Paraguay, Brasil, España y Francia en poesía gestada en Internet y publicada en un libro por Delfina Acosta
Publicado en ABC Digital
En la ebriedad del bosque se titula el libro de cuatro poetas de distintas partes del mundo que se conocieron a través de Internet y se embarcaron, viendo la coincidencia de sus afinidades estéticas y rítmicas, en la empresa de publicar un poemario.
¿Quiénes son ellos? Pues E. Dominique Jollivet, Felipe Fuentes García, Óscar Distéfano Miers y Tania Correa Alegría.
La poetisa Dominique Jollivet, de origen francés y con la doble nacionalidad francesa y española escribe versos muy buenos. Ellos pasan previamente, o sea, antes de hacerse luz, palabras, versos, por pensamientos que rondan la elegancia y la sutileza.
El amor es el tema con que una palabra suya se enamora de otra palabra.
Con cuánta tristeza pensada en la hora del crepúsculo van cayendo las hojas de su poesía. Y esa poesía de su sangre, rica en imaginación, en ritmo, se mantiene firme a través de un lenguaje delicado, preciso.
Esta es la poesía que viene de adentro y tiene la capacidad de desenrollarse con elegancia a medida que el lector la busca. Soy una convencida de que el lector tiene que buscar a la poesía. Ella no es explícita. Un manto de sus mismas palabras la cubren.
Felipe Fuentes García, español, mira la cara de la poesía. Y le habla de flores, de fuentes de agua, de árboles que soplan vientos temibles, de un amor que se va, y de otro que retorna. Su lenguaje es sólido, rítmico, y registra una gran variedad de términos.
Poesía amatoria, su obra surge con la fuerza misma de la humanidad.
En algunos momentos, llama la atención la tristeza de sus palabras.
Sonetos perfectos, los suyos. ¿A quién sino a un verdadero poeta se le puede ocurrir escribir sonetos?
Felipe Fuentes es quien trae la palabra en sus diversas manifestaciones. Poeta de oficio, como debe ser, el tono del talento resplandece en su obra.
Óscar Distéfano Miers, paraguayo, apunta a la versificación pura. Su lenguaje sencillo, pero no fácil, nos hace ver por momentos un mundo donde el amor y el enamoramiento son las grandes aves que despliegan el vuelo ante una señal de su mano.
Sabemos que la poesía es invención.
Óscar Distéfano Miers nos inventa el agua, los ojos negros de una muchacha, el camino del hombre, la soledad y su pronto remedio, o sea, el encuentro con la persona amada.
Es un romántico en el mejor sentido de la palabra.
La pasión echa costumbre en sus versos. Y me alegra que así sea, pues francamente estoy aburrida de los poemas en los que no se divisa ni una fibra del dolor y del amor, que son los padres naturales de una obra artística. La artificialidad es la muerte del arte.
Tania Correa Alegría, nacida en Brasil, es una poetisa de palabras limpias. Escribe lo que quiere decir, exactamente. Eso nos habla de su excelente expresión lingüística. Expresiones llenas de pasión ponen el acento de fuego en sus poemas, de por sí, muy iluminados.
Confieso mi admiración por Tania Correa Alegría.
Interpreté que el sentido de la existencia de estos cuatro excelentes poetas es la poesía misma.
En ellos, la poesía se hace carne. Y verbo.
Hay luz en los cuatro poetas citados. Hay arte maduro, al que aspira cualquier poeta. Hay pulso. ¿Y qué quiere decir pulso, en este caso?
Pues dominio del pensamiento.
Pagína web del libro http://enlaebriedaddelbosque.blogspot.com/
19 de Febrero de 2010 21:01
0 comentarios