ME QUEDA LA PRIMAVERA
Quiero llenar,
Mi pluma
De esperanza
Y rendir pleitesía
A la primavera.
Entre rendijas,
Abiertas
Como heridas
De mis manos
Se escapa.
Y yo, terca
Y yo, monótona,
Marco compás
En versos negros
De sentimiento.
Sobre rocas blancas,
Tal vez mis palabras
Sean más cercanas
Al orden de las cosas.
Inerte, materia, dura,
En el pálpito
Que la vida mueve.
Es mí, tristeza
Finita, infinita
Un Gran dolor
Incontento.
Donde, ruedan,
Mis lágrimas
Llagadas, saladas
De impotencia.
Acaso, mi vida, sea,
Como primavera
Y, verano vencidos
A las lindes de otoños
Y, fríos inviernos.
Que se me han ido,
Todas las estaciones
En una sinrazón
Exasperante.
Persiguiendo, tal vez,
Una, estrella, incierta
Que de luz me ciegue.
Si, mi razón en sin razón
Se torna, en locura
A malos, a buenos, os pido:
¡Dejadla tranquila¡
Montañas, que rozan,
Con sus crestas orgullosas
Al sol... ¿de justicia?
Derramase, en rojos,
De sangre, de guerra, de hambre.
Mientras, enhebramos,
Los listos, del primer mundo
Con su mísera riqueza; de oro negro
Alimento, que envenena
La tierra, la paz y la vida.
Me queda, la poesía,
Si, ella me queda
Más me desgarran
Mis versos.
La primavera, me tienta,
Con desesperanza,
Enfermiza, a volver
Sobre mis pasos
Monte abajo.
Y, abandonar,
Mis sentimientos
Heridos y rotos
¿Y el corazón, y el alma?
Quiero romper;
El vértigo Del espejo,
Donde habitan, los ciegos
Del individualismo, colectivo
Quiero romper, el vértigo,
Del odio de los hombres
Que no respetan la vida
Se comprometen, con la muerte
Disimulan las guerras, y consiente
Y, nos venden como a judas
Nos roban, el corazón
Y, nos matan el alma.
¡OH impotente pasividad,¡
Deberías convertirnos
A todos, en cenizas
Con, la fuerza de un atlante
Cubrirnos y esparcirnos
Sobre el sufrimiento,
De los pobres, de los muertos.
La primavera, es un sucio negocio
En vuestras, manchadas manos
Paradojas, dolorosas
Pláticas, políticas.
Sean las prosas,
Las que os maten
Con vuestra métrica, política
¡Los poetas han muerto¡
Tal vez exista un, más allá
Al otro lado de los mares
Y, en los montes:
Una llanura
Extensa y fértil
En la que ya, sin trabas,
De mentiras y muerte
La estrella solar, ilumina, la vida.
De esperanza, se visten, las luces,
Y, en una estrella inacabada
Cabalga, sin miedo
Un mundo nuevo.
De auroras,
Bordados en naranjas
Abiertos a mañanas, de esperanzas
©Carmen María Camacho Adarve
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