EL CALDO DEL COCIDO POR HARMONIE BOTELLA
El caldo del cocido
El cejo fruncido, la mirada fría e inquisitoria,
espías con el rabillo del ojo
los movimientos del adversario,
y te cierras herméticamente a cualquier signo de paz.
Eres el inmolado, el mártir postergado que se fustiga
en el desorden de las ideas y de los sentimientos.
No levantas la vista de tu plato
como si dentro de este maldito cocido
estuviera tu salvación, tu amparo frente al último asalto.
¿Por qué oír y hablar si este mundo de mayores
sólo es decadencia, demagogia, tiranía y precepto?
Los ojos del cocido
te miran atónitos, perplejos y desorientados
al igual que los ojos del enemigo
que cansados de tanto resentimiento
se secan como los ríos de la estepa
de tanto sufrir inútilmente,
llorar con lágrimas enjugas
y apagadas sobre el cadáver frío
del disentimiento, de la rabia, del odio encarnecido.
Con la última mascada en la boca
gruñes una indecencia
y te retiras hacia tus aposentos de rey maldito,
de príncipe decaído
dejando a la plebe maligna morir en el caldo del cocido.
© Harmonie Botella Chaves.
0 comentarios