Pervivencia de una mirada
Que debemos elevar
Levantada a la justicia
Levantada sobre evidentes
Ruinas de nuestra modernidad.
Habitada por terribles
Fantasmas de ansiedad,
De guerras
De desigualdad.
Una mirada
Que es un sentimiento
Y un pensamiento
Repitiendo
Que no ha muerto
El mundo.
No somos seres aislados
Enclaustrados
En minúsculas parcelas
De felicidad.
Compartimos un espacio
Fragmentado
Dentro de la ilusión
De los días de diario.
Que de cerca crece
Como ensueño
De la prolongación
De las cimas.
Y solo en ese momento
Descubriremos
El primigenio lugar
De la tierra.
Donde comienza
Los desfiladeros,
Contenidos dentro
De la delicada mano
De un niño…
Compartiendo el mismo espacio,
Desconcertante
Y enclavado
En lo mágico
De un mundo único.
Irrepetible e inefable
Dueño de sus dominios.
A salvo de aviones,
Suicidas
De vengativas
Invasiones.
Un mundo que podemos
Y debemos alcanzar
Con la esperanza,
De posibles y humanas
Excelencias
Aun desconocidas.
En donde no existen;
Los misiles,
Los sables,
Las explosiones.
Que matan y dejan
Un mundo cubierto
Por heridas abiertas.
Tenemos que dejar;
Ese mundo yerto
Y reclamar la luz
De azules trasparencias
De una tierra eterna.
Como una fortaleza
Sin armas,
Sin soldados
Teñida por un sol
Rojo de amaneceres;
Por el amarillo
De sus mediodías,
Por el añil,
De sus tardes
Alumbrándonos
Con antorchas
De luz anaranjada
Cuando cae la noche.
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