, esta poeta ha pasado horas de canícula al fresquito de la sombra de los naranjos, ficus , sus jardines con rosales y parterres, contando versos: alejandrinos, pentasílabos y sonetos.

 

 Hasta octubre,  de este otoño que cercaron la  plaza, con vallas de obra y mayas verdes y comenzaron las maquinas a derruir la plaza, amontonaron todos los naranjos y los ficus. Como si fueses a quedarse allí. Sabes Carmen Puri tengo una idea de donde puede estar ahora… y al mover la plaza, entre los escombros volvió a surgir la fuente, tan bella con sus azulejos de cristal azules y verdes. ¡Y comenzó el terrorismo urbano!, si estaba esta poeta siguiendo los movimientos de las maquina e intentando sacar fotos de la fuente… cuando comenzó la peregrinación desde el Ayuntamiento –que esta frente a la plaza de la catedral- como avanzadilla  la jefa de prensa. Se acerco a los trabajadores y ante mi pasmo les pidió unos azulejos, mientras repetía ¡que bonitos son¡ Al rato la alcaldesa en persona, pidiendo azulejos, tras ella Cano… y a la hora del desayuno como si de un acto oficial se tratase continuo casi toda el concejo municipal en un ir y venir de azulejos en bolsas del corte ingles, concejales y amigos de estos. Me mantuve oculta, entre balaustradas rotas y trozos de hierros retorcidos que fueron forja artesana y antiquísima muy bella. Tenía mi vieja canon, pero con mucha rabia no la pude usar para no ser descubierta, por los guardias urbanos que  hacían ronda con mucha discreción. Llego la hora de comer y alcaldesa, jefa de prensa, ediles y funcionarios dieron de mano.

 

Sobre las ocho de la tarde regrese a ver lo que quedo del expolió de la fuente de mi niñez. Estaba situada a una distancia prudencial de las maquinas y trabajadores, cuando vi una figura de mujer inconfundible, delgada y de estatura baja ¡era la alcaldesa! Me acerque con el zum de mi vieja canon… y allí estaba ella con un saco y un coche esperándola, hizo que los trabajadores llenaran el saco se azulejos y se lo llevaron hasta el maletero del coche se subió a bordo con el conductor y desapareció entre los casquijos de la calle.  Ella quería hacerse, una mesa y un banco seguramente para su jardín.

Indignada de tanto morro, abuso de autoridad, reírse de los habitantes, fechorías o terrosismo urbano. Me dieron ganas de gritarle algunas cosillas, pero preferí hacerme un plan. Me fui a mi casa y agarre una maza y un cincel que guardé en una bolsa de plástico mucho mas humilde. Visite las tascas de los alrededores tomando mis chatos de vino y espere… como toda tranquilidad a la madrugada.

Entre en la obra abriéndome paso entre la alambrada y medio a oscuras llegue a los restos de la fuente. La cosa estaba muy difícil solo quedaban los azulejos del suelo. Con templaza y buen hacer fui punteando con el cincel y la maza con delicadeza. Y tras mucho rato de fatigas, justo cuando el reloj de la catedral, dio las tres de la madrugada, empezó a moverse un trozo de azulejo que con suma destreza y muy despacito logre sacar. Cuando lo tuve entre mis manos y las pase por el trozo de azulejo. Pasaron  recuerdos preciosos de mi infancia, mis abuelos, hermanos, mis padres amigos y hasta algún canónigo, pelotas, tejos, voces de niños, mi hermano de primera comunión dentro del agua con su traje de almirante  sensaciones que nunca ante había tenido. Y esta poeta pobre que la alcaldesa nunca da audiencia. Desapareció en la noche pisando casquijos, piedras y adoquines partidos en la noche templada de octubre. No me llegaba para un mueble, pero si para tenerlo presente y acariciarlo para encontrar mi pasado. La catedral mucho mas majestuosa me sonreía.

 

 

© Carmen María Camacho Adarve

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