AVENTURA MATINAL Por Eduardo Owen
Arrastrando a la brisa
Entre los pelos de su cola,
Corría Taffy,
Mi perrita regalona,
En medio de la pared invisible
Que separaba al viento matinal,
Del reflejo de los rayos nuevos de sol
Que le prestaban sus colores
A las flores otoñales de los jardínes vecinos :
Su cabeza subía y bajaba
Al ritmo de la música que le tocaban sus pequeñas patas,
Al tamborear con sus duras uñas el pavimento,
Sus orejas eran dos alas puntiagudas de pájaro,
Color arena,
Que aleteaban sobre su frente,
Cerca de sus ojos negros de botones,
Tratando de volar lejos de ella,
En busca de un ave desalada
Que quisiera adoptarlas,
Cada trescientos latidos de mi corazón,
Taffy se detenía,
Daba vuelta su hermosa cabeza,
Sus ojos lanzaban dos flechas
Buscando mi mirada,
Chequeando mi presencia
Detrás de ella…
De regreso a casa,
Su lengua,
Con las piernas colgando
De un lado de su hocico,
Secó el agua de su plato
En veinte lenguetasos,
Mirando con ojos hambrientos
El plato vacío de comida
Que descansaba junto
A donde había estado nadando el agua
Cuando su lengua la encontrara,
(Taffy ya había tomado desayuno
conmigo temprano,
antes de salir a hacer ejercicios,
pero le hubiera gustado
habérselo repetido) :
Taffy,
Con restos de brisa
Aún pegados a los pelos
De su frondosa cola,
Depositó con cuidado
Su liviano cuerpo
Junto a mi sillón de poeta aficionado :
Con un sueño profundo,
De ojos firmemente cerrados,
Esporádicamente bien roncado,
Mi perrita comenzó a descansar
De su aventura matinal :
Su descanso duró
Un par de medias horas,
Lo que me permitió
Terminar de escribir
Una poesía sin piernas ni brazos,
Que se había quedado esperándome sentada
Entre la aurora y el amanecer,
(sola y solitaria),
Bebiendo frías tazas de rocío sin azúcar ni leche,
En la oscuridad…
Eduardo Owen
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